La Unidad de Pediatría del Hospital Universitario de Canarias tenía un problema. Necesitaba identificar la existencia o no de mutaciones en menores con leucemia linfoblástica aguda, ya que de eso dependía la elección de la dosis más adecuada de metotrexato para reducir su toxicidad. Hablamos del año 2012. Y fue entonces cuando Farmacia, Pediatría, Urología y Oncología se pusieron a trabajar juntos en la mejora del procedimiento para realizar dichas determinaciones, hasta que dieron con una solución cómoda y eficiente.
"Fuimos capaces de hacer el genotipado con una metodología que consiste en extraer una gota de sangre seca en un papel", explica Fernando Gutiérrez, farmacéutico responsable de Oncología del hospital. A partir de aquí, lo que hicieron fue un estudio que avalara la metodología, algo fundamental teniendo en cuenta que, hasta ese momento, la determinación no formaba parte de la práctica clínica habitual. "Lo que hicimos fue estudiarlo, y demostramos que, al menos en nuestra población, funcionaba. De este modo, conseguimos que la determinación se incorporara a la cartera", prosigue.
Así se dotaban de un método muy útil y que tampoco comprometía el presupuesto del hospital. "El 90% de las determinaciones costaba menos de un euro", explica Gutiérrez. Hecha la determinación, con la aplicación de técnicas PCR y secuenciación (para grupos reducidos de pacientes) y PCR a tiempo real (en grupos mayores), ofrecían "al médico prescriptor, que es finalmente el que toma la decisión, una herramienta para individualizar los tratamientos de los pacientes".
"El proceso es sencillo. Por ejemplo, en cáncer de próstata, cuando llega un nuevo paciente recibo la llamada del urólogo. A partir de ahí le practicamos la prueba, lo genotipamos y elaboramos un informe que se le envía al médico. Con el informe sobre la mesa, nos reunimos y discutimos los resultados. De ahí puede salir una propuesta de selección de tratamiento", detalla este farmacéutico especialista.
Inicialmente, era él mismo el que hacía las determinaciones, avalado por una corta formación en Biología, su especialidad en Oncología y a los conocimientos clínicos adquiridos en el hospital. Una vez consolidada la práctica, esta labor la asumió una bióloga molecular, de modo que Gutiérrez quedó "con las manos libres para ampliar el proyecto, abriendo el abanico de muestras a medida que íbamos teniendo conocimiento de nuevos biomarcadores que condicionaban la toxicidad, siempre sobre la base de lo establecido en las guías clínicas".
Extensión a otros centros
En cuanto al uso que se está haciendo de la técnica, confirma que "hay oncólogos de otros hospitales que no pueden hacer la determinación y nos mandan la gota de sangre". También han cedido la metodología a coste cero a otros hospitales de las Islas. Sobre la posibilidad de comercializar la técnica, reconoce que nunca han pensado "en patentar, no tenemos esa mentalidad". "Lo que hacemos está en todos los hospitales de Canarias a coste cero", asegura.
Además, organizan todos los años un curso a nivel nacional en el que muestran a otros farmacéuticos su metodología innovadora, la cual estaría siendo aplicada en seis centros. Lo que se necesita, básicamente, es un biólogo molecular y un farmacéutico especializado en Oncología. "La idea con estos cursos es que lo instauren en sus hospitales y compartir después los datos para aumentar la potencia de este proyecto. Nuestro interés no es guardarlo para nosotros, sino que la gente lo implemente", asegura.