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El ajuste de dosis de antibióticos en grandes quemados, una cuestión vital

María Victoria Gil, farmacéutica del Hospital Virgen del Rocío, cuenta el modelo de intervención que están desarrollando en este CSUR para pacientes quemados de cara al ajuste de dosis con antibióticos.
Imagen del equipo promotor del proyecto 'Endokinetic Burn', para ajustar dosis de antibióticos en pacientes quemados.

Los grandes quemados sufren graves alteraciones en su organismo. Entre ellas, además de las más visibles, están las metabólicas, que afectan a la eliminación de los fármacos que se les administran. Tratar de que esto no afecte a su efectividad es, en el caso concreto de los antibióticos, una cuestión de gran relevancia, como lo es evitar toxicidades y resistencias. De ahí el valor de Endokinetic Burn, un proyecto basado en análisis farmacocinéticos y farmacodinámicos para el ajuste de dosis liderado por el Servicio de Farmacia del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, en colaboración con otras unidades del centro y dentro del marco del Programa Institucional de Optimización de Antimicrobianos (Prioam), que fue distinguido con uno de los Premios I+i del pasado Congreso de la SEFH.

María Victoria Gil, farmacéutica adjunta del Servicio de Farmacia de este Hospital que colabora con la Unidad de Quemados, siendo esta unidad CSUR, por lo que recibe a grandes quemados de toda Andalucía, sur de Extremadura y Canarias, explica que estos pacientes suelen presentar "una alteración metabólica que hace que eliminen rápidamente los fármacos", una alteración que varía según la superficie global quemada. "Son pacientes que sufren muchas intervenciones quirúrgicas, y en ellas pierden mucha sangre, por lo que les tienen que trasfundir, y eso también afecta a la permanencia del fármaco", prosigue.

Además, la estancia hospitalaria de los grandes quemados es "larga", lo que, unido al alto número de intervenciones, hace "que la presión antibiótica sea alta". Por un lado, están los tratamientos en profilaxis que se les aplican antes cada intervención. A eso hay que sumar los dirigidos a las infecciones derivadas del tiempo que dura su estancia, infecciones que, en muchos casos, son por microorganismos multirresistentes.

Desde hace tiempo, el equipo que trabaja en el Prioam, compuesto por farmacéuticos, pero también por microbiólogos, intensivistas y especialistas en enfermedades infecciosas, entre otros, ha venido ajustando dosis a los niveles farmacocinéticos y farmacodinámicos de la vancomicina y los aminoglucósidos. "Para ello, medimos niveles plasmáticos. A partir de ahí, realizamos ajustes diarios de dosis", comenta esta farmacéutica hospitalaria. Y es que, mientras que las situaciones más graves requieren un aumento de la cantidad de fármaco, por esa rápida eliminación de la que hablaba previamente, los que se van estabilizando van a necesitar una reducción, ya que, de lo contrario, "podrían intoxicarse". "Incluso una vez estables se pueden volver a desestabilizar, como consecuencia de una nueva intervención a la que hayan sido sometidos", argumenta, para mostrar la importancia de esta intervención exhaustiva.

Ampliar el abanico

Ahora, no obstante, se quieren enfrentar al reto de ampliar el abanico de acción, ya que sospechan que en algunos casos de los que no se está operando de este modo se podrían estar generando "infecciones multirresistentes a causa de los niveles bajos de fármaco". Por eso, el siguiente paso es el de medir los niveles farmacocinéticos y farmacodinámicos para otros grupos de antibióticos, como las penicilinas, los betalactámicos y carbapenem, con el objetivo de garantizar "la máxima efectividad del tratamiento antibiótico, evitando efectos secundarios, y también de resisistencias microbiológicas".

Para ello necesitan incorporar un dispositivo para realizar cromatografías líquidas que ayuden a determinar los niveles de fármaco, un sistema que supone un coste de unos 30.000 euros y que, dice, "es muy complejo de manejar", lo que ha hecho que una persona del equipo haya tenido que formarse específicamente en otro hospital que lo utiliza, con el mismo fin, en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Precisamente, es la implantación de estas técnicas en esa Unidad una de las aspiraciones de este equipo de profesionales del Virgen del Rocío, ya que el estado de algunos de los pacientes que permanecen en ella exige también un estrecho control terapéutico.

La importancia para los quemados es vital. Gil asegura que gracias a este tipo de intervenciones "los pacientes se recuperan antes de las infecciones, y pueden irse de alta antes". Hay que tener en cuenta que estas personas no pueden salir del hospital con una infección, la cual también determina que se les pueda o no realizar un injerto de piel. "Uno de los últimos casos que tuvimos requería un autoinjerto de piel, pero tenía una infección. Hasta que no se resolvió la infección, con un tratamiento antibiótico a dosis altas, no se le pudo realizar, porque un paciente con infección puede rechazar el autoinjerto", concluye.

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