Terapéutica

Observan grandes variaciones en la atención del ACV en EE. UU.

MARTES, 7 de julio de 2015 (HealthDay News) -- Las probabilidades de un estadounidense de recibir un fármaco que puede detener un accidente cerebrovascular (ACV) mientras ocurre podría variar mucho según su código postal, encuentra un estudio reciente.

MARTES, 7 de julio de 2015 (HealthDay News) -- Las probabilidades de un estadounidense de recibir un fármaco que puede detener un accidente cerebrovascular (ACV) mientras ocurre podría variar mucho según su código postal, encuentra un estudio reciente.

Los expertos dijeron que los hallazgos, que aparecen en la edición de julio de la revista Stroke, ayudan a verificar lo que todo el mundo sospechaba: que hay disparidades en la atención de emergencia de los ACV en Estados Unidos, específicamente en el uso de un trombolítico llamado activador del plasminógeno tisular, o APT.

Y la magnitud de las diferencias fue "sorprendente", dijo el investigador principal, el Dr. James Burke, de la Universidad de Michigan, en Ann Arbor.

En un 20 por ciento de los mercados hospitalarios, ni un solo paciente de ACV recibió un APT en un periodo de cuatro años, encontró el equipo de Burke. En otros, hasta un 14 por ciento de los pacientes de ACV recibieron el fármaco.

La gran pregunta es: ¿Por qué? "De verdad no sabemos qué lo provoca", dijo Burke.

Los mercados hospitalarios que administraban el APT con la mayor frecuencia se hallaban distribuidos por todo el país, en zonas urbanas y rurales, encontraron los investigadores. E incluían tanto regiones con unas tasas relativamente altas de ACV como regiones con unas tasas relativamente bajas.

Sean cuales sean los motivos, claramente hay que acabar con las diferencias regionales en el uso del APT, enfatizó Burke.

"Tenemos un tratamiento que funciona", dijo. "Debemos averiguar la mejor forma de administrarlo a los pacientes que se puedan beneficiar".

La mayoría de accidentes cerebrovasculares son provocados por un coágulo sanguíneo en las arterias que alimentan al cerebro. Si el APT se administra a tiempo, puede romper el coágulo y limitar el daño cerebral del ACV. Pero no es tan fácil como suena.

En primer lugar, el APT se tiene que administrar en un plazo de tres horas tras el inicio de los síntomas del ACV. Las personas tienen que reconocer esos síntomas rápidamente y acudir a la sala de emergencias.

Entonces, los médicos tienen que estar seguros de que el ACV es provocado por un coágulo sanguíneo, y para ello necesitan una TC. (Algunos ACV son provocados por sangrado en el cerebro, y administrar el APT podría empeorar la situación).

La mayoría de hospitales de EE. UU. tienen la capacidad técnica para administrar el APT, dijo Burke. Lo que varía, añadió, es su experiencia y qué tan cómodos se sienten usando el fármaco.

La Dra. Koto Ishida, una neuróloga, es directora del Centro Integral de Atención del Accidente Cerebrovascular Langone de la NYU, en la ciudad de Nueva York. Concurrió en que la experiencia y el nivel de confianza son clave.

"El fármaco tiene riesgos, y sin duda no es adecuado para todos los pacientes de ACV", dijo Ishida, que no participó en el estudio.

Esos riesgos incluyen sangrado en el cerebro, lo que sucede alrededor del 6 por ciento de las veces, según la Academia Americana de Neurología (American Academy of Neurology). Y ciertas personas, como las que tienen hipertensión sin controlar, no deben recibir el APT.

Ishida también apuntó a la complejidad relativa de la atención de emergencias para el ACV: se trata de un "esfuerzo de equipo", dijo, en que participan paramédicos, médicos de emergencias, enfermeros, un neurólogo, un radiólogo y un farmacéutico para preparar el APT.

En un hospital más pequeño, esos especialistas podrían no estar fácilmente disponibles todo el tiempo, sugirió Burke.

Y en general, dijo Ishida, los hospitales que atienden a más pacientes de ACV (sobre todo los que cuentan con una certificación como "centro primario de accidentes cerebrovasculares") tendrán un proceso más eficiente para administrar el tratamiento adecuado a los pacientes.

Pero en este estudio, vivir cerca de un centro primario de ACV solo planteó una diferencia menor en las probabilidades de recibir el APT, apuntó Burke.

Otras investigaciones han mostrado que el retraso en la llegada al hospital es un importante motivo de que los pacientes de ACV no puedan recibir el APT.

Por eso las personas deben conocer las señales del ACV, dijeron Burke e Ishida. Los síntomas incluyen una debilidad o entumecimiento repentinos en la cara, un brazo o una pierna; habla poco clara; visión borrosa; mareo o problemas con el equilibrio y la coordinación.

"No es como un ataque cardiaco, en que el dolor con frecuencia hace que la gente llame al 911", comentó Ishida. "Con el ACV, las personas con frecuencia esperan a ver si los síntomas desaparecen. Pero no se puede predecir si mejorará. No espere para llamar al 911".

Los hallazgos actuales se basan en más de 840,000 pacientes de Medicare que sufrieron un ACV entre 2007 y 2010. Todos vivían en uno de 3,436 mercados hospitalarios de EE. UU.

En el 20 por ciento de esos mercados hospitalarios, ningún paciente de ACV recibió el APT. En el 20 por ciento superior, se administró el APT al 9 por ciento de los pacientes, en promedio. Algunos mercados (en distintos estados, como California, Iowa, Minnesota, Pensilvania y Carolina del Norte) se ubicaron en el rango del 10 al 14 por ciento.

Según Burke, será importante comprender por qué algunas zonas hospitalarias tienen unas tasas altas de uso de APT y, si es posible, repetir su éxito en otros lugares.

Si todos los mercados hospitalarios pudieran llegar al 14 por ciento, eso significaría que 93,000 pacientes adicionales recibirían el APT, calcularon los investigadores. Y eso, sugirieron, podría permitir a 8,000 personas más sobrevivir a un ACV sin discapacidad.

Según Burke, una tasa de tratamiento del 10 al 15 por ciento es una "meta creíble".

"Creo que nos falta mucho trabajo para llegar al 10 por ciento en todo el país", aseguró.

Artículo por HealthDay, traducido por Hola Doctor

FUENTES: James Burke, M.D., clinical lecturer, neurology, University of Michigan, Ann Arbor; Koto Ishida, M.D., director, NYU Langone Comprehensive Stroke Care Center, New York City; July 2015, Stroke

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