En relación a los tramos del copago farmacéutico, “lo lógico y de sentido común es que el tratamiento sea el mismo para los pensionistas que para los activos a igual renta”. Así lo ha asegurado Jaume Puig-Junoy, director del Máster Universitario en Economía de la Salud y del Medicamento de la UPF Barcelona School of Management y autor del libro ‘¿Quién teme al copago?’, entrando a debatir acerca de la polémica creada con las manifestaciones realizadas por la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, sobre estudiar la creación de nuevos tramos por renta.
Según explica Puig Junoy, la distinción entre pensionistas y activos proviene de los Pactos de La Moncloa, en 1978, cuando se concedió a los pensionistas la exención del copago como compensación parcial en la negociación del aumento de las pensiones y no tiene ninguna razón por motivos de equidad. Así lo explicó en el estudio Copagos sanitarios. Revisión de experiencias internacionales y propuestas de diseño, encargado a la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) y, de este modo, lo ha recordado ahora en un artículo de opinión publicado en la página web de la Universidad Pompeu Fabra.
Este economista de la salud considera que “no es ninguna mala idea” que los tramos de renta sean los mismos para los pensionistas y activos. Es más, según Puig-Junoy el problema de equidad se encuentra en los activos con elevados porcentajes de copago sin límite máximo. Además, según este experto, el incremento de aportación por tramos en pensionistas tendría poco efecto económico ya que se mantendrían los topes vigentes.
Para el profesor de economía pública la polémica es un dejà vu ya que se “ha levantado las iras sólo por hablar del tema”, a pesar de hacerlo sobre un asunto menor como son los tramos. Lo relevante, según él, sería repensar el modelo de copago farmacéutico, priorizando las exenciones a jóvenes con escasos recursos antes que a pensionistas, tal y como es la tendencia en Europa, así como con la exención a los medicamentos más efectivos y necesarios a fin de no afectar la adherencia en enfermedades crónicas, que ya de por si es bastante baja.