Entendiendo sus causas, diagnóstico y tratamiento
¿Qué es la espondilitis anquilosante (EA)?
La espondilitis anquilosante, conocida también por sus siglas EA, es un tipo de artritis que primariamente afecta a la espina dorsal o espalda.
El término espóndil se refiere a la espina dorsal mientras que itis significa inflamación y la palabra anquilosante quiere decir rígido.
En la EA, las articulaciones y los ligamentos que se encuentran a lo largo de la columna vertebral, también conocida como espina dorsal, se inflaman. La inflamación produce dolor y rigidez que usualmente comienza en la espalda baja o las nalgas y podría progresar hacia la parte superior de la columna, el pecho y el cuello. Con el paso del tiempo, las articulaciones y los huesos (las vértebras) pueden fusionarse, causando que la columna se vuelva rígida e inflexible. Otras articulaciones, tales como las caderas, los hombros y las rodillas también pueden afectarse.
La espondilitis anquilosante es una enfermedad crónica (de larga duración). La gravedad de los síntomas y la discapacidad varían de una persona a otra. El diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado pueden ayudar a controlar el dolor y la rigidez asociadas con la EA, al igual que podría reducir o prevenir la deformidad. Con mayor frecuencia, los primeros síntomas de EA aparecen entre los 17 y los 35 años de edad y es más común en hombres que en mujeres.
La EA puede desarrollarse durante la niñez, siendo los niños más susceptibles a presentarla que las niñas. Cuando los niños tienen espondilitis anquilosante, los síntomas normalmente empiezan en las caderas, las rodillas o los talones y después progresan a la espina dorsal.
Casi medio millón de personas en los Estados Unidos presentan esta enfermedad, la cual es más común en anglosajones que en afroamericanos. Sin embargo, los asiáticos y los hispanos podrían desarrollarla en porcentajes similares a los primeros.
Causas de la EA
Se desconoce la causa de la espondilitis anquilosante, pero los genes y la herencia juegan un papel importante. Los científicos han descubierto un gene llamado HLA-B27 que se encuentra en un 90% de los anglosajones con EA (y en un 8% de los anglosajones que no tienen EA), lo que sugiere que este gene es un factor preponderante en el desarrollo de la enfermedad. Existe cierta evidencia de que la EA puede desencadenarse debido a una infección. Las investigaciones se han enfocado en el estudio de diversos tipos de bacterias que podrían influenciar el desarrollo de EA. Sin embargo, no se ha encontrado una causa específica o definitiva de esta enfermedad.
Síntomas de la EA
La inflamación característica de la EA usualmente empieza alrededor de la coyuntura sacro iliaca, lugar donde la espina dorsal baja se une con la pelvis.
FIG. 1 La pelvis
Los síntomas tempranos más comunes de la EA son:
*Dolor crónico y rigidez de la espalda baja, las nalgas y las caderas. Este malestar generalmente se desarrolla lentamente por varias semanas o meses.
*Dolor y rigidez asociados a la EA que empeoran durante períodos de descanso o de inactividad y mejoran con el movimiento y el ejercicio.
*Las personas con EA frecuentemente se despiertan en medio de la noche o temprano en la mañana con dolor de la espalda.
*Sentirse muy rígido en la mañana.
FIG. 2 Columna vertebral normal
Con el tiempo, el dolor y la rigidez pueden progresar a la espina dorsal superior e incluso a la cavidad torácica y al cuello. Ultimadamente, la inflamación causa que los huesos sacro iliaco y las vértebras se fusionen o crezcan unidas. Cuando los huesos se fusionan, la espina dorsal pierde su flexibilidad normal y se vuelve rígida. La cavidad torácica también se podría fusionar, lo cual limita la expansión normal del pecho y dificulta la respiración. La inflamación y el dolor también pueden observarse en las caderas, los hombros, las rodillas, los tobillos o en los dedos de los pies y de las manos lo cual limitaría el movimiento. Los talones pueden afectarse, de manera que se siente incomodad al pararse o caminar en superficies duras.
FIG. 3 Comparación de vértebras y disco intervertebral
La espondilitis anquilosante es una enfermedad sistémica, lo que significa que podría afectar otros órganos del cuerpo. La enfermedad puede causar fiebre, pérdida del apetito, fatiga e inflamación en órganos como los pulmones, el corazón y los ojos.
La inflamación ocular, llamada iritis o uveítis, ocurre en más de una cuarta parte de las personas con EA. La iritis causa enrojecimiento y dolor en el ojo que empeora con la exposición a la luz brillante. La iritis es seria, pero tratable y requiere atención médica inmediata de un oftalmólogo (especialista en los ojos) para prevenir daño ocular debido a la inflamación.
