En España, hay más de 5 millones de personas con diabetes, lo cual supone una tasa del 10,3% y la sitúa como el segundo país con mayor incidencia de esta enfermedad en Europa, después de Turquía y son uno de los grupos de pacientes mayoritario de las farmacias españolas, que presentan otras características, como las comorbilidades o la polimedicación. Por todo esto, con motivo de la celebración del Día Mundial de la Diabetes se plantea la necesidad que los profesionales de la farmacia conozcan bien la naturaleza de la enfermedad y puedan ofrecer a los pacientes un acompañamiento seguro y personalizado.
Más allá de hacer un seguimiento a los pacientes diabéticos, los profesionales de la farmacia también pueden contribuir en la detección de la diabetes. Por un lado, los farmacéuticos pueden realizar dos pruebas distintas en relación con los niveles de glucosa de los usuarios.
A partir de la extracción de una gota de sangre mediante un glucómetro se puede medir el nivel de azúcar en sangre después de un ayuno de unas 8 horas. Si el resultado no se encuentra dentro de los parámetros regulares, los profesionales deben hacer las recomendaciones higiénico-sanitarias y animar a los pacientes a visitar a su médico.
También permite realizar una prueba de hemoglobina glicosilada (HBA1C), que determina el nivel promedio de glucosa en la sangre en los últimos tres meses. Este examen permite tanto detectar diabetes del tipo 2 y prediabetes, como controlar a los pacientes ya diagnosticados.
Por otro lado, también pueden emitir diagnósticos precoces mediante el test de Findrisk. Esta prueba consiste en una serie de preguntas con relación a la complexión y los hábitos diarios, que determina el riesgo o la predisposición de la persona a padecer diabetes.
Aquellos pacientes que estén diagnosticados de cualquier tipo de diabetes recibirán un tratamiento para controlar sus niveles de glucosa, evitar posibles complicaciones y mejorar su calidad de vida diaria.
Para ello, existen distintos tipos de abordajes: los que actúan sobre los problemas de producción de insulina, los que abordan los niveles de glucosa excesivos o las dificultades para su absorción y los que controlan la resistencia del organismo a la insulina producida.
En cualquier caso, cada paciente seguirá un tratamiento personalizado que será fundamental cumplir y controlar. Más allá del autocontrol individual de cada persona, desde la farmacia se puede dar apoyo de diferentes maneras. Por un lado, ofreciendo educación sanitaria, especialmente en los pacientes recién diagnosticados y por otro, aportando un seguimiento farmacoterapéutico, ya que después de la dispensación de los medicamentos indicados para cada paciente, es importante realizar un seguimiento desde la farmacia para comprobar la eficacia del tratamiento prescrito.
En este último caso adquieren especial importancias las complicaciones en los tratamientos que pueden ir desde los efectos secundarios, al uso incorrecto de los medicamentos, pasando por la falta de adherencia al tratamiento o las dificultades en el autoanálisis, entre otros.
El contacto directo y a menudo recurrente con los pacientes hacen de los farmacéuticos los profesionales ideales para acompañar a las personas diabéticos en un cambio de su estilo de vida. Las recomendaciones no distan mucho de las habituales, pero son de especial importancia en una enfermedad crónica como la diabetes.
Además, el servicio de nutrición y dietética de la farmacia puede ser de gran utilidad para acompañar a los pacientes diabéticos en el diseño de su plan de alimentación. Aunque no existe una dieta específica para lidiar con la enfermedad, los farmacéuticos pueden considerar distintos aspectos de los pacientes para adecuar su seguimiento.
Además de todo lo anterior, es vital que los profesionales de la farmacia conozcan las líneas rojas que determinan la necesidad de derivar el caso a los profesionales médicos de referencia. Algunos de estos signos de alarma pueden ser heridas que no consiguen curarse, edemas, episodios hipoglucémicos o reacciones adversas.