Coincidiendo con los 30 años de la declaración oficial del tabaco como sustancia nociva, se ha presentado en el Senado la monografía “La legislación frente al tabaco en España, logros y carencias”, elaborada por el ex- diputado en el Congreso, Santiago Cervera, y el senador y ex- secretario general de Sanidad, José Martínez Olmos. En el acto han intervenido, además de los autores, el secretario primero del Senado, Luis Aznar, el secretario general de Sanidad y Consumo, Faustino Blanco, y el exministro de Sanidad, Julián García Vargas.
Se destaca que los autores trabajaron desde la vertiente parlamentaria y del Gobierno, en la elaboración de la ley del año 2010, y recogen esa experiencia contextualizada dentro del conjunto de normativas aprobadas en España en los últimos 30 años. Y, precisamente se cumplen este año las tres décadas desde que ministro de sanidad Julián García Vargas rubricó el Real Decreto 192/1988, de 4 de marzo, sobre limitaciones en la venta y uso del tabaco para protección de la salud de la población. Esta fue, indican la primera vez en nuestra normativa en la que se reconocen daños para la salud derivados del consumo del tabaco y se declara al tabaco como sustancia nociva.
“La legislación frente al tabaco en España, logros y carencias”
Durante la presentación se ha destacado que la intención última de este trabajo ha sido servir como referencia de cuáles han sido aquellas estrategias que se han puesto en marcha basadas en sucesivos sustentos normativos, qué traslación social han tenido y cuál ha sido su contribución general a la salud de los españoles a través de la su impacto en reducción de la incidencia de determinadas patologías.
Además, se señala que también, tiene como objetivo proponer nuevos abordajes y estrategias, o la intensificación de algunas de las líneas de trabajo ya propuestas para continuar en una progresión solvente de disminución del consumo de tabaco.
Para los autores, “el consumo de tabaco es la primera causa de morbi-mortalidad en España. Es decir, la primera causa de enfermedad y de muerte por enfermedad. Sin paliativos, fumar es un innegable origen de sufrimiento, mucho más allá de lo que cualquier estadística pudiera traducir en cifras. Y por eso constituye uno de los principales retos de cualquier política sanitaria sensata y responsable”.
Retos recurrentes y desafíos nuevos
En este sentido, los autores señalan que “a pesar de los importantes avances en la lucha frente al tabaquismo quedan pendientes retos recurrentes, al tiempo que aparecen desafíos nuevos. Cuestiones como la prevención eficaz del hábito para evitar que más personas se inicien en el consumo de tabaco, en especial los jóvenes, la correcta organización de la deshabituación tabáquica para favorecer que quienes toman la decisión de dejar de fumar ganen la batalla a su dependencia, la más amplia protección de la salud de las personas no fumadoras, la adaptación de las estrategias a los grupos más vulnerables o los que menos se están beneficiando de las medidas más generales o la extensión de nuevas políticas de salud pública más efectivas, son líneas de acción que requieren renovados esfuerzos colectivos”.
El trabajo hace un repaso sistematizado a las normativas aprobadas en los últimos treinta años. Las normas aprobadas en relación al tabaco en este periodos son cerca de una treintena, sin bien no todas se han orientado de manera directa a proporcionar efectos en el ámbito de la salud, puesto que un número importante de ellas se refieren a dimensiones relacionadas con la fiscalidad, la organización del mercado de tabacos o las normas de publicidad aplicable.
En relación con la eficacia de este cuerpo legislativo, los autores señalan que las dos principales leyes de control del tabaquismo (2005 y 2010) han propiciado un importante avance en las políticas de salud pública en España. Este avance, indican los autores, se pone de manifiesto en los resultados obtenidos en la Escala de Control del Tabaquismo (ECT), en la que se monitorizan de forma periódica varias políticas de control del tabaquismo en los países de Europa. En este sentido, indican que España, tras el refuerzo normativo, ha pasado de situarse en el puesto 24 en el ranking de los países europeos que mejor implementan las políticas de control del tabaquismo al puesto número 8.
La visión de los profesionales
Los autores del trabajo han dirigido un cuestionario estructurado a casi una treintena de profesionales de constatada relevancia. Todos ellos destacan como efecto positivo de la legislación la disminución de enfermedades relacionadas, tanto con la exposición al humo de tabaco, principalmente cardiovasculares y respiratorias, como con el consumo activo, las más de veintiséis enfermedades relacionadas.
No obstante, los autores apuntan además algo relevante, incluso considerado por algunos como el principal logro de la legislación más reciente, algo más intangible pero igualmente relevante: el cambio de percepción social del tabaquismo. En este sentido, se afirma que la mayoría de la población ha aceptado de buen grado y sin fisuras los inconvenientes de la ley a la luz de sus beneficios. Esta percepción ha favorecido el respeto a los principios de salud pública trazados en la normativa, ha animado a los fumadores a reducir o abandonar el consumo de tabaco, y ha afianzado los beneficios de los espacios libres de humo.
Por otro lado, en la monografía se señala que entre las mejoras legislativas que se hacen más necesarias, según los encuestados, figuran asegurar el cumplimento efectivo de la actual legislación y la ampliación hacia espacios abiertos concurridos de la categoría de espacios sin humo. Además, se requeriría, a juicio de los encuestados, una mejor regulación de los nuevos dispositivos, la financiación efectiva de los tratamientos y la implicación más decisiva del sistema sanitario para promover la deshabituación tabáquica. Incluso, se apunta, sería necesario establecer una estrategia nacional de atención al fumador.
Un nuevo impulso contra el tabaquismo
En la monografía presentada, se apunta que un elemento de especial preocupación en la última Encuesta Nacional de Salud es el hecho de que en determinados grupos de edad hay más fumadoras que fumadores, y que por primera vez no se detecta una reducción en la tasa de consumo de tabaco en mujeres. Esto, indican los autores, unido al hecho de que la tasa de consumo se sitúa entre un 25,6% en hombres y un 18,8% en mujeres, hace imprescindible que se generen nuevas acciones frente al tabaco y hacerlo con una mayor efectividad en la reducción de las tasas de consumo, atendiendo a los diferentes grupos sociales ante los que intensificar las actuaciones y estableciendo protocolos más realistas.
Por ello, según los autores, “es evidente que hay que ser todavía más incisivo en el objetivo directo de reducción de la tasa de consumo, que continúa fuera de cualquier nivel admisible”.
Los autores consideran que desde la perspectiva de las estrategias comunitarias, resultaría factible ampliar los actuales niveles de protección mediante espacios sin humo en un mayor catálogo de topografías o situaciones, como las que pueden implicar a menores o mujeres embarazadas. Y además, también habría que considerar la medida, ya presente en otros países, del llamado paquete neutro, aunque ello conlleva implicaciones de mercado de indudable dimensión europea.
Por otro lado, indican que desde la perspectiva de la activación del sistema sanitario en la mejora de los objetivos de reducción del consumo, es evidente que no se ha avanzado lo suficiente en medidas que ya fueron previstas en la legislación de 2005 e incluso reforzadas en la de 2010, referidas a la intensidad y el compromiso con el que sistema sanitario ha de integrar en su cartera de servicios los programas de deshabituación y la financiación de los tratamientos que hayan demostrado capacidad efectiva de ayuda al fumador.
Y además, merece una consideración adicional el problema ya detectado relacionado con la mujer, género en el que se está comprobando una menor reducción de las tasas de consumo.