Antes de que explotara la pandemia, el Servicio de Farmacia del Hospital Mútua Terrasa ya había comenzado a hacer seguimiento telefónico a los pacientes externos oncológicos con tratamiento oral, para no perderles de vista durante ese mes que solía pasar hasta la siguiente recogida de medicación, ya que ésta suele estar asociada a toxicidades. Sin embargo, como cuenta Alba Manzaneque, farmacéutica adjunta encargada inicialmente del seguimiento, éste se hacía "de forma no estructurada".
La incorporación de Cristina Alonso, enfermera, le dio continuidad al servicio. Aunque el empujón final le ha llegado con la pandemia. Ha sido entonces, impulsadas por la necesidad creciente de atender a los pacientes en remoto, cuando han terminado de dar forma a este modelo de intervención, que se aplica ahora mediante un protocolo consensuado con los especialistas de Oncología y Hematología. Ese consenso es, según Manzaneque, un aspecto "clave", porque permite que todos trabajen al unísono.
En el protocolo se han incluido todos los fármacos oncológicos y hematológicos orales que se estaban dispensando a pacientes externos y, para cada uno de ellos, han elaborado "una check list, con entre 8 y 12 preguntas". Esto les permite realizar "preguntas dirigidas, en vez de dejarlas abiertas, preguntando por cada efecto adverso". A partir de las respuestas, y sobre la base de algoritmos que han diseñado, se establece la intervención.
Este protocolo de atención telefónica, que forma parte del protocolo global de atención farmacéutica a pacientes oncológicos con medicación oral, establece un patrón para ajustar las llamadas a los pacientes, las cuales, normalmente, se producen en tres fases: a las 24-48 horas desde la recepción de la medicación; a los 7-10 días, y de forma quincenal. "Ese patrón general se ajusta a cada paciente a medida que se le va conociendo más", explica Manzaneque.
Alonso confirma que, gracias a este esquema de actuación, han podido detectar toxicidades "de forma precoz", lo que resulta muy útil, por un lado, para garantizar la adherencia al tratamiento. "Es fácil que si un paciente empieza a vomitar deje de tomarse la medicación", apunta la farmacéutica del Hospital. Además de eso, se pueden evitar consultas innecesarias a Urgencias o a los especialistas de Oncología o Hematología, según toque.
La enfermera responsable atiende a llamadas de los pacientes en tratamiento oncológico oral por las mañanas, ofreciéndoles "una vía ágil" para resolver las dudas relacionadas con el tratamiento. "Cuando tienen una consulta, me llaman. Si la solución forma parte de mis competencias, se la ofrezco. Si no, contacto con Farmacia y, si hace falta, nos ponemos en contacto con el médico especialista", afirma, y añade, a modo de ejemplo: "Tenemos un paciente con tivozanib, cuya toxicidad más común es el aumento de la tensión arterial. Tras constatar hipertensión, me puse en contacto con Farmacia y se puso en conocimiento del oncólogo, procediéndose a un cambio de medicación".
En otros casos, Alonso puede hacer ejercicio de sus competencias en indicación. Un ejemplo son las diarreas de grado I y II, para las que recomienda dieta blanda y Fortasec, respectivamente. En el segundo de los casos, se ajusta a "lo que marcan los algoritmos consensuados". Ya a partir del grado III, tienen que intervenir el farmacéutico y, en último extremo, el médico especialista.
Una limitación con la que se encuentran para exprimir del todo el potencial de este circuito tiene que ver con la falta de recursos. Esta hace que la atención telefónica, que, como subraya Manzaneque, "permite mantener un hilo de comunicación constante con el paciente y tomar nota de resultados reportados por pacientes en tiempo real", solo se pueda dar por las mañanas. No obstante, por la tarde queda activo el servicio de correo electrónico, aunque esas consultas ya son respondidas al día siguiente.
La farmacéutica del Hospital Mutúa Terrasa también echa de menos la disponibilidad de sistemas de vídeoconferencia para poder realizar un examen visual, clave, por ejemplo, en el caso de las reacciones dermatológicas. Además de estas mejoras, se plantean una validación externa del protocolo, para lo que van a contactar con Gedefo.
Vistos los beneficios obtenidos, la idea que tienen es la de extender la aplicación de este protocolo a pacientes que lleven medicación endovenosa. Dentro de ese grupo, quieren comenzar con los esquemas de tratamiento asociados a riesgo leve a moderado de náuseas y vómitos. "En éstos es fácil reducir las reacciones y además es agradecido, porque podemos mejorar la calidad de vida de los pacientes", afirma Manzaneque.