Los servicios de vacunación dirigidos por farmacéuticos mejoran, a nivel mundial, la equidad en la inmunización y los resultados de salud pública, según asegura un nuevo resumen ejecutivo publicado por la Federación Internacional de Farmacia (FIP).
El trabajo, con base en datos de 116 países, explora los beneficios de la vacunación en farmacias (PBV, pharmacy-based vaccination), incluyendo un mejor acceso a las vacunas en comunidades desatendidas, la reducción de la presión sobre el sistema de salud y el apoyo a la inmunización a lo largo de la vida. El estudio presenta cinco áreas temáticas: el valor social de la vacunación, los modelos de financiación de la PBV, las barreras para la implementación, las estrategias de adquisición y el impacto económico.
Estudios de caso de Australia, Canadá, Costa Rica, Portugal, Sudáfrica, el Reino Unido y los Estados Unidos ilustran modelos exitosos y lecciones aprendidas. El informe destaca el papel “cada vez más importante de los farmacéuticos como vacunadores y defensores de la salud pública, respaldado por cambios legislativos, reformas en la financiación y la confianza comunitaria”. Igualmente, ofrece perspectivas prácticas para los responsables políticos que buscan integrar la PBV en las estrategias nacionales de inmunización y fortalecer los marcos globales de vacunación.
“Los farmacéuticos ofrecen servicios de vacunación convenientes y comunitarios, complementando los entornos sanitarios tradicionales y abordando las disparidades en la vacunación”, asegura el informe, que indica también que “la evidencia de varios países destaca el impacto económico de la vacunación basada en la vacuna (PBV), con ahorros en costos impulsados por la reducción de hospitalizaciones, consultas médicas y menores gastos de tratamiento”.
La PBV, aseguran, también “contribuye a beneficios económicos indirectos al reducir las pérdidas de productividad, mejorar la eficiencia de la fuerza laboral y mitigar las cargas económicas relacionadas con las enfermedades”, indica el trabajo, afirmando también que “se extiende más allá de los beneficios económicos a resultados sociales más amplios, incluyendo una mayor equidad en la atención médica, un mejor desarrollo cognitivo infantil y una menor resistencia a los antimicrobianos”.
De cara al futuro, plantea la FIP, “un enfoque coordinado que involucre a los responsables políticos, los profesionales sanitarios y las asociaciones farmacéuticas será fundamental para garantizar que la PBV siga siendo una intervención de salud pública sostenible, accesible y eficaz”.