La presunta eficacia que prometen las pseudoterapias es un valor mucho más confiable que la validez científica que puedan contener. Así lo asegura un estudio español elaborado por la Universidad Complutense, Ciberesp, Imiens y el ISCIII y que recientemente ha sido publicado en el International Journal of Public Health.
El trabajo, asegura que en España, su uso, al igual que en otros países también es prevalente,” a pesar de los altos niveles de confianza en la medicina convencional y en los profesionales de la salud,”. Según se explica en el trabajo, los autores realizaron un estudio trasversal de la encuesta realizada a 5.200 personas por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Los resultados indican que la prevalencia del uso de pseudoterapias, por ejemplo, en cuestiones como la homeopatía o acupuntura, en algún momento de la vida fue del 19,6 %, más alta en mujeres que en hombres (24,9 % frente a 14,2 %,). De los participantes que reportaron el uso de pseudoterapias, el 26,3% las utilizó como terapia alternativa y el 73,5% como terapia complementaria
El perfil sociodemográfico del usuario de pseudoterapia en España según la encuesta “es el de una mujer de clase media/alta, con estudios universitarios superiores e ideología política progresista”. Así los autores del estudio explican que el uso de pseudoterapias “puede implicar verdaderos riesgos para la salud porque este uso se basa en publicidad engañosa sobre los efectos terapéuticos esperados, y esto puede favorecer el retraso o la sustitución de los tratamientos convencionales, o incluso reducir la eficacia de estos últimos”.
El uso de pseudoterapia “se ha relacionado con experiencias negativas con la medicina convencional basada en la evidencia, que van desde una interacción negativa médico-paciente hasta la percepción de la ineficacia de la medicina convencional, pasando por los efectos secundarios de los tratamientos convencionales”.
De esta forma, explican, “el uso de pseudoterapias estaría motivado por ser percibidas como libres de riesgo, en parte porque su desarrollo no ha sido influenciado por los intereses de las compañías farmacéuticas. Sin embargo, la motivación para el uso de pseudoterapia no se deriva simplemente de un rechazo a la medicina convencional o una mala percepción de los sistemas de salud. Por el contrario, los usuarios de pseudoterapia se definen como sujetos proactivos con capacidad para elegir sus tratamientos y, por ello, realizan una búsqueda individualizada de aquellos tipos de tratamientos que creen que serán efectivos para ellos.
Para ello, llevamos a cabo un estudio transversal de la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología 2018 [3] de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Esta 9ª edición de la encuesta incluyó por primera vez una pregunta sobre el uso de pseudoterapias. También recopiló datos sobre la percepción de la población sobre las pseudoterapias y opiniones sobre la ciencia y la medicina, junto con variables contextuales sociodemográficas.
El trabajo concluye asegurando que “uso de pseudoterapia está asociado con la confianza en su utilidad, independientemente de la evaluación de los usuarios sobre su validez científica”. Igualmente asegura que “estudios previos que analizaron encuestas EPSCYT anteriores encontraron que la aparente validez científica con la que se presentan las pseudoterapias podría desempeñar un papel importante en su uso. Sin embargo, nuestros resultados sugieren que la percepción de validez científica de las pseudoterapias es más bien una justificación a posteriori del uso motivada por su aparente eficacia”.
Este hallazgo concluye “es relevante para desarrollar estrategias encaminadas a reducir el uso de pseudoterapias, actuando tanto a nivel de su presentación y marketing, como a nivel del personal sanitario que en ocasiones recomienda su uso”.