Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el volumen de desarrollo de nuevos tratamientos antibacterianos es inadecuado para hacer frente a la creciente amenaza que supone la resistencia a los antibióticos. El informe sobre el desarrollo de antimicrobianos en 2021 describe las carteras de productos en fases preclínicas y clínicas como “estancada” y muy lejos de satisfacer las necesidades mundiales para tratar enfermedades infecciosas. Desde 2012, solamente se han aprobado 12 nuevos antibióticos, 10 de los cuales pertenecían a familias de medicamentos ya conocidas y con mecanismos de resistencia establecidos.
“Hay un vacío de gran envergadura entre el descubrimiento de nuevos antibacterianos, que es aún mayor si buscamos tratamientos innovadores”, ha dicho Hanan Balkhy, del equipo de la OMS dedicado a esta área de conocimiento. “Esto supone un reto grave para hacer frente a la escalada pandémica de resistencia antimicrobiana, y nos deja a todos en situación de vulnerabilidad ante las infecciones bacterianas, incluyendo las más simples”, ha añadido.
Según el análisis de la OMS, que se lleva a cabo de forma anual, en 2021 solamente había 27 antibióticos en fase de investigación clínica contra patógenos dentro de la categoría de “prioritarios”, cuatro menos que en 2017. En fase preclínica el número ha permanecido relativamente estable en los últimos tres años.
El informe indica ampliando su horizonte temporal (más allá de los datos de 2021) que, de los 77 agentes antibacterianos en fase de desarrollo en la actualidad, 45 son “moléculas convencionales de acción directa, y 32 son moléculas fuera de lo tradicional”. Ejemplos de estas últimas son los anticuerpos monoclonales y los bacteriófagos (virus que destruyen bacterias). Dado que los antibióticos tienen en la actualidad un ciclo de vida limitado antes de que aparezcan las resistencias, estos fármacos que se salen de los esquemas conocidos “ofrecen nuevas oportunidades para luchar contra las infecciones causadas por bacterias resistentes desde ángulos nuevos, ya que pueden usarse de forma complementaria y sinérgica, o como alternativas a los tratamientos ya establecidos”.
Prospera 1 de 30, y tienen un ciclo vital de 2 años
Entre las barreras al desarrollo de nuevos fármacos de este tipo la organización destaca “la larga senda hasta la aprobación”, los elevados costes y las bajas tasas de éxito. A fecha de hoy -escriben los autores- se tarda entre 10 y 15 años en llevar una molécula de las fases preclínicas a la clínica. Para los antibióticos de las clases conocidas, como media, solamente uno de cada 15 potenciales nuevos tratamientos acaba llegando a los pacientes. Para las clases nuevas, solamente uno de cada 30.
De los 27 antibióticos en cartera que tienen como diana patógenos prioritarios, solamente seis cumplen uno de los criterios de la OMS para recibir la etiqueta de “innovadores”. La falta de innovación se traduce “rápidamente” -advierten- en falta de eficacia para el limitado número de antibióticos nuevos que llegan al mercado. La resistencia se documenta, como promedio, a los 2-3 años del lanzamiento.
El tiempo se agota, dice Haileyesus Getahun, responsable de la coordinación del grupo de antimicrobianos de la OMS. “La tasa de éxito en innovación es tan baja que necesitamos garantizar los avances de la medicina moderna en condiciones tan antiguas y devastadoras como la sepsis neonatal.
Aproximadamente el 30% de los recién nacidos con sepsis por bacterias son resistentes a los antibióticos de primera línea.