“Si se sigue consumiendo antibióticos al ritmo actual, Europa podría sufrir un retroceso a la era anterior a los antibióticos, cuando una infección frecuente, como una neumonía bacteriana, podía resultar fatal”, así lo asegura Manuel Cotarelo, director médico de Enfermedades Infecciosas de MSD España, quien considera que esta amenaza sanitaria se acerca ya a un punto de no retorno.
La resistencia a los antibióticos ha sido declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una de las 10 amenazas principales para la salud pública a las que se enfrenta la humanidad. Su control su las medida para ponerles coto serán uno de los temas analizados dentro del programa de Biospain 2023, evento de referencia para el sector de la biotecnología que comienza el próximo día 26 en Barcelona.
Con el negro panorama que pinta el Grupo de Coordinación Interorganismos sobre Resistencia a los Antimicrobianos de Naciones Unidas, al señalar que las enfermedades farmacorresistentes podrían causar más de 10 millones de muertes para 2050, los expertos quieren aportar medidas ante un reto que es doble. Por un lado las resistencia microbinaa incrementa los riesgos asociados a las intervenciones quirúrgicas que permiten salvar vidas y aumenta además la precariedad de los sistemas sanitarios, especialmente en los países de medios y bajos ingresos.
Nos encontramos ante un “problema de salud pública global que empeora cada año, a pesar de las reiteradas advertencias de la comunidad científica de la necesidad de frenar la progresión de estas resistencias para salvar vidas”, denuncia Manuel Cotarelo, director médico de Enfermedades Infecciosas de MSD España.
“Debido al uso incorrecto de los antibióticos, estos medicamentos esenciales están perdiendo eficacia a un ritmo que era impensable hace tan sólo cinco años.
En general, las resistencias a antibióticos se pueden generar para cualquier tipo de antibiótico, especialmente si este se emplea inadecuadamente. En palabras del experto, es especialmente preocupante la selección de resistencias a antibióticos de último recurso, que se suelen utilizar en infecciones más graves y normalmente cuando no hay otra opción terapéutica adecuada.
“Afortunadamente, hay cerca de 90 medicamentos en desarrollo para combatir las infecciones resistentes a los tratamientos actuales. Estos potenciales fármacos están dirigidos a combatir 17 patógenos distintos y la utilidad de muchos de ellos se está estudiando en varios de estos patógenos a la vez”, indica.
En el caso concreto de Europa, según un informe conjunto elaborado por la Oficina Regional para Europa de la OMS y el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) existen “elevados porcentajes de resistencia a antibióticos” de última generación, como los carbapenémicos (antibióticos de amplio espectro), en varios países europeos.
La conclusión de este documento es clara: las resistencias a los antibióticos continúan aumentando en el viejo continente. Los expertos que rubrican el informe señalan que, a pesar de que la mayoría de los países han adoptado planes de acción nacionales para combatir la resistencia a los antimicrobianos, el desafío que se plantea en el horizonte es garantizar que estos cuenten con un apoyo de alto nivel y una financiación sólida.
“Desde hace muchos años se habla de las resistencias antimicrobianas. En 2014, por ejemplo, se publicó el ‘Review on Antimicrobial Resistance’ en el que se señalaba que las bacterias multirresistentes mataban alrededor de 50.000 personas en Europa y Estados Unidos anualmente. Años más tarde, en The Lancet se pudo leer que esa cifra superaba el millón de personas (1,27 millones), si se tenían en cuenta los datos mundiales; y una revisión de 2016 sobre la resistencia a los antimicrobianos estimó que, para 2050, hasta 10 millones de personas podrían morir anualmente como resultado de la resistencia a los antimicrobianos”, expone Cotarelo.
Como consecuencia de toda esta situación, el pasado mes de abril, la Comisión Europea adoptó la propuesta de Recomendación del Consejo sobre la intensificación de las acciones de la UE para luchar contra la resistencia a los antimicrobianos con un enfoque ‘One Health’ con el fin de reforzar la vigilancia y el seguimiento de las resistencias antimicrobianas, mejorar las medidas de prevención y control de las infecciones, y fomentar la investigación, entre otros objetivos.
“Con esta iniciativa Europa pretende dar una respuesta firme y eficaz contra el problema de la resistencia antimicrobiana en toda la Unión Europea. Al mismo tiempo, el Gobierno ha asegurado que una de sus prioridades durante la Presidencia Española de la Unión Europea va a ser la lucha contra esta problemática, por lo que esperamos que todos estos trabajos tengan sus frutos y se logre reducir los casos de resistencias antimicrobianas en Europa”, argumenta el director médico de Enfermedades Infecciosas de MSD España.
En el caso de España, el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) 2022 estima que cada año fallecen en nuestro país alrededor de 4.000 personas como consecuencia de enfermedades resistentes a los antimicrobianos.
“Este plan ha permitido a España pasar de ser uno de los mayores consumidores de antibióticos a nivel europeo a posicionarse como el séptimo país con mayor reducción de consumo de antibióticos en la UE. Sin embargo, y aunque cada vez la sociedad esté más concienciada se debe seguir trabajando para controlar este crecimiento exponencial. Mientras no frenemos a nivel global esta tendencia significa que todavía queda mucho trabajo por hacer”, apostilla Cotarelo.
Futuro
La emergencia y rápida propagación global de bacterias altamente resistentes, en particular las resistentes a antibióticos de último recurso (como las carbapenémicos y la colistina) que son empleados para el tratamiento de infecciones provocadas por bacterias resistentes a los demás antibióticos, son ya importantes amenazas para los pacientes, los sistemas sanitarios y la economía.
Ante esta fotografía los retos que plantean las resistencias a los antibióticos requieren una perspectiva global que posibilite la innovación y así, desarrollar nuevas opciones terapéuticas.
El futuro al medio plazo no es nada halagüeño a menos que se adopten férreas medidas para responder a esta amenaza para la salud pública a nivel global. “Sin antibióticos eficaces para el tratamiento o prevención de las infecciones, el éxito de intervenciones sanitarias como el trasplante de órganos, la quimioterapia o la cirugía se podrían ver seriamente comprometidos, por lo que, si no se soluciona cuanto antes este problema, en el año 2050 los expertos prevén un total de 40.000 muertes anuales por infecciones que antes eran fácilmente curables”.
“La concienciación sobre esta problemática está aumentando y, por tanto, considero que podríamos evitar llegar a un punto de no retorno. Sin embargo, para que esto sea una realidad es necesario aumentar la investigación de nuevos antibióticos, mejorar el acceso a los mismos, fomentar la colaboración público-privada, y mejorar la formación sobre el uso responsable de los mismos entre la sociedad”, concluye Cotarelo.