El carbón vegetal o carbón activado se obtiene, generalmente, a partir de las partes leñosas carbonizadas de árboles y arbustos que son sometidos a procesos especiales, que tienen como finalidad aumentar su grado de porosidad. También, es frecuente su obtención a partir de la cáscara del coco. Después de su carbonización y activación la porosidad le confiere al carbón vegetal un fuerte poder de absorción.
Desde el punto de vista químico, se trata de un carbón prácticamente puro con una estructura cristalina reticular similar a la del grafito. El carbón vegetal está autorizado por vía oral para el tratamiento sintomático de los procesos diarreicos inespecíficos y para el alivio sintomático de los gases.
El carbón vegetal, una vez ingerido, permanece en el tubo digestivo donde tiene una buena tolerancia. Gracias a su poder absorbente es capaz de fijar en su superficie toxinas, agua y gases.
Asimismo, en uso tópico se utilizan los apósitos de carbón activado, generalmente combinado con otros principios activos, para el tratamiento de heridas muy exudativas o infectadas por la absorción de las secreciones y microorganismos. Además, en uso hospitalario, el carbón vegetal se utiliza como antídoto de ciertas intoxicaciones en caso de sobredosis de ciertos medicamentos o ante la ingesta de determinados productos tóxicos.
A la hora de usar el carbón activado debe saberse que puede reducir la absorción de otros medicamentos administrados por vía oral, por ello debe separarse la toma del carbón activado al menos dos horas de la toma de alimentos o medicamentos.
Conviene destacar que el carbón activado puede colorear de negro las heces y que no se debe emplear más de dos días seguidos, o bien, si existe fiebre, sin el correspondiente control médico.
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