La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) sitúan a la resistencia antimicrobiana (RAM) como una amenaza para el conjunto de Europa y reclaman “con urgencia”, inversiones sólidas para avanzar en su erradicación
El primer informe de Vigilancia de la resistencia a los antimicrobianos en Europa, publicado conjuntamente por el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) y la Oficina Regional de la OMS para Europa aporta la visión general paneuropea de la situación de la resistencia a los antimicrobianos (RAM), con datos de 2020.
Según sus datos en el Espacio Común Euroeo (EEE) ocurren al año más de 670 000 infecciones bacterianas resistentes a los medicamentos y aproximadamente 33 000 personas mueren como consecuencia directa de estas infecciones, la carga para la salud de la RAM es comparable a la de la gripe, la tuberculosis y el VIH/SIDA combinados.
Los resultados presentados en el informe muestran claramente que la RAM está muy extendida en todos los países, aunque asegura que aún “evaluar la magnitud exacta de la RAM sigue siendo un desafío en muchos entornos, es evidente la presencia de patrones específicos de RAM en los entornos clínicos cubiertos por las redes de vigilancia”.
Preocupan especialmente los altos porcentajes de resistencia a cefalosporinas de tercera generación y carbapenémicos en K. pneumoniae, y altos porcentajes de Acinetobacter spp en varios países y junto a ello, “las serias limitaciones en las opciones de tratamiento para pacientes con infecciones causadas por estos patógenos”.
Estos resultados, según el informe, subrayan la necesidad de una acción concertada para combatir la resistencia a los antimicrobianos en toda la región europea de la OMS.
La resistencia a los antibióticos de última línea, como la vancomicina y los del grupo de los carbapenémicos, es un problema importante. Cuando estos antibióticos ya no son efectivos, existen opciones de tratamiento muy limitadas que podrían no funcionar en todas las situaciones, lo que a veces puede conducir a resultados fatales. La resistencia a los antibióticos de última línea también compromete la eficacia de las intervenciones médicas que salvan vidas, como el tratamiento del cáncer y el trasplante de órganos.
Nicolas Gonzalez Casares: