Un estudio realizado en diversos centros de Atención Primaria de ocho comunidades autónomas en el primer trimestre de 2015 revela que el 84,5% de antibióticos prescritos para faringitis y el 69,8% de los recetados para infecciones respiratorias del tracto inferior son innecesarios.
Los 126 médicos participantes registraron 1.012 casos de faringitis y 1.928 de infecciones respiratorias del tracto inferior, generalmente bronquitis. Una vez recogida la información, valoraron cuántos de los medicamentos prescritos eran innecesarios, de acuerdo a las guías clínicas sobre el manejo de estas patologías.
Resultados
Según los resultados del estudio, el 49,1% de los pacientes con faringitis (497) y el 49,9% de los que padecían una infección respiratoria del tracto inferior (963) fueron tratados con antibióticos. Sin embargo, solo requerían de este tratamiento el 7,6% de pacientes con faringitis (77) y el 15,1% de los que sufrían una IRTI (291).
Según el investigador principal del estudio, Carles Llor, médico coordinador del Grupo de Investigación en Atención Primaria (GRIP) del IDIAP, las prescripciones innecesarias se hubieran evitado con el uso adecuado de pruebas de detección rápida, recomendadas por la mayoría de guías clínicas, aunque en España su uso es poco frecuente, señala.
En este sentido, cabe destacar que, en el año 2014, la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria y el Consejo Catalán de COF consensuaron una Guía de Actuación Farmacéutica en Dolor de Garganta, que avalaba el uso en las farmacias del streptotest, una prueba para detectar pacientes con faringitis que necesiten antibiótico.
Aumento del consumo de antibacterianos en Andalucía
La necesidad de que todos los agentes del sistema se impliquen en el consumo racional de los antibióticos la ponen de manifiesto los datos sobre el aumento de la tasa de consumo de antibacterianos en Andalucía. Según cifras del Servicio Andaluz de Salud, la Dosis diaria definida (DDD) por cada 1.000 habitantes en Andalucía ha crecido de forma importante entre 2012 y 2015. En este periodo de tiempo, el incremento del consumo de dosis diarias definidas por mil habitantes de estos medicamentos alcanzó el 38% en algunas zonas sanitarias.