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GIMAFH: Una iniciativa de la FH para luchar contra la huella de carbono de los inhaladores

Un proyecto lanzado desde el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, y en el que participan los servicios de Farmacia Hospitalaria de 42 centros de todo el país, quiere implicar al paciente en la correcta eliminación de estos dispositivos que tienen un alto poder contaminante
Noé Garin y Borja Zárate, impulsores de GIMAFH.

Todos los medicamentos producen residuos durante su ciclo de vida. Sin embargo su impacto en el medio ambiente o en la huella de carbono que generan es muy desigual. Uno de los fármacos que más residuos provoca y que además está en los bolsillos de millones de ciudadanos, son los inhaladores. Un medicamento de uso habitual y cuyo final de ciclo de vida no siempre se hace de la manera más acertada.

Desde la Farmacia Hospitalaria del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau se acaba de lanzar un proyecto, GIMAFH, en el que participan los servicios farmacéuticos de 42 hospitales, además del impulso de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) y cuyo objetivo es precisamente aportar las pautas para ayudar a los pacientes sobre la correcta gestión y reciclado en el tramo de vida de estos medicamentos.

Aunque su uso habitual hace ver a estos fármacos como algo cotidiano y casi inocuo, los inhaladores contienen hidrofluoroalcanos, moléculas que favorecen el efecto invernadero (su potencia es equivalente a 1000-3500 veces la del CO2). Por eso, “el correcto uso y gestión de estos medicamentos resulta esencial, incluyendo la propia concienciación de los pacientes”.

Así lo explica Noé Garin, farmacéutico adjunto del centro catalán e impulsor, junto con Borja Zárate, de este proyecto de sostenibilidad de inhaladores.

El origen del proyecto, está en los efectos del calentamiento global y del impacto de los medicamentos en el medio ambiente. “Todo tiene un impacto en el medio ambiente. Desde ir en coche, coger un avión… y la salud por supuesto, también. Se suele decir, que si la salud fuera un país, sería el quinto país con mayor impacto en el medio ambiente a nivel del calentamiento global”, explica Garin.

Tomando como referencia el gas CO2, los inhaladores son uno de los elementos que “a nivel sanitario más contamina”, explica el farmacéutico. Sin embargo, “son necesarios y no se pueden dejar de administrar”. No sólo porque hay pacientes que cuya salud depende de ellos, sino también porque “si no los usara, el paciente empeoraría, por lo que ingresaría y consumiría una gran cantidad de recursos y medicamentos que acabarían teniendo a su vez un gran impacto en huella de carbono; por tanto, tampoco es solución no usarlos”.

Desde el proyecto GIMAFH  se aborda la cuestión con varios objetivos. “Uno de ellos es ver cómo los pacientes manejan los residuos de inhaladores, porque al final si se llevan al Punto SIGRE, que están en la oficinas de farmacia, podemos por una parte extraer los gases contaminantes para que no pasen al medio ambiente, y por otra reciclar el resto de materiales”.

“Nosotros sabemos el circuito ideal a seguir, pero el paciente a lo mejor no lo sabe y no lo está haciendo”, explica Garin que indica que “lo que hacemos en el estudio es preguntar a los pacientes con asma grave que vienen a recoger medicamentos en el hospital si tienen conocimiento del impacto de estos medicamentos y también de cómo los manejan una vez que se han acabado estos inhaladores, o si se les caducan, o se los cambian y tienen que tirarlos”.

Así el estudio avanza por el conocimiento de los pacientes, para trazar un perfil que “nos permita aportar una educación”.

Esta educación se realiza a través de una infografía señalando tanto los elementos del inhalador, sus partes y mensajes que contribuyen a afianzar conceptos como suelen ser las comparaciones: El uso un inhalador presurizado equivale a ir 300 kilómetros en coche considerando su impacto en huella de carbono, indica el impulsor del estudio.

“La idea es no solamente que sepamos lo que hacen los pacientes, sino que luego debemos educarles”, indica Garin, quien según la evolución que lleva el trabajo, “en muy poco tiempo, abordaremos la segunda fase, que consistirá en contactarles de nuevo para saber si esa información que les hemos dado ha servido para que mejoren su concienciación sobre el medio ambiente y también sobre cómo manejan esos residuos y si colaboran en su reciclaje”.

El diseño del trabajo y la elaboración de los materiales  se inició hace más de un año; “conseguir que 42 centros te den el ok y pasar por todos los procesos administrativos no es fácil…”, señala Garin, que indica además que la fase de recogida de datos comenzó en marzo. Tras esa primera etapa, que tiene una duración de tres meses, a partir de junio “ya empezamos la segunda fase, que es empezar a contactar con ellos cuando vengan otra vez al hospital o llamándoles por teléfono, para hacer  una encuesta muy breve y saber si han cambiado sus conceptos de medio ambiente y del impacto de estos medicamentos y lo que hacen en el manejo de los residuos”.

Noé Garin comenta que lograr la organización con 42 hospitales “es compleja, pero también es verdad que la importancia del objetivo y la necesidad de hacer algo en este caso se ve muy claramente; los compañeros han respondido enseguida. Fue una respuesta fantástica. La gente estaba muy motivada”.

En el estudio se espera recoger información de 400 pacientes “pero seguramente serán más. Como hay una parte científica tenemos que contar como mínimo con una muestra para que los análisis sean fiables de unos 400 individuos. Calculamos, si todo va como hasta ahora y la gente sigue motivada, tener un número final de unos 500 participantes”.

“Desde la propia SEFH nos dijeron que esto era complejo, pero es que el objetivo del proyecto es algo más. Obviamente tiene un carácter científico y queremos que haya una información, que luego se pueda analizar y se pueda publicar un artículo, pero también queremos que sea una estructura que siga para promover en sí mismo aspectos de sostenibilidad no solamente hacia el paciente, sino también mejorar la implicación de los farmacéuticos en la sostenibilidad; de tal forma que cuando se acabe el proyecto, estas infografías ya se puedan ofrecer a cualquier paciente al que le pueda ser útil”.

Útil no solamente desde la Farmacia, “sino desde otros servicios”, indica Garin quien indica que “en mi hospital ya nos han pedido las infografías desde enfermería del hospital de día”. Según explica “a partir de junio vamos a repartir esta información y hacerla pública, precisamente por eso, porque queremos que haya más información y herramientas para dárselas a los pacientes”.

“Al final de lo que se trata es de dar forma a eso que llamamos el ciclo del medicamento”. Cuando hablamos de medio ambiente, “el medicamento contamina desde se empieza a investigar, también hay que fabricarlo y eso lógicamente también contamina; luego no en cada fase, se sigue contaminando y al final se llega a un punto que es el final del ciclo y eso también hay que explicarlo, para que todos juntos podamos hacer una labor de respeto al medio ambiente, garantizando la salud de los ciudadanos”, explica.

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