El 58,8% de los españoles niega haberse automedicado, mientras que tres de cada cuatro aseveran conocer los riesgos que tiene para la salud. Así lo han asegurado los encuestados de la última pregunta Imop-Berbés, que ahonda sobre la realidad de la automedicación en nuestro país.
De acuerdo con los resultados de la encuestras los mayores de 65 años son el grupo de población que menos se automedica: un 73,7% lo niega. En cambio, solo un 1,7% reconoce automedicarse “mucho”. Un total de 17.474.117 españoles afirman haberlo hecho al menos una vez en su vida.
La principal razón detrás de la automedicación en nuestro país sería la falta de gravedad en los síntomas y saber de antemano el tipo de fármaco necesario para tratar su problema. Por comunidades autónomas, los madrileños son los españoles que más esgrimen este argumento (75%), seguido de catalanes (62,7%) y gallegos (56,2%).
Por otro lado, los antiinflamatorios y/o analgésicos representan, con un 88,5%, el tipo de fármaco más utilizado para automedicarse, seguido a mucha distancia por los antihistamínicos (8%) y la medicina natural, con un 6,3%. Por grupos de edad, si bien los antiinflamatorios y/o analgésicos continúan siendo el medicamento mayoritario para los encuestados con edad igual o superior a los 65 años, el porcentaje se reduce hasta un 65,6% en favor de otros medicamentos sin especificar (17,4%); mientras que los antibióticos (12,6%) ocuparían el tercer lugar.
Conocedores de los riesgos
Automedicarse entraña riesgos para la salud, que no son precisamente desconocidos para los españoles. Así, el 75,4% de los encuestados afirman estar lo suficientemente informados sobre sus riesgos. Por sexos, las mujeres serían más conscientes de sus peligros en comparación con los varones: un 79,7% asevera conocer los riesgos frente al 70,9 de los varones. Aparte, los encuestados de entre 35 y 44 años son el grupo de población que más afirma desconocer sus efectos para la salud, con un 12,3%.
Según la OMS, la automedicación responsable es “la selección y uso de los medicamentos, que no requieren prescripción médica, por parte de las personas, con el propósito de tratar enfermedades o síntomas que ellos mismos pueden identificar”. Por el contrario, apuntan que el uso inapropiado de medicamentos como los antibióticos debilitan su capacidad contra infecciones bacterianas, lo que puede desembocar en una epidemia de "superbacterias" resistentes a estos.