Terapéutica

¿Qué es la leucemia mieloide aguda?

A la leucemia mieloide aguda (acute myeloid leukemia, AML) se le conoce por muchos nombres, incluyendo leucemia mielocítica aguda, leucemia mielógena aguda, leucemia granulocítica aguda y leucemia no linfocítica aguda. El término “aguda” significa que la leucemia puede progresar rápidamente y, si no se trata, probablemente sea fatal en pocos meses. El término “mieloide” se…

A la leucemia mieloide aguda (acute myeloid leukemia, AML) se le conoce por muchos nombres, incluyendo leucemia mielocítica aguda, leucemia mielógena aguda, leucemia granulocítica aguda y leucemia no linfocítica aguda. El término “aguda” significa que la leucemia puede progresar rápidamente y, si no se trata, probablemente sea fatal en pocos meses. El término “mieloide” se refiere al tipo de célula del que se origina la leucemia.

La leucemia mieloide aguda (AML) es un cáncer que se origina en las células que normalmente madurarían hacia los diferentes tipos de células sanguíneas. La mayoría de los casos de AML se originan de células que se convertirían en glóbulos blancos (pero no en linfocitos), pero en algunos casos de AML se desarrollan en otros tipos de células formadoras de la sangre. Los diferentes tipos de AML se presentan en la sección “¿Cómo se clasifica la leucemia mieloide aguda?”.

La leucemia mieloide aguda se inicia en la médula ósea (la parte interior blanda de los huesos, donde se producen las nuevas células sanguíneas), pero en la mayoría de los casos pasa rápidamente a la sangre. Algunas veces se propaga a otras partes del cuerpo, incluyendo los ganglios linfáticos, el hígado, el bazo, el sistema nervioso central (el cerebro y la médula espinal) y los testículos.

Algunas veces se propaga a otras partes del cuerpo, incluyendo los ganglios linfáticos, el hígado, el bazo, el sistema nervioso central (el cerebro y la médula espinal) y los testículos. Otros tipos de cáncer pueden comenzar en estos órganos y propagarse después a la médula ósea, pero estos cánceres que comienzan en otro lugar y se propagan después a la médula ósea no son leucemia.

La leucemia aguda que se origina en los linfocitos se llama leucemia linfocítica aguda (ALL). Para más información sobre este tipo de leucemia, consulte el documento titulado Leucemia linfocítica aguda.

Médula ósea, sangre y tejido linfático normales

Para entender los diferentes tipos de leucemia, es de utilidad tener algunos conocimientos básicos sobre los sistemas sanguíneo y linfático.

Médula ósea

La médula ósea es la porción suave interior de algunos huesos como el cráneo, los omóplatos, las costillas, la pelvis y la columna vertebral. La médula ósea consiste en un pequeño número de células madre sanguíneas, células productoras de sangre más maduras, células adiposas y tejidos de apoyo que ayudan al crecimiento celular.

Las células madre sanguíneas experimentan una serie de cambios para producir nuevas células sanguíneas. Durante este proceso, las células se desarrollan hasta convertirse en linfocitos (un tipo de glóbulo blanco) o en otras células productoras de sangre. Las otras células productoras de sangre se pueden desarrollar hasta uno de los tres principales tipos de células sanguíneas:

  • Glóbulos rojos.

  • Glóbulos blancos (que no son linfocitos).

  • Plaquetas.

Glóbulos rojos

Los glóbulos rojos transportan oxígeno desde los pulmones a todos los demás tejidos del cuerpo, y llevan el dióxido de carbono hasta los pulmones para su eliminación. Usualmente, la anemia (una cantidad insuficiente de glóbulos rojos en el cuerpo) causa que una persona se sienta cansada, débil y tenga dificultad para respirar debido a que los tejidos del cuerpo no reciben suficiente oxígeno.

Plaquetas

Las plaquetas en realidad son fragmentos celulares producidos por un tipo de célula de la médula ósea que se llama megacariocito. Las plaquetas son importantes para tapar los orificios de los vasos sanguíneos causados por cortaduras y hematomas. Un número disminuido de plaquetas se llama trombocitopenia. Una persona con trombocitopenia puede sangrar y desarrollar hematomas fácilmente.

Glóbulos blancos

Los glóbulos blancos ayudan al cuerpo a combatir las infecciones. Los linfocitos son un tipo de glóbulo blanco. Los otros tipos de glóbulos blancos son los granulocitos (neutrófilos, basófilos y eosinófilos) y los monocitos. A estos otros tipos se les llama células mieloides.

Linfocitos: son las principales células que forman el tejido linfático, que es una parte importante del sistema inmunológico. El tejido linfático se encuentra en los ganglios linfáticos, el timo, el bazo, las amígdalas y las glándulas adenoides, y se encuentra diseminado a través de los sistemas digestivo y respiratorio y la médula ósea.

Los linfocitos se desarrollan a partir de células llamadas linfoblastos y se convierten en células maduras que combaten las infecciones. Los dos tipos principales de linfocitos son los linfocitos B (o células B) y los linfocitos T (o células T).

