Estos días se celebra en Barcelona el congreso anual de la Sociedad Española de Obesidad(SEEDO). En la presentación del encuentro Cristóbal Morales, vocal de la Sociedad Española de Obesidad(SEEDO) y endocrinólogo del Hospital Universitario Virgen Macarena, ha hecho hincapié en que “el tratamiento de la obesidad debe ser precoz, global… y tiene que estar financiado; el Ministerio tiene que dar el paso y tratar esa enfermedad como se tratan la hipertensión o la diabetes. Hay que cambiar el relato y nuestra actitud”.
En las sesiones del día siguiente, la cuestión ha vuelto a abordarse, y varios especialistas han hablado de auténtica “discriminación” no solo en el marco social, sino en el administrativo, puesto que el acceso a las terapias depende del poder adquisitivo de los pacientes, ha dicho Nuria Vilarrasa,especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona).
“Es difícil encontrar una patología que no sea más prevalente en una persona con obesidad que en una persona con normopeso, ni condición cuya gravedad no empeore ante la aparición de obesidad”, ha añadido. Este impacto sistémico de la obesidad tiene su origen en un“hilo etiopatogénico”: Cuando la grasa corporal excede la capacidad de depósito a nivel subcutáneo, se deposita a nivel visceral en diversos órganos (corazón, hígado, riñón, páncreas), dañándolos. Los adipocitos o células grasas liberan sustancias que aumentan el estado inflamatorio y la resistencia a la insulina; todo ello dará lugar a la afectación de la mayoría de los órganos. Por este motivo, detalla la Dra. Vilarrasa, “la obesidad causa muchas enfermedades directamente y también provoca graves complicacionesque se derivan de las mismas, como las psicológicas”.
No obstante, losfármacos actualmente comercializados para el tratamiento de la obesidad no están financiados por el Sistema Nacional de Salud, lo que supone una discriminación frente a otras enfermedades crónicas, lamentan los especialistas.
María del Mar Malagón, presidenta de la SEEDO, habla de “muchas obesidades, no una sola”, aunque se aprecian consecuencias compartidas en el exceso de peso, tales como la insuficiencia cardiaca y renal, el deterioro cognitivo y el cáncer. La enfermedad se cobra 2,8 millones de vidas al año.
La recomendación es clara: “Debemos dejar de estigmatizar esta enfermedady tratarla como una enfermedad crónica con una gran repercusión en salud y que requiere un manejo activo tanto a nivel preventivo como terapéutico. La base de su tratamiento es realizar una dieta saludable y actividad física, pero si eso no es suficiente en la actualidad disponemos de fármacos que ayudan a controlar la ingesta”, reconoce esta especialista.
El uso de los tratamientos, al no estar financiados, se encuentra limitado por las condiciones económicas del paciente”, admite la Dra. Nuria Vilarrasa, algo que“supone una gran discriminación frente a otras enfermedades crónicas”. Por otro lado, en los casos de obesidad grave, la cirugía de la obesidad o cirugía bariátrica es el tratamiento más efectivo para alcanzar una pérdida de peso muy significativa y mantenida en el tiempo, pero “también nos encontramos con la limitación que suponen las largas listas de espera”, denuncia esta experta.
La Dra. Vilarrasa reconoce que “los profesionales de salud que nos dedicamos a la obesidad vemos por fin la ‘luz’, después de muchos años sin posibilidades de tratamientos efectivos”. En los últimos años se ha avanzado mucho en el conocimiento de las bases biológicas de esta enfermedady se han desarrollando fármacos muy efectivos, que ayudan al control de la ingesta y con estudios muy sólidos que muestran pérdidas significativas de peso (entre el 15-20% del peso corporal inicial); “son resultados muy esperanzadores y similares a los obtenidos con algunas técnicas quirúrgicas”.
En la experiencia del paciente, los expertos aprecian evidencias de graves situaciones de marginación, dificultades sociales y laborales, y definen la obesidad como una enfermedad “total” -que afecta a muchos sistemas del organismo y tiene su origen en una compleja red de factores de riesgo-, “estigmatizada y discriminada”.