Terapéutica

Tabaquismo, la adicción olvidada en los pacientes con trastornos mentales graves

"Fumar está muy normalizado entre las personas con trastornos mentales e, incluso, los profesionales, con nuestras actitudes y protocolos, favorecemos el consumo”
Carlos Parro, psiquiatra del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Patología Dual.

El tabaco es la principal causa de adicciones entre las personas con trastorno mental grave. Muchos pacientes encuentran en el consumo de tabaco una mejoría temporal de algunos de sus síntomas, lo que les hace desarrollar una adicción más grave y provoca que el tratamiento sea más complejo y que los porcentajes de recuperación sean más bajos: “Sin embargo, desde la salud mental no sólo no se ha abordado el tratamiento del trastorno por uso de tabaco, sino que, a veces, incluso a día de hoy, fumar está muy normalizado entre las personas con trastornos mentales e, incluso, los profesionales, con nuestras actitudes y protocolos, favorecemos el consumo”, asegura Carlos Parro, psiquiatra del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Patología Dual.

El tabaco es tras el alcohol la segunda sustancia psicoactiva más consumida en España. Según datos de la encuesta EDADES 2022 del Ministerio de Sanidad, un 33,1% de la población de entre 15 y 64 años manifiesta haberla consumido de forma diaria. Esa cifra, ya de por sí alta, se multiplica en el caso de los pacientes con trastorno mental grave: “Sabemos que el riesgo en este grupo de población es de entre dos y tres veces el de la población general. Por lo tanto, en nuestro entorno, como poco más de dos tercios de los pacientes con trastorno mental grave fuma”, ha afirmado Carlos Parro, psiquiatra del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Patología Dual.

Esta estrecha relación entre trastorno por uso de tabaco y otros trastornos mentales, según el experto, se debe a la existencia de factores comunes neurobiológicos y sociales que conducen tanto al desarrollo del trastorno adictivo como a sufrir otros trastornos mentales. “Probablemente, una de esas alteraciones neurobiológicas sea la del sistema cerebral colinérgico nicotínico endógeno, que produce síntomas emocionales y cognitivos que el consumo de tabaco puede aliviar temporalmente”, ha explicado Parro, que ha indicado que muchos pacientes “probablemente” encuentran en el consumo de tabaco una mejoría temporal de algunos de sus síntomas, lo que les hace desarrollar “una adicción más grave que las personas sin otros trastornos mentales, y esto hace que el tratamiento sea más complejo y que los porcentajes de recuperación sean más bajos”.

Durante su intervención en el 8º Congreso Mundial de la World Association of Dual Disorders (WADD) y del 26º Congreso de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD), que reúnen estos días en Mallorca a más de 2.000 expertos internacionales vinculados al ámbito de la salud mental, Carlos Parro ha lamentado que, pese a toda esta evidencia, sin embargo, el trastorno por uso de tabaco siga siendo “el gran olvidado” entre los pacientes con trastornos mentales.

“Creo que se le presta menos atención tanto por un desconocimiento de los factores neurobiológicos implicados como por un cierto paternalismo de los profesionales, que pensamos que los pacientes no pueden permitirse algo tan complejo como dejar de fumar y tenemos cierto temor a las descompensaciones psicopatológicas si los pacientes lo hacen, lo que es al menos controvertido y, en mi experiencia, no sucede”, ha argumentado el psiquiatra, que considera que el hecho de que el consumo de tabaco, por regla general, no se asocie a alteraciones conductuales muy disruptivas, como sí ocurre con otras sustancias, también contribuye a su no abordaje.

Tratar la adicción

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tabaco es la primera causa evitable de enfermedad, invalidez y muerte prematura en el mundo y su consumo se relaciona con el desarrollo de numerosas enfermedades, entre ellas la bronquitis crónica, el enfisema pulmonar, la hipertensión arterial, la enfermedad coronaria, los accidentes cerebrovasculares y varios tipos de cáncer, entre ellos el de pulmón, el de laringe, el renal o el bucofaríngeo. Se estima que solo en Europa el tabaquismo provoca cada año 1,2 millones de muertes.

“Sabemos que los pacientes tienen mucho interés por dejar de fumar, por lo que debemos darles la oportunidad y apoyarles con todos los recursos que tenemos. Al final, conseguir que nuestros pacientes dejen de fumar es probablemente la intervención más efectiva para alargar la vida de las personas con trastornos mentales graves, de forma que si no identificamos y abordamos este problema les estamos privando del derecho a ser ayudados a dejar de fumar y a vivir más”, ha señalado Carlos Parro, que ha animado a los profesionales de la salud mental presentes en el Congreso a apoyar que la gente deje de fumar “siempre que así lo deseen y a trabajar la motivación de aquellos que aún no se sienten preparados para dar el paso, ofreciendo alternativas como la reducción del daño o tratamientos sustitutivos alternartivos”.

El miembro de la Sociedad Española de Patología Dual, no obstante, ha reconocido que existe un porcentaje muy importante de las personas que sufren trastornos mentales graves que van a fracasar en sus intentos de dejar de fumar o que nunca se van a ver motivados para hacerlo. En estos casos, según el psiquiatra, cualquier alternativa que disminuya significativamente el riesgo de complicaciones para la salud derivadas del consumo de tabaco está justificada. “Probablemente debamos atrevernos a extender los tratamientos farmacológicos y psicoterapéuticos, buscar objetivos que no sean la abstinencia o utilizar otros productos que suministran nicotina (cigarros electrónicos o tabaco sin combustión). Entiendo la preocupación que los productos smoke-free generan a nivel de salud pública, pero a nivel individual para las personas con trastornos mentales graves pueden ofrecer una ventaja que mejore la salud y la calidad de vida de las personas que, aunque quieran, no pueden dejar de fumar, por lo que deberían contemplarse en los planes de salud pública para aquellos pacientes con especial dificultad en dejar de fumar, como son los pacientes con enfermedad mental grave”, ha concluido Carlos Parro.

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