Bajo el título ‘¿Cuál debe ser el rol del médico y del farmacéutico?’, la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (SEFAC) y la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) han presentado un nuevo documento de consenso en dolor de espalda en el marco del 38º Congreso de Semergen.
José Polo, vicepresidente de Semergen, se refería a la colaboración entre ambas sociedades como una herramienta clave, y recordaba la función crucial del farmacéutico comunitario como experto y colaborador en el control del paciente crónico, tanto por sus conocimientos como por su proximidad a éste, en un mano a mano con los profesionales de Atención Primaria.
Jesús C. Gómez, presidente de SEFAC, celebraba que el trabajo multidisciplinar del que se ha venido hablando vaya tomando forma. Añadía que se están dando pasos importantes, como la petición pública por parte del presidente de José Luis Llisterri, presidente de Semergen, del acceso a la historia clínica para los farmacéuticos comunitarios.
El consenso sobre dolor de espalda nace como respuesta a las necesidades en torno a “una de las patologías con mayor repercusión en cuanto a consultas por cronicidad, incluso por encima de las dolencias cardiovasculares”, indicaba Gómez. A este respecto, recordaba que entre el 18 y el 20% de la población padece dolor de espalda, pero que el 85% ha padecido, padece o padecerá este problema en el futuro. “El dolor de espalda puede cambiar la vida de una persona en términos de actividad física, vida social y profesional; el 40% de las personas que lo sufren han tenido que acogerse a una baja laboral por ese motivo, con el consiguiente coste añadido al sistema. Hay que tomárselo en serio porque no se trata de algo banal”, indicaba.
Atención farmacéutica en dolor de espalda
El documento dedica un apartado específico a la valoración farmacéutica para adoptar la decisión de llevar a cabo algún tipo de indicación o derivación, siempre con la consigna de conocer de antemano si existe un diagnóstico previo. De no ser así, el siguiente paso es conocer el tipo de dolor (mecánico, inflamatorio o neuropático), la zona afectada, su duración e intensidad y otros síntomas que puedan orientar la adopción de decisiones.
En la valoración de la intensidad se sugiere el empleo de una escala numérica del 0 al 10, si bien pueden resultar de utilidad las escalas descriptivas verbales, visuales analógicas, pictóricas o de Roland-Morris, según el tipo de paciente o el objetivo de la evaluación (la última escala –de 0 a 24- se emplea para la evaluación de la discapacidad generada por el dolor).
Entre los criterios de derivación, en los cuales se requiere una valoración más exhaustiva, incluyen fuerte traumatismo, dolor intenso o insoportable –sobre todo si no remite con el tratamiento indicado-, presencia de erupciones cutáneas en la zona del dolor y dolor que irradia a las extremidades y se manifiesta con debilidad en una o ambas piernas (en el dolor de origen neuropático); duración excesiva –sin remisión ni mejoría a los siete días del tratamiento-, presentación en la zona torácica al respirar acompañada de sintomatología respiratoria, dolor lumbar que irradia hacia la parte anterior del torso con presencia de fiebre e incontinencia fecal o urinaria (en dolor de origen inflamatorio).
El documento incorpora un algoritmo para la actuación en caso de dolor de espalda, al que el presidente de la SEFAC añadía algunas observaciones: evitar plantear dos preguntas abiertas, particularmente a personas mayores, y tener presente que los tiempos en atención farmacéutica son cruciales: “La buena atención que no se presta a tiempo no ha cumplido su función”, apostillaba.