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‘Pamacta’ muestra un camino para reducir la resistencia a antibióticos

María Eugenia Martínez, farmacéutica del Hospital Universitario de Getafe, explica los avances cosechados con el Programa de Atención Multidisciplinar en el Asesoramiento y Control de la Terapia Antimicrobiana (Pamacta).
Imagen del Hospital Universitario de Getafe.

Dentro de los problemas de salud pública a los que la Organización Mundial de la Salud otorga más relevancia está el de las resistencias que se están generando a los antibióticos. Como explica María Eugenia Martínez, farmacéutica especialista de área de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario de Getafe, se trata de un "problema multifactorial, aunque una de las principales causas es la mala utilización" de estos productos.

Por eso, dentro de este centro hospitalario se puso en marcha hace ya más de tres años el Programa de Atención Multidisciplinar en el Asesoramiento y Control de la Terapia Antimicrobiana (Pamacta), con el objetivo de optimizar el uso de antimicrobianos en el hospital, "aunque la intención es extenderlo después a Atención Primaria", explica Martínez, "y conseguir que cada paciente reciba el tratamiento óptimo". En sus inicios, el programa fue impulsado por un médico intensivista, que buscó la colaboración de especialistas en Medicina Interna, cirujanos y farmacéuticos. Precisamente ese enfoque multidisciplinar es parte de la fuente del éxito, ya que todos los profesionales afectados están implicados en el proyecto, aunque, hoy en día, se puede afirmar que la farmacia ha asumido un rol de liderazgo.

A través de este programa, lo que se hace es analizar a los pacientes con antibióticos prescritos, teniendo en cuenta, apunta esta farmacéutica especialista, que "a la mitad de los ingresados se les administra un antibiótico". Dentro de ellos, señala específicamente a los de mayor espectro, es decir, aquellos dirigidos a un mayor número de bacterias. "Hay que tener en cuenta que si los usas durante mucho tiempo, generas muchas resistencias y te quedas sin alternativa. Son precisamente éstos los que más hay que controlar", apostilla.

Una vez identificados los pacientes a través de este programa, que se apoya en un soporte informático, se procede a la revisión de sus datos: historia clínica, análisis, etc. "Puede ocurrir que el tratamiento esté perfecto, o bien que sea mejorable, por ejemplo, porque se usa un antibiótico de amplio espectro que no es adecuado. Ejemplo de ello son las infecciones en el sistema nervioso central, donde hay fármacos que funcionan mejor; o los pacientes mayores con insuficiencia renal, que necesitan dosis más bajas porque si no se intoxican", explica, haciendo referencia a los diferentes tipos de intervención que se pueden realizar. "Al final, se trata de usar el antibiótico adecuado, en el paciente correcto y a la dosis y con la duración adecuada", subraya.

Asesorar, mejor que imponer

Martínez matiza, en todo caso, que la función del programa es sólo la de asesorar, siendo el médico el que tiene la última palabra. No obstante, el porcentaje de aceptación por parte de éstos oscila entre el 75-80%. "Lo que más cuesta es cambiar de fármaco cuando el paciente responde bien. Hay veces en que uno tiene miedo, ya que, como médico, tú eres el responsable de ese paciente. Por eso a veces siguen poniendo el antibiótico de amplio espectro al que el paciente está respondiendo bien y, aunque nosotros recomendamos uno de espectro inferior", explica.

En este punto, la farmacéutica del Hospital Universitario de Getafe opina que si el programa fuera impositivo los resultados serían más rápidos, pero sería más difícil sostenerlo en el tiempo. "A nadie nos gusta que nos impongan las cosas. Otra cosa es la asesoría, que se acepta mejor. A nosotros nos ha venido bien, vamos a más y cada vez se incorporan a más pacientes", puntualiza, y hace referencia a los resultados cosechados hasta el momento: se ha reducido un 25% la duración de los tratamientos; ha disminuido considerablemente (no precisa el porcentaje) la utilización de antibióticos de amplio espectro en servicios como el quirúrgico, donde eran muy habituales, y la aceptación de las recomendaciones por parte de los médicos es alta (75-80%).

En lo que respecta a los próximos pasos, más allá de la extensión a Atención Primaria, contemplan la obtención de resultados sobre mortalidad o número de reingresos, para tener una foto más precisa del impacto del programa en la salud y la supervivencia. También la incorporación del personal de Enfermería, para impulsar la prevención de infecciones por uso de recursos sanitarios (por ejemplo, por el uso de catéter), así como extender el programa a un mayor número de pacientes, algo que es básico y que no se ha hecho ya, explica Martínez, "por la falta de recursos, ya que no se ha contratado a nadie para estas funciones". "Eso nos ha obligado a priorizar, ya que lo ideal sería que todos los antibióticos los revisaran profesionales cualificados en infecciosas", culmina, no sin antes resaltar la importancia de contar, para este tipo de programas, con farmacéuticos especializados en Infecciosas, "ya que la farmacoterapia es tan amplia que, sin superespecialización, es difícil controlar todo el abanico".

Sobre este particular, la jefa del Servicio de Farmacia, Teresa Molina, confirma que la apuesta por la formación ha sido "imprescindible", aunque echa en falta disponer de más recursos para ello. No obstante, señala que han desarrollado internamente un área de formación específica en torno a las enfermedades antiinfecciosas, en el que participan también los residentes.

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