Artículo de opinión de José María López Alemany, director de Diariofarma
Parece que el gasto en medicamentos y productos sanitarios, pero muy especialmente el dedicado a la hepatitis C ha sido uno de los responsables del descalabro que han sufrido las previsiones del Gobierno respecto al déficit público. Al menos, así se quiere hacer ver por los responsables del Ministerio de Hacienda que han apuntado a esta causa en el análisis realizado para evaluar las causas de la desviación del déficit. En 2015 las cuentas de las Administraciones Públicas registraron un déficit del 5,16% del PIB, lo que supone una desviación del 0,96 respecto del objetivo marcado para 2015. Ese déficit, convertido en euros, supone ni más ni menos que 55.755 millones.
El gasto en medicamentos para la hepatitis C, según ha indicado el Ministerio de Hacienda, ascendió en 2015 a 1.090 millones de euros, un poco por encima del tope que estableció el Gobierno en diciembre. Esta cifra supone solo el 1,9% del déficit de las administraciones públicas. Por ello, me parece una afirmación demasiado atrevida el decir que el déficit es causado por la hepatitis. Hay un 98% de gasto que no es hepatitis. Si analizamos exclusivamente sobre la desviación registrada en el déficit (0,96% del PIB, lo que supone 10.373 millones de euros), el impacto de estos fármacos sube, pero se queda en un 10,5%.
Pero si en vez de fijarnos solo en la enfermedad de moda, miramos la totalidad del gasto, veremos que el incremento del gasto en productos farmacéuticos y sanitarios en 2015 ha sido del 9,2% (9,45% si se tienen en cuenta solo a las comunidades autónomas). Ese incremento, supone un total de 1.760 millones de euros. Esta cifra supondría el 3,15% del déficit total registrado y un 17% de la desviación.
Vivimos un momento histórico en el que tenemos al alcance de la mano erradicar una enfermedad que es responsable de numerosas muertes, pérdidas de años de vida y gasto sanitarios y sociales. Es un momento que no se puede dejar pasar ya que supondría condenar a muerte a personas que pueden ser curadas. Por ese motivo, he aplaudido el Plan de Hepatitis C establecido por el Gobierno ya que ha posibilitado algo que parecía muy difícil. Hacerlo tenía un coste, es cierto. Una inversión que aporta valor actual y futuro y que el Ministerio de Hacienda debería tener en cuenta en forma de productividad, horas de trabajo recuperadas, reducción de bajas laborales, etc.
No creo, por tanto, que sea justo poner el foco en la hepatitis C. Tampoco en el resto de los tratamientos farmacéuticos que durante el pasado año crecieron en línea con el PIB, un 3,4%. Tal vez las causas haya que buscarlas en los fastos preelectorales, las prisas por las obras y las inauguraciones y la puesta en marcha de servicios innecesarios que consumen muchos y muchos recursos.
Todo ello, sin tener que bajar la guardia y el control del consumo farmacéutico para seguir avanzando en eficiencia y uso racional de los medicamentos para dedicar ni un euro más de lo necesario a Farmacia, pero ni un euro menos de lo imprescindible.