El autocuidado de la salud constituye el primer escalón en el mantenimiento de la calidad de vida de cada persona. Cada vez es mayor la evidencia de que un adecuado autocuidado reduce la incidencia de patologías graves que suponen un elevado coste en recursos al sistema sanitario, por lo que la promoción de medidas que lo favorezcan constituye un objetivo de los gobiernos.
Un adecuado autocuidado exige una educación sanitaria básica de la población en la que están implicados todos los agentes sanitarios, tanto las autoridades como los profesionales; en este sentido, el farmacéutico y la farmacia comunitaria tiene una particular responsabilidad, dada su situación privilegiada de accesibilidad a los pacientes y al conjunto de la población, así como por su condición de experto del medicamento. Un autocuidado racional y seguro se fundamenta en un ciudadano bien informado y debidamente asesorado para que pueda asumir con garantías la responsabilidad sobre su propia salud, adoptando las decisiones con criterio riguroso y actual.
Por ese motivo, el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) se ha sumado a la celebración, este 24 de julio) del Día Internacional del Autocuidado de la Salud, con el objetivo de explicar a ciudadanos, profesionales de la salud y autoridades la importancia y la necesidad de una práctica responsable del autocuidado. Una iniciativa a la que se suma la Profesión Farmacéutica, como profesional experto en el medicamento más cercano a la sociedad.
Autocuidado de la Salud y papel del farmacéutico
El autocuidado se puede definir como la actitud y aptitud para realizar de forma voluntaria y sistemática actividades dirigidas a conservar la salud y prevenir enfermedades; y cuando se padece una de ellas, adoptar el estilo de vida más adecuado para frenar la evolución.
Asimismo, la adherencia terapéutica es una cuestión de vital importancia tanto para mejorar los Resultados en Salud de los pacientes como avanzar en la sostenibilidad del Sistema Sanitario. Un cumplimiento terapéutico que puede definirse como el grado de coincidencia entre las orientaciones del personal sanitario —tanto sobre la farmacoterapia como sobre los hábitos o estilo de vida recomendados— y su cumplimiento por parte del paciente. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, la tasa de adherencia al tratamiento en enfermedades crónicas en los países desarrollados se cifra alrededor del 50%.
Un incumplimiento terapéutico que constituye un problema mundial con importantes y graves consecuencias económicas y de salud, cuya tasa de adherencia se encuentra lejos del 80% que se consideraría aceptable para obtener un buen resultado terapéutico y, que en determinados casos como los tratamientos antivirales para las infecciones de VIH y de hepatitis B o C, se requerirían tasas superiores al 95% para alcanzar resultados plenamente satisfactorios.