Terapéutica

La industria reflexiona: todo para el paciente, ¿pero con el paciente?

Responsables de Pfizer, AstraZeneca, Merck y GSK afirman que sus compañías confían en que la incorporación de la visión de los pacientes en el diseño de ensayos y desarrollo de medicamentos puede tener un impacto positivo en sus cuentas de resultados.
Imagen de una reunión de pacientes organizada por Plataforma Nacional de EUPATI y la Fundación QUAES. (Foto: Fundación QUAES)

Se puede afirmar que buena parte de la industria farmacéutica está en pleno proceso de transformación, un proceso que viene marcado por la asunción de las necesidades económicas y de salud de los sistemas sanitarios y los pacientes, respectivamente, los cuales deben ser conciliados con las expectativas de obtención de dividendos de sus accionistas. Esto incluye, entre otros aspectos, la participación y la defensa de los esquemas de pago por resultados, o la aceptación de que, hoy en día, las soluciones de salud que aportan deben ser cada vez más integrales.

En este replanteamiento de la forma de relacionarse con el resto de los stakeholders se puede incluir también la nueva visión que muchas compañías comienzan a tener de los pacientes como sujetos activos del proceso de innovación. Muestra de ello es un trabajo publicado por la consultora Eye for Pharma, 'Best of both worlds. Can pharma deliver both patient and shareholder value?, en el que representantes de los laboratorios dan su visión con respecto del papel de los pacientes en el modelo de negocio de la industria del futuro. Andy Schmeltz, responsable de Patient & Health Impact en Pfizer, afirma claramente que "sólo las empresas que sean capaces de traducir el valor para el paciente en valor para el accionista tendrán éxito".

Por su parte, Guy Yeoman, que dirige el departamento de Patient Centricity en AstraZeneca, lo tiene claro. En la medida de lo posible, las compañías tienen que adaptarse a las necesidades expresadas por los pacientes en lo referido a los ensayos clínicos y los nuevos medicamentos, ya que "el hecho de que los pacientes estén comprometidos con un fármaco garantiza que, en último extremo, tu como compañía disponga de una medicina exitosa en términos económicos. Eso no va a ser tan fácil si no te has dirigido a ellos desde el comienzo".

Esta opinión es compartida por Julie Gerberding, responsable del área de Pacientes de MSD, quien señala que incorporar la voz de los pacientes puede suponer "un mejor diseño del ensayo, un reclutamiento más rápido de éstos para participar en el estudio, una mayor celeridad en la obtención de la respuesta y, finalmente, una reducción de los plazos de aprobación". Y añade: "Todos estos aspectos confluyen en un entorno en el que la eficiencia se traduce en una mejora de tu negocio y un mayor valor para tus accionistas. Consigues un producto que satisface las necesidades de salud de los pacientes, el fármaco se vende más y eso repercute en buenos resultados desde un punto de vista comercial".

Un caso de éxito

Para demostrar que esta teoría puede cristalizar en un entorno real, Yeoman puso como ejemplo un estudio realizado en el área de lupus, en el que un número no precisado de pacientes fueron llevados al centro de investigación. El resultado fueron 24 recomendaciones, de las cuales 16 fueron incorporadas el ensayo. "En una hora que estuvieron los pacientes dando sus opiniones se pudo ahorrar 1 millón de dólares", estima, y apunta que el estudio está actualmente en marcha y se han mejorado los tiempos de reclutamiento habituales. Como consecuencia, el equipo de I+D de AstraZeneca ha determinado que la opinión de los pacientes debe ser incorporada antes de terminar un protocolo.

Kate Knobil, máxima responsable del Departamento Médico de GSK, va más allá y señala la importancia de contar, además de con los pacientes, con profesionales sanitarios y con pagadores. "De este modo, estás desarrollando el medicamento que quieren los pacientes, los sistemas sanitarios, y eso también te permite detener un desarrollo en el caso de que no atienda a sus expectativas", señala, refiriéndose a las pérdidas que puede provocar un fármaco que termina por no ser utilizado.

En el caso de Pfizer, concluye Schmeltz, el inicio del tránsito de este nuevo camino habría llevado a los responsables de I+D de la compañía a desechar el desarrollo de me too. "Solo vamos a trabajar en medicamentos que introduzcan nuevos mecanismos de acción, first in class, productos que realmente permiten una diferenciación", asegura.   

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