Teniendo en cuenta que la polimedicación afecta sobre todo a personas mayores, que pueden tomar una media que oscila entre cinco fármacos a los 65 años y siete a los 85, muchas veces para tratar enfermedades crónicas, la publicación Pharmacy Times sugería recientemente seis preguntas que pueden ayudar a evitar el uso innecesario o inadecuado de los medicamentos.
¿Está usando el paciente la medicación de acuerdo con sus indicaciones aprobadas?
Una forma relativamente fácil de eliminar fármacos innecesarios es preguntar por las prescripciones fuera de indicación, dice el artículo. Por ejemplo, la naltrexona oral está aprobada para el tratamiento de la dependencia del alcohol y los opioides, pero hay indicios preliminares que sugieren que podría ser beneficiosa en el tratamiento de los trastornos del control de impulsos como la cleptomanía, la ludopatía y otras conductas compulsivas. Otros usos fuera de indicación son la prevención de las autolesiones y la fibromialgia. No obstante, el farmacéutico debe saber que los datos de los que se dispone en la actualidad no son necesariamente lo bastante sólidos para garantizar una prescripción con dichas indicaciones.
El profesional de farmacia debería ponerse en contacto con el prescriptor en estas situaciones, ya que algunas condiciones crean complejas situaciones de atención, y asegurarse de que la polimedicación en estas situaciones es legítima.
¿Puede haber interacciones entre medicamentos?
Es importante para farmacéuticos y prescriptores hacer un esfuerzo para reducir el número de medicamentos que un paciente consume para reducir al mínimo el riesgo de interacciones, que pueden ir de leves a graves.
Los sustratos de CYP3A4, por ejemplo, reducen los efectos de aproximadamente la mitad de todos los medicamentos comercializados. Este tipo de interacción, más frecuente de lo que se cree, puede atribuirse de forma errónea a una falta de respuesta del paciente.
Además, en 2015 se identificaron los anticolinérgicos como factores de riesgo de declive cognitivo cuando se toma más de un fármaco de esta clase.
¿Toma el paciente suplementos?
El riesgo de problemas de polimedicación va más allá de los causados por medicamentos de prescripción.
Muchos pacientes creen que los suplementos nutricionales carecen de efectos adversos, de forma que las consecuencias de interacciones potenciales por éstos no se tiene presente.
El paso más importante que el farmacéutico u otros profesionales sanitarios pueden dar para limitar el número de interacciones con suplementos nutricionales es preguntar al paciente por su medicación. Hay estudios que han mostrado que los pacientes no suelen informar del consumo de medicamentos complementarios o alternativos a menos que se les pregunte directamente por ellos.
Ejemplos de vitaminas con riesgo potencial de interacciones serias son las vitaminas A y E, que incrementan los efectos de los anticoagulantes y deben por tanto controlarse de cerca. Además, el magnesio puede reducir la absorción de antibióticos y debería administrarse con una separación de 2 horas (antes del antibiótico) o 6 horas (después de este).
¿Compensan los beneficios de la medicación sus efectos secundarios?
Para algunos pacientes, los efectos secundarios asociados con un medicamento particular (o la polimedicación en sí) podría no compensar los beneficios que aporta.
Un estudio del centro Kaiser Permanente observó que los varones que toman múltiples fármacos son más propensos a experimentar disfunción eréctil (DE) severa. Los fármacos más comúnmente asociados a la DE son los antihipertensivos, como betabloqueantes, tiazidas y clonidina; medicamentos psicogénicos como los inhibidores selectivos de recaptación de serotonina, antidepresivos tricíclicos, litio e inhibidores de monoaminooxidasa, y muchos fármacos que interfieren con la testosterona.
¿Está empleándose un medicamento para aliviar el efecto secundario de otro?
Es frecuente que los adultos de mayor edad sean víctimas de la “cascada de prescripción”, que se producen cuando nuevos síntomas acaban siendo tratados con un nuevo fármaco en lugar de sustituir el que los causa.
Si un paciente recibe un agente farmacológico para tratar náuseas inducidas por medicamentos, por ejemplo, el farmacéutico puede ofrecer información al respecto y facilitar el proceso a la reducción de la medicación. A menos que un medicamento deba tomarse en ayunas, debe recomendarse a los pacientes consumirlos con las comidas. El momento del día en el cual se toma un medicamento también puede ser una consideración importante cuando se intentan prevenir las náuseas.
La polifarmacia coadyuvante es muy frecuente en Psiquiatría, ya que la trazodona suele prescribirse para contrarrestar el insomnio causado por bupropión.
¿Puede alguna de las condiciones del paciente tratarse sin medicación?
En ocasiones, un fármaco de prescripción no es la única opción para tratar un trastorno.
Por ejemplo, hay un número de opciones no farmacológicas de autocuidado para el ardor de estómago: elevar la parte superior de la cama, perder peso, evitar comidas a última hora de la noche y otras que tienen respaldo científico y contribuyen a mejorar los resultados clínicos.
En casos de alergia se pueden aconsejar estrategias como la reducción de la exposición al alérgeno, limitando las horas en el exterior durante los picos de polinización en lugar del consumo de antihistamínicos.