“El consumo problemático de sustancias puede aparecer como consecuencia del trastorno bipolar; pero otras veces ese consumo puede ser uno de los factores que desencadenan el trastorno bipolar, sobre todo en personas que tienen vulnerabilidad genética”, asegura Ana González Pinto, jefe de Servicio del Psiquiatría del Hospital Universitario de Álava y miembro de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD), que señala que alrededor de un tercio de las personas diagnosticadas de trastorno bipolar presentan también un trastorno por uso de sustancias, fundamentalmente relacionados con el consumo de tabaco, de alcohol y de cannabis.
“Hablamos de gente joven que tiene una enfermedad que se puede complicar bastante con el consumo de sustancias y el desarrollo de la patología dual”, explica la doctora quien añade que el consumo de sustancias está más ligado a las fases de euforia, en las que es más habitual que los pacientes puedan llevar a cabo acciones que pongan en riesgo su vida (entre ellas, el consumo de sustancias). “Hemos comprobado que, aunque el consumo se produce en las dos fases del trastorno bipolar, es más común en las fases de euforia. Sin embargo, en los momentos de depresión es más difícil abordar las adicciones, ya que la depresión precisamente se caracteriza por una menor energía y por una menor voluntad, lo que hace más difícil el abandono del consumo por parte de los pacientes. Al final, como los síntomas depresivos son más frecuentes y cuesta más abandonar el consumo, también es más habitual ver con más frecuencia a personas con síntomas depresivos y adicción a sustancias”, argumenta.
El próximo jueves se celebra el Día Mundial del Trastorno Bipolar, un trastorno mental grave que se estima que sufre el 2% de la población española, es decir, más de un millón de ciudadanos. Caracterizado por la alternancia de episodios depresivos y de episodios de manía o euforia, el trastorno bipolar tiene habitualmente su inicio durante la juventud, con picos de inicio importantes alrededor de los 18 y de los 25 años.
El problema, según González Pinto, es que el trastorno por uso de sustancias empeora “siempre” el pronóstico del trastorno mental. “Siempre que se consumen sustancias, el trastorno aumenta de gravedad porque se incrementa la dificultad en el tratamiento, los fármacos tienen menos eficacia, hay más dificultad para tener una constancia en el tratamiento y, por tanto, la mejoría va a ser más lenta”.
“Muchas veces los pacientes con patología dual se ven obligados a acudir a distintos dispositivos sanitarios (salud mental y adicciones) para tratar esta condición clínica, cuando realmente el tratamiento debería ser integral e integrado, como ha puesto en evidencia numerosas investigaciones recientes”, sostiene la psiquiatra, que añade que esta falta de integración lleva a muchos pacientes a encontrarse ante dos puertas diferentes de entrada al sistema sanitario, una situación que genera un importante aumento de la morbimortalidad y de sufrimiento para los pacientes y sus familias.