Tales evaluaciones solamente deberían ser el punto de partida para la predicción del riesgo, explica un investigador
Los investigadores hallaron que cuatro de cada cinco fórmulas muy usadas podrían sobrestimar el riesgo de las personas de ataque cardiaco, accidente cerebrovascular (ACV) u otras complicaciones relacionadas, en hasta un 154 por ciento en algunos casos.
Eso incluye la calculadora de riesgo desarrollada más recientemente, revelada junto con las nuevas directrices para el tratamiento en 2013 por parte del Colegio Americano de Cardiología (American College of Cardiology, ACC) y la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association, AHA).
Sin embargo, los hallazgos no significan que se tengan que tirar las calculadoras, enfatizaron los expertos.
"No estoy pidiendo que se retiren las directrices ni la calculadora del riesgo del ACC y la AHA", señaló el investigador principal, el Dr. Michael Blaha, del Centro Ciccarone para la Prevención de las Enfermedades Cardiacas de la Universidad de Johns Hopkins en Baltimore.
En lugar de eso, dijo, cualquier calculadora del riesgo debería considerarse un primer paso para la estimación de las probabilidades de un futuro ataque cardiaco de los pacientes.
"¿En general, todas las puntuaciones de los riesgos son limitadas? Yo diría que sí", señaló Blaha. "Deberían considerarse un punto de partida a partir del cual se tendría una charla".
Esa "charla" es sobre si un paciente sin antecedentes de problemas cardiacos o ACV debería empezar a seguir terapias de prevención, como tomar una estatina para bajar el colesterol o una aspirina al día.
Según las últimas directrices del ACC y la AHA, las personas deberían pensar en las terapias preventivas si su riesgo de sufrir un ataque cardiaco o un ACV en los próximos 10 años es al menos del 7.5 por ciento.
¿Y cómo se sabe cuántas probabilidades se tienen? Los médicos usan desde hace mucho unas calculadoras del riesgo para obtener un estimado.
Las calculadoras varían algo en cuanto a los factores que tienen en cuenta, y en los resultados que tratan de predecir. La calculadora del ACC y la AHA estima los riesgos de sufrir un ataque cardiaco y un ACV, otras se centran en el ataque cardiaco y otras también tratan de predecir una gama más amplia de complicaciones, como la insuficiencia cardiaca o los procedimientos cardiacos invasivos.
Para cualquier médico que haya usado estas calculadoras, los hallazgos probablemente "no le sorprenderán", según Blaha, que reportó los resultados en la edición del 17 de febrero de la revista Annals of Internal Medicine.
"En general soy escéptico con respecto a las calculadoras", comentó. "En la práctica, es habitual obtener un [estimado del riesgo] para un paciente y pensar: 'Esto no parece correcto'".
Uno de los cardiólogos que ayudó a elaborar las directrices del ACC y la AHA se mostró de acuerdo en que la calculadora no debería ser la última palabra.
"Nunca esperamos que ninguna calculadora del riesgo sea perfectamente precisa", dijo el Dr. Donald Lloyd-Jones.
Esas directrices y la calculadora que las acompaña "nunca han tenido la intención de indicar una demarcación clara para 'tratar' o 'no tratar'", dijo Lloyd-Jones, catedrático de medicina preventiva de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad de Northwestern, en Chicago.
Estuvo de acuerdo en que los resultados de la calculadora son solamente un punto de partida. "Pero son un buen punto de partida", añadió.
En general, las calculadoras del riesgo se desarrollan usando los datos de estudios de gran tamaño que dan seguimiento a las personas a lo largo del tiempo, en busca de los factores que se relacionan con el riesgo más alto de sufrir un ataque cardiaco u otros problemas cardiovasculares. Pero esos estudios incluyen los datos de hace décadas, cuando había más personas que sufrían ataques cardiacos y ACV, lo que quizá sea la razón por la que, según el equipo de Blaha, las calculadoras tienden a sobrestimar.
