Un estudio elaborado por investigadores del Hospital Universitario de Limerick (Irlanda) confirma que en los centros donde se prescriban anticancerígenos orales (OAM, por sus siglas en inglés) debe haber una consulta con un especialista en farmacia, particularmente para evitar interacciones con medicación concomitante. Los resultados se han presentado en el último congreso de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO).
“Es de crucial importancia tomar esta medida en esta época de creciente prescripción de inhibidores de la tirosina quinasa, ya que se incrementa el riesgo de toxicidad o ineficacia del tratamiento por interacciones”, señalaban los autores.
Según recuerdan en la introducción a su trabajo, el tratamiento del cáncer ha cambiado de forma sustancial con la introducción de las terapias orales. A pesar de sus claros beneficios, la administración oral también se asocia con ciertos riesgos, entre ellos la toxicidad y las interacciones medicamentosas o con la alimentación, “un hecho reconocido por diversas organizaciones de todo el mundo”.
Otro factor que someten a consideración es el hecho de que la responsabilidad de administrar la terapia recaiga en el paciente, lo cual requiere un elevado grado de formación.
Para evitar disparidades en el tratamiento administrado por vía oral comparado con las vías convencionales, los autores incorporaron la consulta farmacéutica en una clínica de OAM. Los pacientes que acudían allí fueron atendidos por un farmacéutico tras la consulta con el especialista.
24 intervenciones en 44 pacientes
Se establecieron cinco indicadores clave para que los abordara el profesional de farmacia: verificación de la prescripción, comprobación de que el producto dispensado se correspondía con el prescrito, consejos sobre manejo seguro y administración correcta, comprobación de interacciones con medicamentos y respuestas a preguntas sobre la terapia.
De este modo, comprobaron que en un periodo de seis meses pudieron realizarse 124 consultas farmacéuticas con 44 pacientes individuales. Se registraron 24 intervenciones sobre dosis incorrecta (N=1), instrucciones poco claras sobre la prescripción (N=1), dispensación de producto caducado (N=1), incorrección en etiquetado (N=1), administración de paracetamol con quimioterapia (N=2), identificación de fármaco con interacción potencial (N=18).
Entre los resultados, se optó por la discontinuación del fármaco que podría crear interacción con la OAM o cambiar a otro que no implicara ese riesgo, monitorización estrecha, reducción de la dosis, cambio del momento de administración y comunicación con el médico de cabecera o el farmacéutico comunitario.