LUNES, 28 de septiembre de 2015 (HealthDay News) -- Experimentar unos niveles altos de estrés mental en cualquier momento de la vida (aunque solo sea en la niñez) podría aumentar el riesgo de enfermedad cardiaca, accidente cerebrovascular (ACV) o diabetes en la adultez, sugiere un estudio reciente.
"El hallazgo más sorprendente de nuestro estudio, y quizá el que más da en qué pensar, es que los niveles altos de distrés infantil predijeron un mayor riesgo de enfermedad en la adultez, incluso cuando no había evidencia de que esos niveles altos de distrés persistieran en la adultez", señaló la autora del estudio, Ashley Winning, investigadora postdoctoral de la Facultad de Salud Pública T.H. Chan de la Universidad de Harvard, en Boston.
"Se debe prestar una mayor atención al distrés psicológico en la niñez", planteó Winning. "Es un problema importante en sí mismo, y podría también plantear una trayectoria de riesgo de mala salud a medida que la gente envejezca".
Los hallazgos aparecen en la edición en línea del 28 de septiembre de la revista Journal of the American College of Cardiology.
Los investigadores siguieron a más de 6,700 personas desde los 7 hasta los 42 años de edad, y evaluaron sus niveles de distrés psicológico en seis momentos distintos. A los 7, a los 11 y a los 16 años de edad, los maestros calificaron los síntomas de depresión, agitación, mala conducta, hostilidad, ansiedad y problemas relacionados de los participantes. Los participantes reportaron sobre su propia salud mental a los 23, los 33 y los 42 años de edad.
Entonces, a los 45 años, se evaluaron el colesterol, la frecuencia cardiaca, la presión arterial y otras características de los participantes para medir el estado de su sistema inmunitario, junto con su salud cardiaca y metabólica.
El riesgo de enfermedad cardiaca y trastornos metabólicos fue más alto entre los que experimentaron estrés durante todas sus vidas. Pero los que sufrieron distrés psicológico solo en la niñez o solo en la adultez también tenían un riesgo más alto que los que no pasaron por periodos emocionales tormentosos.
Los investigadores ajustaron sus hallazgos para tomar en cuenta otras cosas que podrían afectar a la salud, como el estatus socioeconómico, el peso, los problemas tempranos de salud, la dieta, el ejercicio, los antecedentes de tabaquismo y el uso de medicamentos.
Winning enfatizó que experimentar estrés en la niñez no hace que sea inevitable que una persona sufra un ataque cardiaco o ACV, ni que contraiga diabetes. Aunque el estudio mostró una asociación, no probó que el estrés provoque problemas cardiacos posteriores.
Dijo que varios factores podrían contribuir a los riesgos de salud planteados por el estrés. Incluyen cambios físicos que surgen del estrés y conductas que las personas adoptan en respuesta al estrés extremo, como fumar o una actividad física inadecuada.
"Concentrarse en el desarrollo emocional temprano y ayudar a los niños a aprender a regular las emociones de forma eficiente podría ser un objetivo importante para los esfuerzos de prevención de las enfermedades y de fomento de la salud", añadió Winning.
El Dr. David Freedman, un cardiólogo, se mostró de acuerdo en que una forma de contrarrestar el riesgo es que las personas desarrollen unas habilidades efectivas de gestión del estrés.
"Quizá una estrategia de manejo conductual adecuado tanto en la niñez temprana como en la adultez, además de un reentrenamiento cognitivo temprano para las personas que han tenido problemas personales que provoquen distrés o trauma, podría conducir a unos mejores resultados cardiovasculares", sugirió Freedman, jefe de servicios de insuficiencia cardiaca congestiva del Hospital Franklin de North Shore-LIJ en Valley Stream, Nueva York.
Desarrollar resiliencia con el tiempo también podría ayudar, dijo Alison Holman, investigadora del programa de ciencias de la enfermería de la Universidad de California, en Irvine.
"Muchos factores contribuyen a la resiliencia", afirmó. "Tener una sensación de control sobre la propia vida, contar con la ayuda de un adulto que ofrezca respaldo (como un maestro, consejero o entrenador), buscar conseguir el dominio sobre un área de la vida y el respaldo general de otras personas cercanas ayudan a proteger a quienes se enfrentan a un trauma".
Los padres pueden ayudar a sus hijos a enfrentar la adversidad al ofrecer todo el cariño, aceptación, apoyo y comprensión que puedan, y enseñándoles a manejar sus emociones sin culpar, negar o atacar a otros, comentó Holman.
"Ayudar a los niños a aprender a manejar sus emociones cuando surgen es esencial", aseguró Holman. "Una buena crianza e inculcar hábitos saludables que respalden un equilibrio emocional también es una buena idea. Por ejemplo, ayudarles a aprender a comer bien y a incorporar el ejercicio en sus vidas es de verdad importante, y tendrá un impacto sobre cómo se sienten y responden al estrés que les rodea".
En la adultez, darse cuenta de que no se puede cambiar el pasado también es importante, añadió Holman.
"Usted puede controlar lo que hace de ahora en adelante, así que no se obsesione y simplemente tome las medidas que pueda para vivir ahora una vida saludable y rica", aconsejó.
Artículo por HealthDay, traducido por Hola Doctor
FUENTES: Ashley Winning, Sc.D., M.P.H., postdoctoral research fellow, Department of Social and Behavioral Sciences, Harvard T.H. Chan School of Public Health, Boston, Mass; David A. Friedman, M.D., chief, congestive heart failure services, North Shore-LIJ's Franklin Hospital, Valley Stream, N.Y.; E. Alison Holman, Ph.D., F.N.P., program in nursing science, University of California at Irvine; Sept. 28, 2015, Journal of the American College of Cardiology, online