El vicepresidente de la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac), Vicente Baixauli, ha hecho públicos los datos de su tesis doctoral, realizada bajo la dirección de la vicedecana del Grado en Farmacia de la Universidad CEU Cardenal Herrera, Lucrecia Moreno, y el profesor del Departamento de Farmacia de esta misma Universidad, Luis Salar, en la que concluye que "los farmacéuticos de la provincia de Valencia resuelven cada día de 4 a 9 consultas sobre medicamentos que no están dispensando en ese momento".
Los resultados del estudio, que parte de la observación durante seis meses de una farmacia valenciana seleccionada, según el autor, por su idoneidad para el análisis, y contrastada durante el mismo periodo con otras cuatro farmacias (tres de la provincia de Valencia y una de Alicante)- revela también "que cada una de las consultas sobre medicamentos que no se están dispensando en el momento requieren entre 3 y 10 minutos de atención por parte del farmacéutico, proporcionando en ocasiones información por escrito, y sin cobrar ningún honorario por ello".
El estudio evalúa el impacto positivo de esta labor sobre la salud de los pacientes que realizan las consultas, tanto por su carácter informativo, como por su capacidad para prevenir, identificar y resolver problemas relacionados con los medicamentos (PRM)” y resultados negativos asociados a la medicación (RNM)”.
Según Baixauli, “en el 67% de las consultas se identifican resultados negativos asociados a la medicación RNM y/o problemas relacionados con los medicamentos (PRM) que pueden resolverse y evitarse, con tasas de éxito del 64% y del 94%, respectivamente. La mayoría de los RNM están relacionados con la seguridad del medicamento por el que se consulta al farmacéutico, mientras que los PRM más frecuentes son relativos a la administración errónea del medicamento”.
Servicio de valor añadido
En este sentido, Baixauli opina que “la repercusión de estas consultas en la farmacia sobre la salud de los pacientes o usuarios obliga a considerar su prestación como un servicio profesional farmacéutico diferenciado, de valor añadido para la población”. Por ello, dice, esta actividad de consulta que realiza la farmacia comunitaria “debería protocolizarse, estandarizando las clasificaciones utilizadas, registrarse, incluso retribuirse, ya que estas consultas presentan una importante casuística debido al elevado número de variables que condicionan su atención y resolución”.