Terapéutica

Analizan la beta arrestina como como controlador del efecto de algunos fármacos

Este enfoque valida esta vía para el desarrollo de mejores tratamientos para el dolor o patologías como la diabetes y enfermedades cardíacas

La beta arrestina, un tipo de molécula que actúa a modo de controlador, regulando la traducción de la señal en la célula podría permitir el desarrollo de nuevos medicamentos o la mejora de los existentes. Así lo asegura un trabajo publicado en la revista Cell desarrollado un equipo internacional de investigadores liderado por la Universidad de Birmingham, en el Reino Unido y en el que ha participado el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas, a través del Grupo de Desarrollo de fármacos en base a receptores acoplados a proteínas G.

El trabajo del centro español, liderado por Jana Selent, ha facilitado las herramientas necesarias para realizar simulaciones a escala atómica de la actividad de las moléculas. Gracias a ellas, se ha podido comprobar el papel regulador de la arrestina sobre los receptores acoplados a proteínas G, lo cual puede permitir "abrir una vía para poder modular de forma más adecuada los fármacos y mejorar así su perfil terapéutico", según apunta lSelent.

En este estudio, los investigadores del IMIM-Hospital del Mar, incluyendo a Tomasz Stepniewski y a Brian Medel Lacruz, han podido comprobar cómo la arrestina regula la actividad de los receptores de las células ante los estímulos (neurotransmisores o hormonas) y, también, durante cuánto tiempo se lleva a cabo esta interacción. "Hemos revelado el mecanismo molecular que explica cómo la beta arrestina puede interactuar eficazmente con los receptores en la membrana de la célula" dicen Brian y Tomasz. El investigador principal, el profesor de Endocrinología Molecular del Institute of Metabolism and Systems Research de la Universidad de Birmingham, Davide Cabeiro, explica que "actuando como un controlador aéreo, estas proteínas sienten cuándo los receptores son activados por una hormona o neurotransmisor para modular el flujo de señales en nuestras células".

Selent añade que "la interacción entre la beta arrestina y los receptores activos es mucho más dinámica que lo que se pensaba previamente, permitiendo un mejor control de las señales mediadas por estos receptores". Hay que tener en cuenta que entre el 30 y el 40% de los fármacos actuales actúan sobre los receptores acoplados a proteínas G, precisamente los regulados por la beta arrestina. Se trata del mayor grupo de receptores existente en el cuerpo humano, con la función primordial de regular los efectos de muchas hormonas y neurotransmisores sobre las células. Gracias a este hecho, la beta arrestina pasa a ser una posible diana para diseñar nuevos fármacos o mejorar los existentes, regulando "de forma mucho más ajustada su efecto y posible toxicidad sobre las células", explica la investigadora del IMIM-Hospital del Mar.

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