En el marco del congreso ESMO 2019 Kiusiang Tay-Teo, de la Organización de la Salud, ha propuesto nuevos modelos de pago de medicamentos como herramientas de sostenibilidad, con un modelo inspirado en Netflix, ya empleado en el caso de fármacos para la hepatitis C, como referencia para hacer sostenible la innovación oncológica.
Durante su intervención en la sesión ‘¿Cómo hacer que los medicamentos innovadores lleguen de verdad a los pacientes?’, Tay-Teo ha planteado cinco cuestiones clave: cuáles son los determinantes de los precios de la industria, cuáles son las estrategias de los pagadores para manejar los precios, qué consideraciones son relevantes en el análisis de los precios de los nuevos medicamentos, hasta qué punto son innovadoras las nuevas terapias y qué debe definir un precio según la industria farmacéutica.
En el apartado de estrategias para el manejo de los precios, el ponente ha llamado la atención sobre dos herramientas: el modelo de suscripción que empieza a conocerse en el sector como modelo de Netflix y el acuerdo de pago por resultados.
Tomando como referencia un análisis publicado en The New England Journal of Medicine a comienzos de año, el ponente describió el modelo de Netflix a partir del caso de Australia, donde se ha aplicado este esquema para la gestión del gasto asociado a los nuevos medicamentos para el virus de la hepatitis C (HCV).
En Australia se llegó al acuerdo de destinar 1.000 millones de dólares (766 millones de dólares estadounidenses, algo más de 700 millones de euros) en un periodo de cinco años a cambio de acceso a un volumen ilimitado de fármacos contra la hepatitis C. De acuerdo con ese análisis, “bajo ciertas condiciones, los abordajes innovadores para el pago de medicamentos pueden superar las barreras en el acceso”.
Este esquema había dado sus primeros pasos en 2018 en Louisiana (Estados Unidos), también como forma de hacer más asequibles los antivirales de acción directa para HCV.
De acuerdo con su planteamiento, este modelo ofrece al pagador la ventaja de la certidumbre presupuestaria, y a la compañía que ha producido el nuevo medicamento la certeza sobre el beneficio de su lanzamiento con costes marginales reducidos.
El segundo es una variedad de esquema de pago periódico por resultados, que se caracteriza por un acuerdo previo entre fabricante y pagador y una pauta de pagos en función de esos resultados a intervalos de seis meses en el caso de Italia, que es el ejemplo que se utilizó en este caso y se aplica en el país como modelo de compra de una terapia con células CAR-T.
Aquí el interés del pagador se protege ahorrándole un importante desembolso inicial, mientras que el proveedor puede aprovechar el esquema como una fórmula de acceso rápido al mercado.
En cuanto a la cuestión de cómo definir y medir el valor, aun admitiendo que no es un tema que se haya resuelto del todo, Tay-Teo se mostraba totalmente de acuerdo con otro de los ponentes del encuentro, el economista Bengt Jönsson, en que “el fármaco que seguro que no tiene ningún valor es el que se queda en las estanterías”. Con esta frase se refería de forma específica a algunos fármacos cuyo precio es “tan desorbitado” que es imposible pagarlos, ya sea en un esquema de pagador público o privado.
En este aspecto, sí se mostró a favor de las reevaluaciones, teniendo en cuenta que en el momento de adoptar las decisiones sobre comercialización y reembolso “los datos pueden ser incompletos o inadecuados”.
Asimismo, abogó por diseñar regulación que fomente la competencia entre empresas como una forma eficaz de mantener un cierto control sobre los precios evitando situaciones de desequilibrio en el mercado farmacéutico.