La olas de calor y el calor extremo que se está viviendo este verano afectan especialmente a las personas mayores, más aún a aquellas con problemas neurológicos. Estas personas no solo tienen una capacidad reducida para adaptarse a los cambios de temperatura, sino que pueden tener dificultades para comunicar su malestar o necesidad de ayuda, lo que les hace ser especialmente vulnerables.
En lo que va de verano, las altas temperaturas han causado más de 1.150 muertes atribuibles al calor en España, según datos del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III. De ellas, más de 1.100 serían mayores de 65 años.
Penélope Piña, médico en los Centros de Día STIMA, destaca cinco recomendaciones esenciales para proteger a las personas mayores de los peligros del calor.
1. Hidratación constante
La deshidratación puede agravar los síntomas neurológicos y aumentar el riesgo de golpe de calor en las personas mayores. Beber suficiente líquido, incluso sin tener sed es clave. Las personas mayores, en general, deben mantenerse hidratadas continuamente. Se recomienda consumir al menos 1,5 litros al día (unos 8 vasos de agua), aunque esta cantidad se debe aumentar en 500 mililitros por cada grado por encima de los 38ºC. Siempre que las patologías que puedan tener las personas mayores lo permitan, se debe ampliar la variedad de líquidos ingeridos, como tés, zumos de frutas, leche e infusiones.
Es aconsejable beber en pequeñas cantidades a lo largo del día, ya que la distensión gástrica por grandes volúmenes de agua puede reducir la sensación de sed y provocar alteraciones hidroelectrolíticas. En caso de disfagia, se puede recurrir al uso de espesantes y agua gelificada de sabores para asegurar una correcta hidratación. Se deben evitar bebidas deshidratantes como el alcohol y las que contienen cafeína. “Para aquellos que toman diuréticos o tienen restricciones de líquidos, es fundamental consultar con su médico sobre la cantidad adecuada de líquido que deben consumir”, apunta la facultativa.
2. Establecer cambios en la alimentación
Es importante prestar especial atención a la alimentación. Se recomienda incorporar alimentos ricos en agua, como sandía, pepino, melón y fresas. Las frutas y las verduras frescas ricas en agua no solo refrescan sino que pueden enriquecer la dieta, asegurando una ingesta adecuada de nutrientes esenciales para prevenir déficits nutricionales. Es importante alternar entre vegetales cocidos y crudos, correctamente lavados y refrigerados, e incluir hortalizas y verduras de todos los colores para garantizar un correcto aporte vitamínico y mineral.
Se deben priorizar los carbohidratos complejos como arroz, pasta, patata y quinoa, evitando las harinas refinadas y los azúcares añadidos. Las proteínas de alta calidad, como el pollo, el pescado y los huevos, son esenciales, y el pescado graso, como el salmón o el boquerón, proporciona ácidos grasos omega-3 con propiedades antiinflamatorias. Las proteínas vegetales, presentes en legumbres también son importantes. Además, las grasas saludables provenientes de nueces, aguacate y aceite de oliva virgen extra desempeñan un papel cardioprotector, explica la doctora Piña.
3. Permanecer en ambientes frescos
Es fundamental que las personas mayores permanezcan en edificios climatizados. Si no se dispone, se recomienda acudir a centros comunitarios como los centros de día, museos, bibliotecas, y otros edificios que mantienen un ambiente fresco. De esta forma se ayuda a las personas mayores a regular su temperatura corporal. “Los problemas neurológicos que presentan algunas personas mayores pueden afectar la capacidad de una persona para regular su temperatura corporal, por lo que son esenciales ambientes controlados”.
4. Evitar el calor directo del sol
Es vital evitar actividades al aire libre durante las horas de mayor calor (entre las 11:00 y las 18:00). Si es necesario salir, se recomienda utilizar ropa ligera, de colores claros y sombrero o gorra, además de aplicar protector solar cada dos horas. “Los efectos del sol pueden ser más intensos en personas con condiciones neurológicas, ya que aumenta el riesgo de hipertermia, por lo que es importante resguardar a las personas mayores”, destaca la facultativa.
5. Revisar la medición de la temperatura corporal
Se debe revisar de forma regular la temperatura corporal de las personas mayores con problemas neurológicos ya que es una medida preventiva efectiva. Ante cualquier indicio de fiebre o sobrecalentamiento, se debe buscar atención médica inmediata. Un aumento inusual de la temperatura corporal puede ser un signo temprano de golpe de calor y debe ser atendido de inmediato.