Política

La fragilidad duplica el coste de la atención sanitaria

Sanidad trabaja en la actualización del protocolo de prevención de fragilidad y caídas en personas mayores

Los cambios sociodemográficos han supuesto el aumento progresivo del envejecimiento poblacional y uno de los grandes retos que ello implica es el aumento de las necesidades y la demanda de los servicios sanitarios y de cuidados. Por esa razón, el Ministerio de Sanidad está actualizando el plan de prevención de caídas en personas mayores, que se inició en 2014.

En España, las mujeres viven en promedio hasta los 88 años y los hombres hasta los 83,9. Sin embargo, a partir de 65 años, solo la mitad los viven con buena salud: 10,3 años para las mujeres y 10,7 para los hombres. Esto significa que una gran parte de la vida de las personas mayores en España se vive con problemas de salud, lo que aumenta la necesidad de atención médica y cuidados.

Esta diferencia entre la esperanza de vida total y la esperanza de vida con buena salud supone un reto para el sistema sanitario, que debe adaptarse para atender las necesidades de una población que envejece y que requiere más atención médica y cuidados a medida que envejece.

Por todo ello, desde el Ministerio de Sanidad, se busca reforzar los sistemas de promoción de la salud y prevención con el objetivo de no sobrecargar los sistemas sanitarios. Concretamente, se está trabajando en actualizar el plan de prevención de caídas en personas mayores, que busca identificar, tanto en  ámbito sanitario como en otros lugares de la comunidad con derivación al sistema sanitario, a las personas mayores de 70 años que puedan tener riesgo de caídas, para ofrecerles la ayuda necesaria y prevenir posibles lesiones.

Sanidad trabaja, por tanto, en el reto no solo de proporcionar años a la vida, sino vida a los años: a través de la promoción de un envejecimiento saludable, con perspectiva de curso de vida y equidad; en el marco de la Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención en el Sistema Nacional de Salud.

Se sigue el plan ‘Hoja de ruta para el abordaje de la fragilidad’, aprobado en 2019, que busca reducir las desigualdades que surgen con la edad y combatir la discriminación por edad (edadismo). El objetivo final es que todas las personas puedan envejecer con dignidad y disfrutar de una buena calidad de vida en su vejez.

En este marco, se elaboró la ‘Actualización del documento de consenso sobre prevención de la fragilidad en la persona mayor (2022)’ aprobado por la Comisión de Salud Pública el 5 de mayo de 2022, con el objetivo de mantener la capacidad funcional de las personas mayores al máximo de su potencial.

Estudios recientes indican que el 18% de las personas mayores de 65 años padecen fragilidad. Esta cifra varía según el entorno: un 12% en la comunidad y un 45% en contextos como hospitales o residencias, donde las personas suelen presentar problemas de salud más complejos.

Es importante destacar que la fragilidad está estrechamente relacionada con la edad. A medida que envejecemos, aumenta su prevalencia: entre un 2,5% y un 6% en personas de 70 a 75 años, y hasta un 38% en mayores de 85 años.

El impacto de la fragilidad va más allá de la salud individual. Las personas frágiles requieren más atención médica y social, lo que supone un coste considerable para el sistema sanitario. Se estima que el coste anual por persona con fragilidad es de 2.500 euros al año, el doble que el de una persona mayor sin fragilidad. Abordar la fragilidad es crucial no solo para mejorar la calidad de vida de las personas mayores, sino también para asegurar la sostenibilidad del sistema de salud.

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