FIG. 4 La EA hace que las vértebras se fusionen provocando que la columna se incline hacia adelante y enderezando su curvatura normal (compare con fig. 2)
Diagnóstico
Los síntomas de la EA podrían parecerse a los de otros tipos de artritis, como la artritis psoriásica; artritis relacionadas con enfermedades intestinales inflamatorias, como la enfermedad de Crohn o colitis ulcerativa; o como la artritis reactiva. La consulta precoz con un médico, de preferencia un reumatólogo, para que se le diagnostique con certidumbre es fundamental, para que así pueda obtener el tratamiento adecuado.
Los doctores basan el diagnóstico de EA en la sintomatología de dolor inflamatorio de espalda, en el examen físico y los rayos X de la pelvis y de l a espalda baja. Si los rayos X resultan cuestionables, se podrían practicar otros estudios de diagnóstico por imágenes, como una resonancia magnética, conocida por sus siglas en inglés MRI.
El médico también puede ordenar análisis de sangre para indagar la presencia del gene HLA-B27. El hecho de tener el gene HLA-B27 no significa que tenga EA, pero sería una pista que respalde el diagnóstico. En muchos casos, las personas tienen el gene HLA-B27, pero no presentan EA.
Tratamiento
El tratamiento para EA se enfoca en la reducción del dolor y la rigidez, para prevenir deformaciones y ayudarle a continuar con sus actividades normales. A continuación presentamos las áreas principales del tratamiento y control de la espondilitis anquilosante.
Medicamentos
Las medicinas son una parte esencial del tratamiento para la EA. Hable con su médico sobre los riesgos que presenta cada una de ellas.
Los fármacos antiinflamatorios no esteroides, conocidos por sus siglas AINE, ayudan a aliviar el dolor y la rigidez, lo cual le permite hacer ejercicio, mantener una buena postura y continuar sus actividades cotidianas. Ejemplos de AINE que pueden usarse para tratar la espondilitis anquilosante incluyen medicamentos de venta sin receta como el ibuprofeno (Advil) y el naproxeno (Aleve); así como también medicinas recetadas como la indometacina o el diclofenaco. Generalmente los médicos recetan dosis altas de medicinas AINE para controlar la inflamación. Es importante que estas medicinas se tomen solamente como el doctor lo indique, para así, obtener su mayor beneficio y disminuir sus efectos secundarios.
Una subcategoría de los AINE que se llama inhibidores de la COX-2 son generalmente más suaves para el estómago que los AINE tradicionales, entre ellos se encuentra el celecoxib (Celebrex).Tanto los medicamentos AINE como los inhibidores de la COX-2 podrían aumentar el riesgo de causar un paro cardiaco o un accidente cerebro vascular. Consulte con su médico respecto a estos riesgos.
Otra clase de fármacos llamados agentes biológicos incluye medicamentos que inhiben una molécula conocida como factor de necrosis tumoral (FNT). Los inhibidores del FNT resultan efectivos en el tratamiento de la EA y son el etanercept (Enbrel), el infliximab (Remicade), el adalimumab (Humira) y el golimumab (Simponi), mismos que han sido aprobados por la Agencia de Fármacos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) para su uso en personas con EA activa.
Los fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FARME), tales como la sulfasalazina y el metotrexato, reducen algunos síntomas de la EA, como el dolor y la hinchazón de las articulaciones pequeñas de las manos o de los pies. Sin embargo, estos medicamentos no son efectivos para disminuir el dolor y de la rigidez en la espina dorsal.
El mantener una buena postura
Ya sea que esté dormido, sentado o de pie, mantener una postura apropiada es importante para evitar que las articulaciones se fusionen en posiciones indeseables.
Invierta en un colchón firme y trate de dormir boca arriba con una almohada delgada o una que solamente apoye la cavidad del cuello. Mantenga las piernas derechas en vez de dormirse en posición fetal. Si se le dificulta o le resulta incómodo dormir de esta manera, consulte con un fisioterapeuta sobre otras maneras de posicionar su cuerpo para mayor comodidad y eficacia.
Cuando camine o se siente, mantenga la espalda tan recta como pueda con los hombros hacia atrás y la cabeza erecta. Puede probar si su posición es correcta poniendo la espalda contra una pared, los talones deben estar a 4 pulgadas de distancia de la pared y los glúteos, los hombros y la cabeza deberán tocar la pared al mismo tiempo.
Por lo general, el uso de corsés y fajas ortopédicas podrían ser contraproducentes y no sirven en el tratamiento de la EA. Es más conveniente tratar de mantener una buena postura siguiendo las sugerencias antes mencionadas y haciendo ejercicio apropiadamente.
Ejercicio
El ejercicio regular es la parte más importante del control general de la EA. La meta es prevenir la rigidez permanente y conservar la amplitud de movimiento en el cuello y la espalda. Consulte con un fisioterapeuta con experiencia en el tratamiento de la artritis para desarrollar un programa de ejercicio que cubra sus necesidades.
Los ejercicios que fortalecen la espalda y el cuello le ayudarán a conservar o mejorar su postura. Los ejercicios aeróbicos y de respiración profunda le servirán para mantener el pecho y la cavidad torácica flexibles. Nadar es una buena opción porque ayuda a que la espalda, el cuello, los hombros y las caderas tengan flexibilidad. Los ejercicios aeróbicos y de fortalecimiento en general pueden ayudar a mejorar la salud y la funcionabilidad en las personas con EA.
