El hecho de que haya tratamientos para la disfunción eréctil (DE) que se puedan comprar por Internet o en establecimientos no reglados favorecería, según un informe de Boston Medical Group, que "haya hombres que, por la obsesión de no volver a fallar (en el terreno sexual), recurran a ellos sin consultar con un especialista, y sin contemplar los efectos secundarios o las contraindicaciones que pueden tener", advierte José Benítez, director Médico del grupo.
A este respecto, señala que, siempre que hablamos de medicamentos, éstos "necesitan ser indicados por un especialista en salud sexual masculina que haya analizado el caso concreto y conozca la historia clínica del paciente, para descartar otras patologías asociadas que pueden ser el origen del problema como la hipertensión", indica. Sin embargo, el estudio realizado refleja que el 37% de los hombres menores de 45 años con DE tarda más de tres años en consultar con un especialista. Más preocupante es el dato de los jóvenes que afirman haber tomado algún tratamiento para la disfunción eréctil (DE), el cual, afirman desde Boston Medical Group, "ha aumentado un 15% en los últimos años".
En este sentido, señalan que en torno al 50% de los medicamentos que se venden por Internet "son falsos", según y citan a la Organización Mundial de la Salud (OMS). "Al no contar con controles sanitarios, pueden conllevar importantes riesgos para la salud”, explica el Benítez. Entre los principales riesgos están, según se extrae de un estudio publicado en la revista Translational Andrology and Urology , los posibles contaminantes y cantidades inexactas del principio activo, además de interacciones potencialmente peligrosas con otros medicamentos.
De hecho, si los problemas relacionados con la erección son esporádicos, lo recomendable, según el doctor Benítez, "es evitar ante todo el estrés y el nerviosismo asociados, hay que procurar un estado de relajación y tomarnos el fallo como algo normal que nos puede pasar a todos". También recomienda, de cara a su prevención, la adopción de hábitos saludables, como una buena alimentación o la práctica de actividad física. Lo que queda desaconsejado por completo es recurrir a la automedicación.