Para realizar el estudio actual, los investigadores realizaron pruebas a diferentes calculadoras usando los datos de un estudio cardiaco relativamente reciente, que empezó en 2000. Contó con un grupo con diversidad racial de más de 4,200 estadounidenses de 50 a 74 años de edad y que no tenían ninguna enfermedad cardiaca al principio del estudio.
El equipo de Blaha comparó las predicciones de riesgo de las calculadoras con las tasas reales de ataques cardiacos, ACV y otras complicaciones de los participantes del estudio a lo largo de 10 años.
Resultó que, de promedio, cuatro de las cinco calculadoras sobrestimaban el riesgo de las personas entre un 8 y un 154 por ciento. La quinta calculadora (la Escala de riesgo de Reynolds) sobrestimó el riesgo en solo un 9 por ciento en los hombres, aunque, por otra parte, sobrestimó el riesgo en las mujeres en un 21 por ciento.
La nueva calculadora del ACC y la AHA sobrestimó el riesgo en un 86 por ciento en los hombres y un 67 por ciento en las mujeres, según los investigadores.
Nada de esto es realmente noticia, dijo Lloyd-Jones. Al desarrollar las directrices, el ACC y la AHA realizaron pruebas con su calculadora en este mismo grupo de estudio y obtuvieron unos efectos parecidos, indicó.
El problema, según Lloyd-Jones, es que este grupo de estudio no es el mejor reflejo del público estadounidense. Les dieron un seguimiento de cerca, les ofrecieron unas TC para detectar los depósitos de calcio en las arterias cardiacas (una señal temprana de problemas cardiacos) y la mayoría, finalmente, terminaron siguiendo una terapia preventiva.
"Ellos realmente no son una representación del 'curso natural' [de las enfermedades cardiovasculares]", dijo Lloyd-Jones. "Estamos intentando predecir qué pasaría si las personas no siguen ninguna terapia preventiva".
La calculadora del ACC y la AHA considera un grupo de factores clave: la edad, el sexo, la raza, el nivel de colesterol y el de la presión arterial, y si una persona fuma o tiene diabetes. Para algunas personas, el riesgo estimado resultante será bastante bajo y para otras será alto.
La preocupación real, dijo Blaha, está en las personas que se quedan en la zona gris intermedia: con un riesgo a 10 años en el rango del 7.5 al 10 por ciento. Si la calculadora del riesgo está sobrestimando sus probabilidades, podrían empezar a tomar estatinas o aspirinas sin que sea necesario.
Blaha dijo que es particularmente importante que se tomen en cuenta unos factores adicionales para esos casos de la zona gris (como, por ejemplo, la obesidad o unos antecedentes familiares fuertes de enfermedades cardiacas o ACV). Las pruebas del calcio en las arterias coronarias también podrían ser una opción, dijo Blaha.
La aspirina y las estatinas pueden tener efectos secundarios, y deberían usarse con precaución, indicó.
"La decisión de empezar a tomar estos medicamentos se ha de tomar con mucho cuidado", afirmó Blaha. "Si alguien parece tener un riesgo intermedio, pero procede de una familia llena de personas que vivieron más de 90 años, sin enfermedades cardiacas, yo no sugeriría que tomara medicamentos, sino solamente una dieta sana y ejercicio".
Lloyd-Jones se mostró de acuerdo. Dijo que la charla entre los médicos y los pacientes (más que la decisión de una calculadora del riesgo) es lo más importante.
"Las enfermedades cardiovasculares son la causa principal de muerte en este país", dijo Lloyd-Jones. "Sabemos qué hacer para reducir el riesgo, pero tenemos que hablar más sobre ello".
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Michael Blaha, M.D., M.P.H., director, clinical research, Johns Hopkins Ciccarone Center for the Prevention of Heart Disease, Baltimore; Donald Lloyd-Jones, M.D., Sc.M., chair, preventive medicine, Northwestern University Feinberg School of Medicine, Chicago; Feb. 17, 2015, Annals of Internal Medicine