  • Los linfocitos B protegen al cuerpo contra gérmenes invasores al desarrollarse (madurar) para formar células plasmáticas, que producen proteínas llamadas anticuerpos. Los anticuerpos se adhieren a los gérmenes (bacteria, virus y hongos), lo que ayuda a los otros glóbulos blancos a reconocerlos y destruirlos.

  • Los linfocitos T pueden reconocer las células infectadas con virus y destruirlas directamente. También ayudan a regular la respuesta inmunológica.

Granulocitos: estos son glóbulos blancos que tienen gránulos que pueden visualizarse en un microscopio como manchas. Estos gránulos contienen enzimas y otras sustancias que pueden destruir gérmenes como las bacterias. Los tres tipos de granulocitos, neutrófilos, basófilos y eosinófilos, se distinguen por el tamaño y el color de los gránulos. Los granulocitos se desarrollan a partir de células productoras de sangre llamadas mieloblastos hasta convertirse en células maduras que combaten las infecciones.

Monocitos: estos glóbulos blancos, que están relacionados con los granulocitos, también son importantes para proteger al cuerpo contra las bacterias. Se generan en la médula ósea como monoblastos productores de sangre y se desarrollan hasta convertirse en monocitos maduros. Después de circular en el torrente sanguíneo por aproximadamente un día, los monocitos ingresan en los tejidos corporales para convertirse en macrófagos, que pueden destruir algunos gérmenes rodeándolos y digiriéndolos. Los macrófagos también ayudan a los linfocitos a reconocer gérmenes y comenzar a producir anticuerpos para combatirlos.

Cualquiera de las células formadoras de sangre o células linfoides de la médula ósea puede convertirse en una célula leucémica. Una vez que ocurre este cambio, las células leucémicas no pasan por el proceso normal de maduración. Las células leucémicas se pueden reproducir rápidamente, pero en la mayoría de los casos el problema es que no mueren cuando debería hacerlo, sino que sobreviven y se acumulan en la médula ósea. Con el paso del tiempo, estas células entran en el torrente sanguíneo y se propagan a otros órganos, en donde pueden evitar el funcionamiento normal de otras células corporales.

Tipos de leucemia

No todas las leucemias son iguales. Existen cuatro tipos principales de leucemia. Cuando los médicos saben el tipo específico que padece el paciente, pueden hacer un mejor pronóstico (tener una mejor perspectiva) y seleccionar el mejor tratamiento.

Leucemia aguda versus leucemia crónica

El primer factor para clasificar la leucemia de un paciente es si la mayoría de las células anormales parecen glóbulos blancos normales (maduros) o más bien parecen células madre (inmaduras).

En la leucemia aguda, las células de la médula ósea no pueden madurar apropiadamente. Las células leucémicas inmaduras continúan reproduciéndose y acumulándose. Sin tratamiento, la mayoría de los pacientes con leucemia aguda vivirían sólo unos meses. Algunos tipos de leucemia aguda responden bien al tratamiento, y muchos pacientes se pueden curar. Otros tipos de leucemia aguda tienen una perspectiva menos favorable.

En la leucemia crónica, las células pueden madurar parcialmente, pero no por completo. Estas células no son normales, aunque parezcan ser bastante normales. Por lo general, no combaten las infecciones tan bien como los glóbulos blancos normales, y sobreviven más tiempo, se acumulan y desplazan a las células normales. La leucemia crónica tiende a progresar por un periodo de tiempo más prolongado, y la mayoría de los pacientes puede vivir por muchos años. Sin embargo, las leucemias crónicas son generalmente más difíciles de curar que las leucemias agudas.

Leucemia mieloide versus leucemia linfocítica

El segundo factor para clasificar la leucemia es el tipo de células de la médula ósea que están afectadas.

Las leucemias que se inician en las células mieloides más jóvenes, glóbulos blancos que no sean linfocitos, glóbulos rojos o células productoras de plaquetas (megacariocitos), son leucemias mieloides (también conocida como leucemia mielocítica, mielógena o no linfocítica).

Si el cáncer comienza en las primeras etapas de los linfocitos, se llama leucemia linfocítica (también conocida como leucemia linfoide o linfoblástica). Los linfomas también son cánceres que se originan en los linfocitos. No obstante, a diferencia de las leucemias linfocíticas que se desarrollan en la médula ósea, los linfomas se desarrollan de células en los ganglios linfáticos o en otros órganos.

Dependiendo de si las leucemias son agudas o crónicas, y si son mieloides o linfocíticas, se pueden dividir en cuatro grupos principales:

El resto de este documento contiene información sobre las leucemias mieloides agudas en los adultos solamente. Las leucemias crónicas en adultos y la leucemia linfocítica aguda (ALL) en adultos se discuten en otros documentos de la Sociedad Americana del Cáncer. Si desea información sobre la AML en niños, consulte el documento Leucemia en niños.

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