La dermatitis atópica es una patología de la piel, de tipo inflamatorio, crónico, y que cursa con brotes intermitentes.
Los factores implicados en su aparición pueden ser de tipo inmunológico, genético, ambientales, fisiológicos, siendo los genéticos los más frecuentes.
Y en el caso de que, tanto el padre como la madre hayan padecido dermatitis atópica, la probabilidad de aumenta al 70 por ciento.
La dermatitis atópica presenta unos signos característicos como son: el prurito o picor de la piel, puede aparecer hinchazón, xerosis o sequedad, eritema o enrojecimiento, exudación y descamación de la piel.
La aparición de los brotes de dermatitis atópica y su distribución varía en función de la edad. En los bebes y lactantes suele aparecer en las mejillas, en la frente, en los pulgares, en el lóbulo de la oreja, y a veces también en las extremidades y en el cuero cabelludo. En niños, las lesiones avanzan y aparecen en los pliegues de los codos, de las rodillas, en la nuca, alrededor de la boca, en las mejillas y también en las manos y en los pies.
En cuanto al tratamiento farmacológico de la dermatitis atópica, una vez diagnosticada por el especialista, el dermatólogo, se van a utilizar los siguientes medicamentos, por ejemplo, corticoides tópicos, inmunosupresores, inmunomoduladores, antihistamínicos para evitar el picor, antibióticos para evitar la sobreinfección, y fototerapia, siempre teniendo en cuenta, que todos estos medicamentos requieren de prescripción médica.
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