Si se siente demasiado rígido y adolorido para hacer ejercicio, pruebe tomarse un baño o ducha caliente para aflojar las articulaciones y los músculos. Empiece los ejercicios lentamente y planee hacerlos cuando esté menos cansado y tenga menos dolor. Organice un horario regular de ejercicios para cada día. Si tiene algún problema cardiaco o respiratorio, consulte con su médico para asegurarse que es prudente empezar una rutina de ejercicios.
Autoayuda
Si algunas de las articulaciones se han fusionado o si ya tiene movilidad limitada, puede que encuentre que los dispositivos de autoayuda le faciliten las tareas cotidianas. Por ejemplo, calzadores con agarraderas largas y artefactos para ponerse los calcetines le pueden auxiliar si la espalda o las caderas no se flexionan fácilmente. Un terapeuta ocupacional le puede aconsejar sobre artefactos o aparatos especiales de asistencia.
Cuando maneje, siempre lleve puesto el cinturón de seguridad con un sujetador de hombro y ajuste la cabecera del asiento para brindar soporte a la nuca. Si la rigidez del cuello o la espalda le dificultan mover el carro en reversa, intente adaptar en su carro espejos que le provean una visualización más amplia.
Si la espina dorsal está fusionada, puede que se lastime fácilmente. Para ayudar a prevenir lesiones, evite actividades que pudieran causarle una caída o un impacto súbito. Hable con su doctor o terapeuta sobre cómo evitar lesiones y cómo mejorar su capacidad funcional.
Si fuma, una de las mejores cosas que puede hacer por usted mismo es dejar de hacerlo. La EA puede afectar los pulmones y el torso, dificultando la respiración. Fumar empeora cualquier problema pulmonar que pudiera tener por la EA, además de ser un factor importante que lo pone en riesgo de desarrollar osteoporosis.
La cirugía de reemplazo de las articulaciones permite que muchas personas vuelvan a usar las coyunturas que han sido afectadas por la EA. Los reemplazos de cadera y rodilla se están volviendo muy exitosos en los individuos con EA.
Si la columna vertebral se le ha encorvado tan severamente que no puede ver delante de usted, la cirugía podría ayudarle a enderezarla. Debido a la complejidad de la operación, sólo se ejecuta en contados centros médicos altamente especializados y su doctor podría remitirle a alguno de ellos, si fuese necesario.
Sexualidad
La mayoría de los tipos de artritis no limitan su habilidad de disfrutar de las relaciones sexuales y el romance. Sin embargo a veces, algunos problemas como el dolor y la restricción del movimiento, especialmente de las articulaciones de la cadera, pueden interferir en la actividad sexual, por lo cual cierta planificación puede ser de utilidad.
Uno de los aspectos más importantes de una relación sexual saludable es la comunicación efectiva. Si usted y su pareja pueden discutir abiertamente sus necesidades, podrán superar casi cualquier dificultad.
Piense en lo que hace para sentirse más cómodo cuando el dolor le molesta si está recostado en cama. Estos cambios de posición pueden adaptarse para hacer que las relaciones sexuales sean más cómodas y placenteras para ambos. Podría considerar planear el momento de la intimidad cuando esté más descansado.
El embarazo en mujeres con EA normalmente no involucra ningún problema especial para la madre o el bebé. Sin embargo, algunos medicamentos pueden ser perjudiciales para el feto. Es común que las mujeres con EA tengan que dar a luz por medio de cesárea. Si está embarazada o planea estarlo, deberá considerar el empleo de medicamentos y las opciones para el parto con su doctor.
Asuntos relacionados con el trabajo
La mayoría de las personas con EA pueden continuar una vida productiva y un horario de trabajo activo. Ya sea que trabaje dentro o fuera de casa, le pueden interesar las siguientes sugerencias.
Evite levantar objetos pesados, encorvarse y permanecer en posiciones flexionadas, apretadas o estrechas. Ajuste la ubicación del monitor de la computadora al nivel de los ojos, para así mantener una buena postura. Cambie frecuentemente de posición y muévase al menos una vez cada hora. Algunas personas encuentran beneficioso el alternar entre pararse y sentarse. Use una almohadilla, que le ayude a apoyar la espalda, si le duele sentarse. Organice pequeños periodos de descanso a lo largo del día. Recuerde que distribuir sus actividades cotidianas le permitirá funcionar tanto como le sea posible.
Si su trabajo actual le obliga a encorvarse de forma prolongada o le causa tensión excesiva en la espalda, quizá debería considerar un cambio de trabajo. Comuníquese con una agencia de rehabilitación vocacional en su área para que le proporcionen una orientación. La agencia también puede ayudarle si su experiencia, educación o capacitación le dificultan cambiar de empleo.