La Echinácea era una planta muy familiar para los indios aborígenes de América del Norte. La utilizaban para tratar heridas y mordeduras de serpiente. Es hacia el año 1930 cuando comienza el cultivo y la utilización de la Echinácea, sobre todo en Alemania, país que aporta a los principales estudios y labor científica respecto a sus propiedades.
Por sus propiedades la Echinácea está recomendada como coadyuvante y profilaxis de infecciones recurrentes del tracto respiratorio superior e inferior o afecciones que cursan con catarro común, gripe, tos seca, bronquitis, así como estomatitis y faringitis.
La Agencia Europea del Medicamento (EMA) aprueba el uso de la Echinácea para la prevención y el tratamiento del resfriado común por vía oral. Por vía tópica, se utiliza como coadyuvante en el tratamiento de heridas superficiales de cicatrización lenta, eczemas, quemaduras, inflamaciones o ulceraciones dérmicas
Respecto a su posología por vía oral se administran de 900 a 1000 miligramos al día de raíz fragmentada o pulverizada repartidos en tres tomas, pudiendo ser diferentes preparados galénicos: cápsulas, comprimidos, infusiones, decocciones, extracto fluido o tintura. Para uso externo se utilizarán preparados semisólidos con el 15% del zumo obtenido por expresión.
Asimismo, la Echinácea no se aconseja en niños menores de 3 años. Y, en niños mayores se administrarán en dosis proporcionales a adultos, según edad y peso corporal del niño. En cuanto a posibles interacciones la acción inmunoestimulante de la Echinácea podría plantear interacciones con terapias inmunosupresoras.Por lo cual, como medida precautoria no debe asociarse a tratamientos con corticoides inmunosupresores o citostáticos.
Por último, se considera que los preparados de Echinácea carecen prácticamente de toxicidad por vía oral.
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