Con la mirada puesta en los resultados obtenidos con el desarrollo de vacunas frente al Covid-19, la Organización Mundial de la Salud ha puesto en marcha un Consejo Acelerador de Vacunas frente a la Tuberculosis con el objetivo de tener en el menor tiempo posible un compuesto que sirva para hacer frente a esta enfermedad en todo el mundo.
Asi lo ha asegurado este martes el director general de la OMS, Tedros Adhamon Ghebreyesus en una jornada sobre la tuberculosis desarrollada dentro de las actividades del Foro Económico Mundial de Davos. El objetivo del Consejo será “coordinar la actuación entre financiadores, organismos mundiales, gobiernos y pacientes para identificar y superar los obstáculos”.
La realidad a la que se enfrenta el Consejo es dar viabilidad a un producto del que no se autoriza una nueva vacuna desde hace 100 años. La conocida BCG es actualmente el único suero autorizado, que si bien ofrece una eficacia moderada en la prevención de formas graves, no ofrece protección en un gran número de casos. A pesar de ello actualmente existe prácticamente 16 vacunas candidatas en fase de desarrollo.
“Las intervenciones sanitarias innovadoras se les da prioridad política y se financian adecuadamente”, asegura el director general quien considera que el campo de la tuberculosis se “beneficiará de una coordinación similar a la del Covid-19 de alto nivel”.
Igualmente, el máximo mandatario de la OMS, reconoce que en el caso de la tuberculosis, las cosas no son idénticas a las del Covid. “La vacuna podría cambiar las reglas del juego, aunque no sería suficiente, ya que también es preciso desarrollar los sistemas de pruebas diagnósticas o los sistemas sanitarios allí donde la tuberculosis tiene una alta presencia”.
Con todo, un estudio encargado por la OMS indica que de conseguirse una vacuna con una eficacia del 50% se podrían evitar hasta 76 millones de nuevos casos y 8,5 millones de muertes, así como 42 millones de tratamientos con antibióticos. Igualmente, si la eficacia llegara al 75%, el número de casos evitados ascendería hasta los 110 millones y se podrían evitar 12,3 millones de muertes.