“La demora de algunas vacunaciones en la situación actual no debe ser causa de preocupación en las familias”. Así lo afirma la Asociación Española de Pediatría (AEP) en una publicación en la que trata de orientar a padres y profesionales acerca de los procedimientos de vacunación de lactantes y niños en la situación de emergencia actual por el Covid-19.
Esta recomendación de la AEP viene a aportar tranquilidad a las familias ante la situación que se está viviendo en el sistema sanitario, que puede “interferir en las vacunaciones y otras actividades habituales, bien por la sobrecarga asistencial de estos días, por la reducción de profesionales disponibles, por posibles problemas en el suministro de vacunas al estar el sistema sanitario volcado en la atención de las nuevas necesidades sobrevenidas, o bien por las recomendaciones de que las personas sanas no acudan a los centros sanitarios”.
Los pediatras consideran que “las vacunaciones pueden ser demoradas por las circunstancias de fuerza mayor impuestas por la epidemia”, mientras que se muestran convencidos de que esta situación durará “solo el tiempo imprescindible y las vacunaciones se reanudarán en cuanto las autoridades sanitarias aconsejen recuperar la actividad normal”. Esta recomendación es válida especialmente para aquellas zonas que se hayan visto más afectadas por el coronavirus y que, por tanto, puedan sufrir trastornos en el ámbito de la atención primaria. No obstante, como esta no es la situación general, la AEP recomienda a los padres ponerse en contacto con su centro de salud para conocer las recomendaciones específicas en el mismo.
Para los centros de salud que puedan mantener actividad, se recomienda “priorizar a los lactantes pequeños, así como a los que tengan enfermedades crónicas u otras condiciones de mayor riesgon así como a las mujeres gestantes”.
Del mismo modo, para los lugares donde sea necesario cancelar esta actividad, una vez que se pueda reanudar la actividad se recomienda la priorización de “lactantes pequeños, a los pacientes con enfermedades crónicas e inmunodeprimidos, a los convivientes de personas (niños y adultos) de mayor riesgo y a las embarazadas (siguiendo, en todo caso, las instrucciones de los servicios regionales de salud)”.