Terapéutica

Las evidencias “consistentes y sólidas” de la transmisión de covid en el aire

Es un error poner en duda la transmisión aérea del SARS-CoV-2, sentencia una carta publicada en la revista científica The Lancet por un grupo de expertos que exponen un decálogo de evidencias sobre la transmisión a través de aerosoles.

Un equipo de científicos de las universidades de Oxford, Colorado, California, Carolina del Norte y Toronto firman una carta publicada en The Lancet afirmando que hay evidencias “consistentes y sólidas” de que el SARS-CoV2 se transmite por el aire. Aunque otras vías pueden contribuir al contagio, la dominante es la aérea. Aseguran que es un error usar la falta de evidencia del virus en el aire para poner en duda esta vía de contagio y que “la comunidad responsable de la salud pública debe actuar en consecuencia sin más demora”.

Los expertos se muestran preocupados por la publicación de un informe previo bajo la premisa de que sin evidencia de virus en el aire no hay certeza de la transmisión por esa vía, ya que sus erróneos planteamientos han tenido consecuencias directas en las políticas de salud pública.

Las políticas en cuestión no hacen diferencias entre espacios de interior y exterior, ya que están basadas en la transmisión por gotículas grandes a las cuales afecta la gravedad, cosa que ocurre igual en ambos entornos. No obstante si, como es el caso, el virus se transmite sobre todo por el aire, una persona puede resultar infectada al inhalar aerosoles que una persona infectada emite al exhalar, hablar, gritar, cantar, estornudar o toser. 

Reducir los contagios en esta situación requiere medidas para evitar que se inhalen aerosoles infecciosos: ventilación, filtración del aire, reducción de las concentraciones de personas en espacios cerrados, uso de mascarillas en interior en todo momento (con atención a su calidad y ajuste) y protección adicional para los profesionales sanitarios y los trabajadores en primera línea.

“Es difícil demostrar de forma directa la transmisión por el aire, pero hay diez vías de investigación que respaldan esta es la ruta primaria de contagio”, añaden.

Las diez claves

En primer lugar, los episodios de supertransmisión tienen características para poder ser considerados “motores clave” de la pandemia. Los análisis detallados de interacciones humanas en las que se ha detectado un episodio de este tipo, que incluyen tamaños de los espacios, ventilación y otras variables en lugares muy diferentes, son consistentes con transmisión por el aire. No pueden explicarse por gotículas grandes.

En segundo lugar, se han documentado contagios entre personas que sin encontrarse próximas entre sí estaban en un mismo espacio en términos de aire compartido (entre habitaciones de hotel adyacentes, por ejemplo).

Además, la transmisión a partir de personas asintomáticas viene a constituir un tercio de los contagios (algunas estimaciones lo elevan hasta el 59%). Son personas que ni tosen ni estornudan. Hablar, por el contrario, produce miles de partículas en aerosol, y pocas gotículas.

La transmisión es significativamente mayor en espacios cerrados y se reduce cuando hay ventilación.

Se han documentado infecciones nosocomiales (en hospitales) en un entorno en el cual las medidas de prevención orientadas a gotículas eran muy estrictas, mientras que no lo era la protección frente a aerosoles.


En sexto lugar, se ha detectado SARS-CoV-2 viable en experimentos que han demostrado su potencial infeccioso durante periodos de hasta tres horas, con una vida media de 1,1 horas. Los patógenos del sarampión y la tuberculosis, dos enfermedades infecciosas que se transmiten por el aire, tampoco se han conseguido cultivar a partir del aire. De hecho la “asunción errónea” de que estas dos últimas enfermedades no se transmitían por aerosoles ha sido un lastre y se ha convertido en un “dogma” .

Por otra parte, se ha identificado el SARS-CoV-2 en filtros de edificios y hospitales con pacientes covid-19. Son lugares a los solamente los aerosoles podrían llegar. 

En octavo lugar, los firmantes recuerdan que hay estudios en modelos de animales enjaulados que han transmitido la enfermedad a otras jaulas únicamente comunicadas por conductos de ventilación. 

No hay estudios que hayan refutado de forma consistente la hipótesis del contagio por el aire. En las personas que han evitado el contagio compartiendo espacio con infectados se han dado otras circunstancias: variación en la carga viral y elementos variables como la ventilación (sobre todo esta última). 

En último lugar, señalan que la evidencia para respaldar otras rutas de transmisión dominantes es insuficiente.

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