La Sociedad Española de Reumatología (SER) recomienda de forma general vacunar frente al covid-19 a todos los pacientes con enfermedades reumatológicas, incluso los que reciban terapias inmunosupresoras. Igualmente considera que los enfermedades reumáticas autoinmunes sistémicas deberían tener prioridad para la vacunación antes que la población general sana de igual edad y sexo.
La vacunación frente al SARS-CoV-2, asegura la SER, “es sin duda la forma más eficaz de luchar frente a la pandemia de covid-19”. En ese sentido remacha que “todas las vacunas aprobadas en la Unión Europea han demostrado de forma convincente sus adecuados perfiles de eficacia y seguridad”. Las dudas sobre el uso o no de algunas vacunas en perfiles específicos de pacientes (como por ejemplo los inmunodeprimidos)” tienen relación con una posible menor eficacia, pero no con dudas sobre su seguridad”.
Además, es importante tener en cuenta que no hay datos que demuestren que ninguna de las vacunas disponibles en la actualidad sea más o menos eficaz que otras en pacientes inmunodeprimidos. Por esto resulta importante recordar que una posible protección, aunque sea menor, siempre va a ser mejor que la ausencia de protección que supone el no vacunarse.
En ese sentido, con el fin de aclarar algunos conceptos sobre la vacunación de pacientes con enfermedades reumáticas, especialmente aquellos con enfermedades inmunomediadas que reciben terapias inmunosupresoras, la SER ha establecido una serie de recomendaciones.
En primer lugar recomienda “de forma general vacunar frente al SARS-CoV-2 a todos los pacientes con enfermedades reumatológicas, incluso los que reciban terapias inmunosupresoras”. Igualmente indica que los pacientes con Enfermedades Reumáticas Autoinmunes Sistémicas “deberían tener prioridad para la vacunación antes que la población general sana de igual edad y sexo”. La SER asegura que “todas las vacunas disponibles tienen niveles adecuados de eficacia y seguridad”. Igualmente recomienda “vacunar en cualquier situación, salvo en pacientes con un brote grave de su enfermedad, en los que se debería retrasar la vacunación hasta el control del mismo”. Siempre que sea posible, recomienda que “se administre la vacunación antes de iniciar un tratamiento inmunosupresor para evitar una posible interferencia con la eficacia de la vacuna”. En caso de estar recibiendo una terapia inmunosupresora “se podrá contemplar el retraso temporal de una o varias dosis, si la situación clínica del paciente lo permite, con el fin también de optimizar la eficacia de la vacunación”.
