Opinión

Hoy más que nunca hay que defender las patentes de las vacunas covid-19

Artículo de opinión de José María López Alemany, director de Diariofarma, sobre las iniciativas que reclaman la eliminación de las patentes de las vacunas de covid-19.

Artículo de opinión de José María López Alemany, director de Diariofarma.

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En los últimos días está arreciando la petición para la emisión de licencias obligatorias de las vacunas de la covid-19 desde diversas instituciones y organismos.

El argumento esgrimido es tan sencillo como falaz. Se dice que las patentes no pueden suponer una traba a la lucha contra la pandemia y –algo ya habitual en el ámbito sanitario– que no se puede hacer negocio con la vida de las personas. Cualquiera podría firmar rápidamente estas dos visiones buenistas; pero sin duda, de pensarlo más detenidamente, y sin tener presentes atavismos ideológicos o prejuicios contra el sector privado, cambiaría de opinión.

Hay una premisa que debe quedar clara: las vacunas que están haciendo variar el curso natural de la pandemia, permitiendo ya que en algunos lugares se vea la luz al final del túnel y salvando la vida de miles y miles de personas cada día, han sido desarrolladas por empresas privadas con el objetivo, más allá de la salud con la comercialización de un producto esencial para que todos regresemos cuanto antes a nuestra forma de vida habitual, de sacar rendimiento económico. Nada ni nadie ha impedido que hayan sido muchas empresas las que están desarrollando las vacunas o que hubieran podido haber muchas más, incluidas entidades públicas las que también lo hubieran hecho. El primer caso, es una realidad; el segundo, no.

El desarrollo de las vacunas, al igual que el de medicamentos, es una actividad de riesgo. La vacuna puede ser o no efectiva, puede tener problemas de seguridad que hagan que se retire, puede tener problemas de producción que haga difícil su venta, puede llegar cuando ya haya pasado la pandemia o simplemente no llegar nunca. Pero en todos estos casos el laboratorio que la ha desarrollado habrá invertido una fuerte cantidad de recursos esperando obtener un retorno. Como es lógico.

Mucho se habla de la inversión pública en muchas de las vacunas. Partiendo del hecho de que la realidad no es como al principio se pintó y que la vacuna que más éxito está teniendo, la de Pfizer, no ha tenido intervención pública, lo que habría que hacer es exigir a las autoridades que vigilen más y mejor las inversiones que realizan y que, en caso de entrar en una inversión, se aseguren de que se consiguen beneficios para el sector público. Pero eso, siempre por contrato, dejando claras las condiciones para que puedan ser exigidas. No hacerlo así supone una dejadez denunciable en el manejo de fondos públicos.

Volviendo al tema de las patentes. Me parece que no es una idea demasiado inteligente tratar de forzar la licencia obligatoria de las patentes de unos productos esenciales para la lucha contra la pandemia en medio de la misma. Si finalmente se lleva a cabo, en la próxima pandemia, que lo único que no sabemos es cuándo nos sacudirá, ¿quién será el que investigue la solución a la misma? ¿El sector público? Bueno, tampoco hay que irse a la próxima pandemia. ¿Qué pasará con las decenas de vacunas que están en pleno desarrollo clínico y que serán esenciales para alcanzar la inmunidad a nivel mundial y las dosis de refuerzo que hagan falta en su caso…? Sin duda, se abandonarían antes de incurrir en más gasto sin ninguna perspectiva de recuperar la inversión.

Lo conseguido en unos pocos meses por la industria productora de vacunas es sencillamente asombroso. En menos de un año se ha multiplicado por varias veces la capacidad mundial de producción de vacunas. ¿Es que alguien creía que vacunar a miles de millones de personas era tarea fácil?

Pero, además, ¿qué creen que se va a conseguir liberando la producción de vacunas? ¿Es que alguien cree que hay por ahí cientos de laboratorios capaces de fabricarlas con garantías? ¿Es que no creen que los laboratorios fabricantes son los primeros que estarían interesados en fabricar miles y miles de millones de dosis cada mes? Si una compañía tuviera a su alcance la tecnología y la capacidad para fabricar todas las vacunas necesarias en el mundo en un solo mes, lo haría ya que así se quedaría con todo el mercado solo por su capacidad de producción. Si no lo hacen es simplemente porque no es posible hacerlo con las garantías sanitarias que nos hemos dado. Poner en marcha una planta de producción lleva tiempo, mucho tiempo.

Por ello, estoy convencido de que forzar la eliminación de las patentes de los medicamentos que funcionan es el mejor mecanismo para hacer que no se investiguen nuevos medicamentos, o vacunas. Sería pan para hoy y hambre para la próxima pandemia. Eso sí, habrá políticos que piensen que mejor es dar la patada hacia adelante y que, con un poco de suerte, cuando llegue la próxima pandemia ellos estarán criando malvas y nadie se acordará de ellos. Menuda irresponsabilidad con las generaciones futuras, a cambio de muy poco, y egoísta, beneficio hoy.

Las políticas cortoplacistas no llevan a ningún lado. Por ello, lo que hay que hacer es todo lo contrario: fortalecer la propiedad industrial de todo aquello que es esencial para asegurar el éxito económico de quien hace posible que hoy haya una lucecita al final del túnel y así impulsar a que otros muchos sigan su ejemplo beneficiándonos todos mucho más.


José María López Alemany es director de Diariofarma.

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