Terapéutica

La utilización de fármacos en TCP asociada a EHC ayudaría a optimizar el uso de transfusiones de plaquetas

El uso de medicamentos como alternativa a las transfusiones de plaquetas en pacientes on trombocitopenia grave asociada a enfermedad hepática crónica que se someten a procedimientos invasivos fue uno de los aspectos abordados en un Encuentro de Expertos organizado por Diariofarma.

En un debate virtual sobre retos y oportunidades para los bancos de sangre, los expertos han destacado el cambio de paradigma que supone contar con medicamentos que pueden resultar una alternativa a la transfusión de plaquetas, particularmente en pacientes con trombocitopenia grave asociada a enfermedad hepática crónica que se someten a procedimientos invasivos.

El Encuentro de Expertos, organizado por Diariofarma y moderado por su director, José María López Alemany, forma parte de un amplio proyecto para el análisis de situación y el futuro de los bancos de sangre regionales y hospitalarios coordinado por Omakase Consulting en colaboración con Shionogi. Este encuentro ha contado con la participación de parte del equipo de expertos participantes en el proyecto: Luis Larrea, hematólogo del Centro de Transfusiones de la Comunidad Valenciana; Isidro Jarque, hematólogo del Hospital Universitari i Politècnic La Fe; Eva Mingot, hematóloga del Hospital Universitario Virgen del Rocío, y María Dolores Fernández, hematóloga del Centro de Transfusión de Huelva.

Para Isidro Jarque, la disponibilidad de agonistas del receptor de la trombopoyetina con indicación para pacientes con trombocitopenia grave asociada a enfermedad hepática crónica que se someten a procedimientos invasivos supone un cambio comparable al de la implantación del uso de eritropoyetina en pacientes con anemia asociada a insuficiencia renal. Hasta entonces, la transfusión era la única opción.

A su modo de ver, es un tratamiento que además permitiría liberar recursos asistenciales para pacientes para los cuales no existe otra opción que no sea la transfusión (como el caso de los afectados por insuficiencia medular), y considera que se trata de un cambio que se irá implantando en la práctica clínica habitual. Otra ventaja destacada es que el empleo de estos medicamentos permite conocer con bastante certeza la dinámica del aumento en el recuento de plaquetas antes de la cirugía, importante en estos pacientes con mayor riesgo potencial de sufrir eventos hemorrágicos perioperatorios. En términos generales, él lo percibe como un cambio de paradigma.

Para Luis Larrea el símil de esta nueva opción terapéutica con la eritropoyetina no puede ser más acertado. En trombocitopenia asociada a hepatopatía crónica, su empleo como primera elección antes de un procedimiento invasivo sería un enfoque “bastante práctico”, reservando las plaquetas para otros usos, a la vez que podrían resolverse potenciales problemas de suministro, ha apuntado.

Jarque ha añadido, además, que estos pacientes presentan esplenomegalia, produciéndose el consiguiente secuestro plaquetario: “Ponemos plaquetas, pero a sabiendas de que no es un procedimiento óptimo porque en este caso las transfusiones de plaquetas tienen una baja eficacia”.

Optimizar el uso de transfusiones de plaquetas

Por su parte, Larrea insistía en la necesidad de analizar las indicaciones, “uno de los puntos en los cuales se debe incidir”, incluyendo la figura del hematólogo consultor en los hospitales. A este respecto, Eva Mingot ha añadido que el personal técnico de su centro se pone en contacto con el hematólogo para la valoración de un segundo ‘pool’ de plaquetas cuando es solicitado. “La definición de las indicaciones y el diseño de un sistema de control serían deseables, pero en la práctica es imposible ponerlo en marcha a tiempo real”, ha reflexionado.

En pacientes con hepatopatías, según recordaba Isidro Jarque, se están aplicando directrices diseñadas pensando en otros tipos de paciente. De hecho, el umbral mínimo de seguridad de niveles de plaquetas de 50x109/L es arbitrario. “De cara a una cirugía, las guías de cada especialidad (anestesistas, entre otros) son clave, incluso desde el punto de vista legal, ya que una complicación en una persona con un nivel por debajo del establecido dejaría al servicio en una situación legalmente vulnerable”, ha advertido.

Considera que las plaquetas se transfunden a los pacientes con enfermedad hepática “porque existe la convicción de que es lo mejor, porque no tenemos otra cosa que ofrecer, hasta la llegada de los medicamentos que promueven la producción de plaquetas”.

Eva Mingot parte del planteamiento de que se realizan demasiadas transfusiones de plaquetas, y aprecia que, especialmente en el caso de los hepatópatas con trombocitopenia grave que necesitan someterse a procedimientos quirúrgicos mayores, el disponer de fármacos que aseguren una cifra de plaquetas adecuadas sería de gran utilidad.“Es difícil alcanzar cifras de plaquetas superiores a 70-80x109/L seguras en algunos de estos pacientes solo con transfusiones”, ha razonado.

Mingot ha destacado que debe ponerse en valor esta nueva opción de tratamiento también por su contribución a evitar la suspensión o retraso de procedimientos quirúrgicos, en sujetos hepatópatas con trombocitopenia severa.

Por su parte, María Dolores Fernández ha destacado el beneficio que puede aportar a los pacientes, añadiendo que, con una eficacia “bastante clara”, quedaría considerar el coste y la seguridad de estos fármacos.

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