Opinión

Del próximo ministro espero muchas decisiones, pero basadas en evidencia

Artículo de opinión de José María López Alemany, director de Diariofarma, sobre el cambio de Gobierno y los retos que tiene ante sí el nuevo ministro de Sanidad

Artículo de opinión de José María López Alemany, director de Diariofarma.

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Quien nos iba a decir el pasado 24 de mayo que el horizonte de estabilidad para el Gobierno Rajoy, conseguido gracias a la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado de 2018, en vez de ser de dos años, hasta alcanzar el fin de la legislatura, no iba a durar ni 10 días.

La vertiginosidad con la que se han desarrollado los acontecimientos hace que todavía sea difícil hacernos a la idea de lo que ha ocurrido. Aún así, no es momento de que toda la acción de Gobierno, y menos en Sanidad, quede paralizada.

Y una manera de que la Sanidad no quede paralizada es que quien se ponga al frente del Ministerio sea alguien que llegue con la lección aprendida. Por ese motivo, creo que sería muy importante que ese nuevo ministro o ministra sea alguien que conoce el sector y sus retos actuales y está dispuesto a dar a la Sanidad y al ministerio del ramo la importancia que realmente tiene. En este sentido, también me gustaría que el próximo ministro tenga una menor dependencia del departamento de Hacienda y que pueda desarrollar políticas con el ojo más clínico y no, solo, con el bolsillo. Llevamos ya muchos años (y muchos ministros, hasta 22 en 40 años de Democracia) en los que el Ministerio de Sanidad se utiliza como plataforma de lanzamiento político o como premio por los servicios prestados. Y creo que es momento de cambiar esto.

El próximo ministro, al que felicito desde estas líneas y le deseo toda la suerte del mundo, no va a tener fácil realizar reformas. Es más, será casi imposible debido a la aritmética parlamentaria. Si el Partido Popular no ha podido en los dos años primeros de legislatura, será difícil que el nuevo Gobierno lo consiga. No obstante, hay muchas cuestiones que no requieren pasar por el Parlamento para revitalizar el sector y solo necesitan de impulso político y trabajo. Me estoy refiriendo a los múltiples reglamentos (reales decreto) que están en tramitación y que son demandados por el sector desde hace mucho tiempo. Aquí hay mucho trabajo pendiente que espero que el ministro y su equipo ejecuten.

Las cuestiones pendientes en materia farmacéutica para el próximo ministro

También me refiero a la agilidad de las decisiones de financiación y precio. En este sentido, sería una mala noticia para los pacientes, para el SNS y para los agentes del sector que se retrasaran más de lo estrictamente entendible la toma de decisiones de financiación de nuevos medicamentos.

El copago y el Real Decreto-ley 16/2012

En lo que, seguro que no se retrasará demasiado la toma de decisiones y formará parte de los primeros paquetes de medida del Gobierno de Pedro Sánchez, es en todo lo referido a la derogación, parcial, del Real Decreto-ley 16/2012. Por ese motivo, más allá de lo referido a la Universalidad, que tiene sentido, aunque haya que regularlo adecuadamente, hay otras cuestiones que considero que se deben hacer con sosiego. Por ello, me gustaría pedir al próximo inquilino de Paseo del Prado 18 que antes de tomar determinadas decisiones evalúe las consecuencias a tener, especialmente a largo plazo.

Creo que no hay nada más social (y socialista) que hacer que quien más tiene más pague y quien menos tiene menos pague. Aunque ha sido caballo de batalla política en los últimos seis años, creo que deben aprovechar la oportunidad para avanzar en el modelo de copago según renta y tomar decisiones en base a la evidencia, como debe hacerse en Sanidad. Eso sí, corrigiendo sus desajustes, que los tiene, estableciendo mejor los tramos, ampliando las exenciones, fijando nuevos topes, etc. Pero creo que sería un garrafal error regresar al modelo de exención por edad. Un modelo que ha demostrado propiciar el acopio indiscriminado de medicamentos, propiciando el despilfarro, y que perjudicaba a los más desfavorecidos si tenían menos de 65 años.

Además, en relación al copago, se ha visto que la falta de acceso que muchos pacientes achacan al coste de los medicamentos es independiente de que en la actualidad haya múltiples ayudas. Un ejemplo es la Comunidad Valenciana, que, a pesar de que ofrece ayudas a múltiples colectivos, es la tercera región en la que sus habitantes dicen tener más dificultades para acceder a los medicamentos a consecuencia de su coste, según el último barómetro sanitario. Probablemente, por tanto, la queja sea más política más que real.

Y, lo más importante. El supuesto recorte no parece haber tenido efecto en la esperanza de vida de los españoles que, seis años después de los recortes, tienen una esperanza superior a antes de la crisis. Por ese motivo, vuelvo a pedir que las decisiones no se precipiten y se analice la evidencia. Una evidencia que, lamentablemente, no han podido, o más bien querido, aportar los ministros de Sanidad de Rajoy.

Más allá, no creo que el copago deba ser una cuestión política. En ningún otro país se utiliza como arma electoral y, por el contrario, se entiende como lo que es, una manera de concienciación para el uso correcto de los recursos.

Convenio con Farmaindustria

También me gustaría que el nuevo ministro pensara, durante un momento, en los efectos que ha tenido el convenio de Farmaindustria, otra de las medidas contra las que han alzado la voz los socialistas, en el control del gasto farmacéutico. En los tres años que ha estado en vigor, siendo consciente de que se ha beneficiado de la reducción del gasto en hepatitis C, lo que está claro es que se ha mantenido en una senda de crecimiento muy asumible, por debajo del PIB.

A este respecto, actualmente el gasto en medicamentos, tanto atención primaria como hospital y productos sanitarios, se encuentra en cifras cercanas a los 21.000 millones de euros, suponiendo aproximadamente la tercera parte de la inversión sanitaria del país, que está en torno a los 62.000 millones. Si uno de los objetivos del PSOE es pasar de una inversión en Sanidad del 5,9% del PIB al 7%, eso supone casi 12.000 millones de euros más para la Sanidad, un incremento del 18,6%, a lo que habría que sumar el propio crecimiento del PIB. ¿Nada de ese incremento sería para medicamentos o productos sanitarios? ¿Iría todo a salarios y otras inversiones? Por que en el momento en que se destinara algo, como sería lógico, a medicamentos, el crecimiento de esta partida sería superior al PIB. Y eso no tiene por qué ser bueno, ni malo, si no va acompañado de un análisis y de una evaluación para que la inversión sea lo más eficiente posible.

Pensando en el futuro

Creo que el resumen de todo lo que me gustaría que hiciera el nuevo ministro de Sanidad se resume en que tome decisiones. Y que lo haga en base a la evidencia y pensando en lo que quiere que sea el sistema sanitario dentro de 25 años, el que debemos legar a nuestros hijos y nietos y no en función de creencias o dogmas partidistas. Eso, y que tenga una colaboración madura, sincera y leal con las comunidades autónomas y con los agentes del sector, a la búsqueda de la gestión más eficiente y de calidad del sistema sanitario.

Se abre, por tanto, un horizonte de nuevos retos y oportunidades, que espero que el nuevo equipo sea capaz de aprovechar en toda su extensión, olvidándose de los partidismos y evaluando la evidencia disponible antes de tomar las decisiones. Estaremos aquí para contarlo, alabarlo y criticarlo.


José María López Alemany es director de Diariofarma.

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