Política

Mascarillas: de desaconsejadas a recomendadas y, ahora, obligatorias

Parece que todo indica que el Gobierno hará obligatorio el uso de las mascarillas en el ámbito público. Esta decisión llega tras semanas de haber señalado como innecesario su uso por personas sanas y luego hacerlas obligatorias solo en el transporte público.
Mascarillas higiénicas

Tras muchas semanas y casi meses perdidos, en los que cada vez más colectivos han pedido que las mascarillas fueran obligatorias en todos los espacios públicos, parece que ahora el Gobierno lo hará a petición de las comunidades autónomas. Así lo ha señalado la portavoz del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en la rueda de prensa que ha ofrecido junto al ministro de Sanidad, Salvador Illa, tras la Conferencia de Presidentes que ha tenido lugar este domingo.

Montero ha explicado que el Ministerio de Sanidad regulará próximamente este uso obligatorio de mascarillas. Por su parte, Illa ha asegurado que lo que harán será “reforzar” el uso obligatorio de este equipamiento de protección.

Cabe recordar que a lo largo de la pandemia el Gobierno ha cambiado en diversas ocasiones de opinión al respecto del uso de mascarillas, hasta llegar ahora a ser la posición contraria a la que mantuvo al inicio de la pandemia.

Así, en un principio, las fuentes oficiales decían que el uso de mascarillas estaba desaconsejado para la población general debido a unos supuestos riesgos de contagio por su manipulación. Riesgos que hoy no deberían haber desaparecido ya que no se ha instruido a la población en su uso.

La única situación en la que se recomendaba el uso de mascarillas para la población general era para aquellos pacientes enfermos.

Pese a que desde muchos ámbitos y, especialmente al ver lo que habían hecho los principales países asiáticos que habían combatido de forma excelente al virus, cuya estrategia se basó en gran medida en el uso de mascarillas, el Gobierno central mantuvo esa posición durante las semanas más trágicas de la pandemia, cuando los contagios superaban la decena de millar al día.

Estábamos aún en marzo cuando la revista Science entrevistó a George Gao, director general del Centro chino para el Control y Prevención de Enfermedades y en ella planteó la necesidad de utilizar mascarillas. Según él, no hacerlo era “un gran error”.

Pero el gobierno no se daba por aludido y seguía diciendo que las mascarillas no eran útiles para la población sana.

Fueron pasando los días y, no fue hasta el 3 de abril cuando el irector del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, insinuó que, se podría empezar a recomendar su uso “a medida que empiecen a estar disponibles en grandes cantidades”. Es decir, que reconocía que no se recomendaba su uso porque simplemente no había

A primeros de mayo se determinó por el Gobierno que el uso de mascarillas sería obligatorio, pero solo en el transporte público y, en el resto de situaciones, con mantener las distancias sería suficiente. Mientras tanto, diversas comunidades autónomas empezaban, por su cuenta, a facilitar estos equipos de protección a los usuarios. Con ello, también llegó la polémica por la entrega de mascarillas FFP2 en Madrid.

Sobreactuar en protección

En un primer momento, Simón aseguró que era buena idea “sobreactuar en la protección de riesgos” y puso de manifiesto que las mascarillas FFP2 “estaban indicadas para personas sanas”, pero después de que el Ministerio de Consumo asegurara que el uso de mascarillas FFP2 se debían limitar a profesionales y determinados colectivos, Simón se ha desdicho y ha asegurado que “no están recomendadas para la población general”.

Estas últimas recomendaciones no se entienden y menos mientras que el uso de mascarillas no sea obligatorio. Una mascarilla de las denominadas higiénicas no se sabe el nivel de protección que van a aportar a su usuario en caso de encontrarse con una persona contagiosa. Por ese motivo, no se entiende la crítica a que la Comunidad de Madrid entregue mascarillas que protegen tanto al usuario como al resto de los ciudadanos, una vez que las necesidades de los profesionales estén cubiertas. Si todo el mundo llevara mascarillas, podrían ser todas quirúrgicas, pero mientras que esto no sea así, no resulta ético criticar a quien la lleve.

A este respecto, también ha resultado chocante en estos días que algunos ministros, como es el caso de la de Educación, Isabel Celáa, utilicen en sus desplazamientos mascarillas FFP2 y no las higiénicas que el propio Gobierno es la que hasta ahora ha recomendado a la población.

Obligaciones a viajeros y en Congreso y Senado

Pero es más, entre las obligaciones que el Gobierno ha impuesto a las personas que lleguen a nuestro país se encuentra, además de la cuarentena de 14 días, la obligación de uso de mascarillas siempre que salgan de su vivienda. Es decir, que para estas personas que, en principio están sanas sí que se obliga ya a portar mascarilla.

Por último, otra incongruencia más del Gobierno y las administraciones  ha sido que en el ámbito del Congreso y el Senado se ha hecho obligatorio el uso de mascarillas para los trabajadores del mismo, como así se ha incluido en el Plan de Contingencia del Congreso de los Diputados, aunque su uso se había extendido desde semanas antes.

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