La Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) y la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) unen de nuevo sus fuerzas en torno al Día de la Obesidad, que en esta ocasión pone el foco en la investigación y su trascendental valor para asegurar un futuro más óptimo en este ámbito.
“La investigación es la clave para conseguir un mundo sin obesidad”, como reconoce la investigadora y profesora Gema Medina-Gómez, Profesora Titular y coordinadora del Grupo de Trabajo de Investigación Traslacional en Obesidad de la SEEDO, para quien “es fundamental el papel que tiene la investigación en el conocimiento de la obesidad como enfermedad, para poder llegar a un diagnóstico precoz, para evitar otras enfermedades asociadas a la obesidad (diabetes, hígado graso, enfermedad renal y cardiovascular, e incluso varios tipos de cáncer) y para desarrollar futuros tratamientos”. Sin duda, asegura esta profesora de la Universidad Rey Juan Carlos de Alcorcón, “la investigación es la kriptonita de la obesidad” y, a pesar de las dificultades, “debemos apostar por un futuro con menos obesidad”.
en la misma línea se pronuncia Irene Bretón, presidenta de la Fundación de la SEEN (FSEEN) y miembro del Comité Gestor del Área de Obesidad de esta sociedad científica, quien considera que “en esta enfermedad, como en otras, sin investigación no se puede avanzar”. Y la realidad lo confirma con hechos, “con progresos significativos que están permitiendo una medicina más personalizada en obesidad, siendo posible no solo identificar los factores que influyen en cada persona sino también elegir el tratamiento más adecuado”. Los avances en los últimos años son muy alentadores, disponiéndose de tratamientos más eficaces y seguros y, para los casos más graves, de técnicas de cirugía bariátrica con mejores resultados a largo plazo.
Sin embargo, los resultados de la investigación básica tardan un tiempo en trasladarse a la práctica clínica habitual. Por eso, según la Dra. Bretón, “es tan importante organizar acciones como la que celebramos hoy, que acerquen la investigación a la ciudadanía”, más aún cuando, a diferencia de lo que sucede con otras enfermedades, “algunas personas aún siguen considerando que la obesidad se produce únicamente por un estilo de vida inadecuado y que es una responsabilidad exclusiva de la persona que la padece”. Este desconocimiento de la obesidad como enfermedad, de los múltiples factores que influyen en su desarrollo y en su mantenimiento, “condiciona que aún no se le preste a la investigación en obesidad la importancia que merece”, afirma la Dra. Bretón.
La investigación en obesidad resulta fundamental para conocer mejor cómo se produce esta enfermedad y cómo se desarrollan sus complicaciones. Pero, además, “la investigación también nos ayudará a comprender mejor la importancia de los factores ambientales, como los disruptores endocrinos, con efecto obesogénico, entre otros muchos”, señala Bretón.
Las líneas de investigación abarcan aspectos muy diversos, que incluyen los factores genéticos, el balance energético (la ingesta y el gasto metabólico), la fisiología y fisiopatología del tejido adiposo y cómo se relaciona e influye en otros órganos y tejidos, o el papel de la microbiota, por poner sólo algunos ejemplos. De especial interés resulta la investigación sobre la activación de la grasa parda como nueva diana en el tratamiento e incluso en la prevención de la obesidad.
En la actualidad hay diferentes líneas de investigación centradas en el estudio de hormonas, péptidos o moléculas, cuyo fin es disminuir el acúmulo de grasa y evitar su efecto tóxico en otros tejidos diferentes al tejido adiposo. De esta forma, según indica la Dra. Gema Medina, “se evitaría la aparición de comorbilidades asociadas a la obesidad, como la diabetes, la enfermedad cardiovascular o la enfermedad renal”. Se está trabajando en el desarrollo de tratamientos mejores y más seguros, “donde la investigación básica y traslacional contribuyen a ampliar los conocimientos de los mecanismos de estas moléculas u hormonas que sentarán las bases para identificar nuevas y mejores opciones terapéuticas”, afirma esta representante de la SEEDO.
La realidad clínica refleja que la situación de la obesidad en España es muy preocupante, siendo la enfermedad metabólica más importante y favoreciendo consecuencias muy graves para la salud. Nuestro país se sitúa prácticamente a la cabeza de los países europeos en obesidad, con tasas de exceso de peso (sobrepeso y obesidad) superiores al 60% La prevalencia no está descendiendo, un hecho especialmente significativo en la población infanto-juvenil.
En un reciente estudio de base poblaciones entre familias españolas para valorar el impacto de la pandemia en la obesidad infantil y en la adolescencia (Qustodio: plataforma de seguridad y bienestar digital para familia) se determina que “las principales causas del repunte en las tasas de obesidad infantil y la adolescencia tras la pandemia son el mayor tiempo en pantallas (ordenador, móvil, tabletas electrónicas) y el menor tiempo de actividad física (30% de los niños pasan menos de 1h diaria al aire libre), lo que se traduce en que aproximadamente el 72% de los niños y adolescentes realiza menos actividad física que antes de la pandemia”, como destaca el Dr. Gilberto Pérez, miembro del Àrea de Obesidad de la SEEN. Para revertir esta situación, Gilberto Pérez demanda, sobre todo, “más investigación y medidas para incentivar la actividad física entre los más jóvenes”.
En este sentido, como reconoce Irene Bretón, “se están realizando diversas acciones que intentan prevenir la obesidad, pero, en general, son inconexas y no tienen el impacto previsto”. Por otro lado, añade, “las personas con obesidad no siempre pueden acceder a la atención clínica que precisan y sufren un estigma injustificado a muy diversos niveles”.
Partiendo de esta realidad, se confía en que un mayor apoyo a la investigación en esta área y una difusión adecuada de sus resultados pueda contribuir a un mejor conocimiento de la obesidad como enfermedad crónica con graves consecuencias para la salud. “Sin investigación no se puede avanzar en el conocimiento y en el control de esta enfermedad”, recalca la presidenta de la FSEEN.
Además, se considera que la inversión en investigación puede tener un efecto positivo también a nivel socioeconómico, más aún cuando se ha puesto de relieve (en un estudio realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE), que en España la obesidad reduce en 2,6 años la esperanza de vida y es responsable del 9,7% del gasto sanitario. Este estudio sugiere que por cada euro invertido en la prevención de la obesidad en España se recuperarían seis.
España es un país de referencia mundial en la investigación de la obesidad, con investigadores que son reconocidos internacionalmente y con trabajos publicados en revistas de alto impacto. Sin embargo, como denuncia Gema Medina, “el esfuerzo de esos investigadores es máximo con la poca financiación que se destina a investigación en este país”. Todavía estamos por detrás de muchos países europeos en financiación y, sobre todo, en la investigación más básica y traslacional, “donde los logros no son inmediatos y suelen pasar muchos años hasta que llegan a la práctica clínica”, aclara esta experta.
Por todo ello, se demanda un esfuerzo colectivo, liderado por políticos y sanitarios, para invertir en la investigación. “Es indispensable que políticos, sanitarios, educadores y la sociedad en general nos convenzamos de ello; además de responsabilidad individual, también necesitamos una responsabilidad político-social”, reclaman Medina y Bretón, quienes consideran que, además de contar con un plan nacional para reducir la obesidad infantil de España, “urge un plan nacional general”.
Por su parte, la asociación ABHispalis, como representante de los pacientes que viven con obesidad, ofrece su pleno apoyo a todas las iniciativas en el ámbito de la investigación que puedan ayudar a comprender mejor los mecanismos involucrados en el desarrollo de esta enfermedad y que puedan dar lugar a nuevas opciones de tratamiento.