La Federación Internacional de Farmacia acaba de presentar un nuevo informe, ‘Sostenibilidad de la fuerza laboral y apoyo a las prácticas positivas en la farmacia comunitaria’, en el que se llama la atención sobre el hecho de que las presiones asistenciales, los nuevos papeles que se abordan desde la farmacia comunitaria y el entorno laboral dejan una profunda huella en la salud los profesionales.
El informe presenta los resultados de una revisión de la literatura y una encuesta global que explora las barreras que existen, así como las ventajas con que cuentan los servicios farmacéuticos comunitarios actuales para la realización de lo que denominan ‘servicios ampliados’ y sus consecuencias. Aunque el trabajo recoge una práctica unanimidad en el sentimiento de solidez y orgullo por la profesión, así como en su aportación a la salud de la sociedad, también reconoce que el entorno laboral deja una huella negativa, ante la que la FIP considera que es preciso poner medidas.
“El 62% de los encuestados han reconocido haber experimentado agotamiento u otros problemas de salud mental, así como inquietudes relacionadas con su trabajo”. Igualmente la mayoría de los encuestados aseguran que como farmacéuticos, no conocen ninguna política o programa formal destinado a abordar presiones en el lugar de trabajo y apoyo a la salud mental en sus regiones, con solo el 10% de las personas encuestadas indicando la presencia de tales políticas o programas”, señala la FIP
Según explica la FIP, estos datos “son una estadística cruda y preocupante que necesita ser redirigida”. El presidente del Sección de Farmacia Comunitaria (CPS), Sherif Guorgui asegura que “la salud mental y el bienestar de los farmacéuticos que trabajan en entornos de farmacia comunitaria es una cuestión importante y es fundamental que todos los lugares de trabajo de farmacia comunitaria cuenten con estrategias basadas en evidencia que puedan adaptarse para fomentar la salud mental y el bienestar positivos”.
La FIP plantea una serie de recomendaciones para mejorar esta situación. En primer lugar plantea desarrollar “soluciones continuas basadas en evidencia dedicadas a la salud mental y el bienestar de farmacéuticos, adaptados a los desafíos únicos que enfrenta la farmacia comunitaria”. En ese sentido indica que el documento publicado “presenta un llamado convincente a acción para la mejora de la salud mental y el bienestar dentro de la profesión farmacéutica”.
Igualmente pone el énfasis en la mejora de las condiciones de trabajo, remuneración equitativa y reconocimiento profesional. En ese sentido, indica, “se requiere un enfoque holístico para fomentar una fuerza laboral farmacéutica sostenible y próspera”.
Por otro lado, demanda establecer mecanismos para monitorear la implementación de políticas de salud mental, así como que cualquier programa desarrollado sobre la práctica de la profesión “incluya el apoyo a la salud mental y el bienestar de los farmacéuticos como parte intrínseca del programa”.
La FIP no obstante vaticina que “a medida que la profesión amplía su ámbito de práctica, es evidente que habrá mayores presiones sobre la salud mental y bienestar de los farmacéuticos”. Por ello llama “a abordar cuanto antes estos problemas”, que “no sólo ayudarán a mejorar el bienestar de los farmacéuticos, sino que redundarán en beneficio de toda la sociedad”.
Nicolas Gonzalez Casares: