En la actualidad, a diferencia de lo que ocurre por ejemplo con la quimioterapia endovenosa, la mayoría de los tratamientos orales en oncohematología se adminstran a dosis fijas. Pueden presentan una gran variabilidad farmacocinética interindividual que puede condicionar sus resultados clínicos en salud, ya sea con una peor respuesta o una mayor toxicidad. El proyecto DIANA, desde el servicio de Farmacia del ICO (Insituto Catalán de Oncología) de Hospitalet busca dar una respuesta eficaz analizando las determinaciones de concentraciones plasmáticas, que permitan adaptar el tratamiento más adecuado a cada paciente.
Eduard Fort junto con Carme Muñoz, farmacéuticos del centro catalán, son los diseñadores de este proyecto que nació hace prácticamente año y medio, que actualmente persigue el objetivo de crear en primer lugar una ‘foto fija’ de cuál es la situación para, posteriormente lanzar una propuesta que permita, no solamente hacer frente a la realidad del centro, sino que pueda servir para la mejora y la personalización de tratamientos en todo el país.
“A lo largo de los años han salido muchos fármacos orales y a diferencia de las quimioterapias endovenosas que se dosifican por kilo de peso o por superficie corporal, la mayoría de estos fármacos orales van a dosis fijas para la mayor parte de pacientes, a menos que tengan algún tipo de alteración fisiológica como insuficiencia renal o hepática. De forma que en general se utilizan las mismas dosis, sin tener en cuenta aspectos como sexo, edad, desnutrición, composición corporal, interacciones farmacológicas, características genéticas, etc…”, explica Fort.
La idea surgió hace aproximadamente un año y medio, con el caso de una paciente, que inicio tratamiento con everolimus a las dosis habituales según recomendaciones de la ficha técnica. Esta paciente tomaba también medicación para otras enfermedades, que podían acelerar el metabolismo y la eliminación del fármaco oncológico.
“Ante este caso y en colaboración con los equipos de oncología, farmacia hospitalaria y análisis clínico iniciamos una búsqueda bibliográfica”. Este fármaco, también utilizado como inmunosupresor en pacientes trasplantados, cuando se utiliza como antineoplásico en pacientes con cáncer, las concentraciones en sangre deben situarse entre 10 y 26.3ng/ml, asociandose a una mayor eficacia y menor toxicidad. En el caso de nuestra paciente tenía una concentración inicial de 3,6ng/ml.
A partir de aquí “comenzaron a surgir las dudas sobre si es adecuado que en todos los pacientes estemos usando dosis fijas, debido a la gran variabilidad interindividual que hay, a nivel de genética, de medicación, de la edad, etc… que actualmente no se tienen en cuenta a nivel asistencial de forma rutinaria”.
Este es el origen del proyecto DIANA, un estudio dirigido a estudiar, en primer lugar la variablidad de las concentraciones plasmáticas de unos determinados fármacos, concretamente cinco, que son los que mayor evidencia hay actualmente en cuanto a correlación entre respuesta, eficacia y toxicidad (everolimus, sunitinib, imatinib, pazopanib y abiraterona).
Según explica Fort, actualmente “determinaremos en todos los pacientes incluidos en el estudio las concentraciones plásmaticas”. Para ello, “realizaremos un corte para ver qué pacientes con las dosis administradas alcanzan las concentraciones óptimas y cuáles no. Esta es la ‘primera foto’ para saber cómo estamos hoy en día. Posteriormente, en un futuro realizaremos un segundo estudio multidisciplinar con los oncólogos, los hematólogos, los analistas…y personalizar los tratamientos en aquellos pacientes que sea necesario para que estas concentraciones en la mayor parte de estos pacientes sean las óptimas”.
El trabajo se inició en varias fases hace año y medio. Primeramente aunque con everolimus la técnica analítica se hace de forma rutinaria como immunosupresor, en los otros fármacos no. Por ello, explica Fort, “se ha tenido que desarrollar y validar la técnica analítica de los otros cuatro fármacos, un trabajo que ha desarrollado Carmen Muñoz”. junto con el servicio de análisis clínico de Bellvitge.
“Este trabajo ya se ha puesto en marcha y ahora estamos pendientes de empezar el estudio y el reclutamiento de los primeros pacientes de la primera parte, esa de conseguir la foto para ver cómo estamos y más adelante comenzaríamos la segunda parte”, explica el farmacéutico. De cuatro de esos cinco fármacos se realizará en el ICO Hospitalet, y el quinto, que es el referente a everolimus, lo haremos el ICO Hospitalet, el ICO Badalona y el ICO Gerona.
“Esto nos dará una foto de la situación en un lugar preciso, y quizás en un futuro pueda abrirse a más centros y hacerlo a nivel nacional”, explica Eduard Fort. Primero queremos tener el estudio observacional de cómo estamos, determinar la importancia de los factores asociados a esta variabilidad y luego con el estudio intervencionista responder a como podemos mejorar los tratamientos y que valor aporta a nuestros pacientes la incorporación de un programa de monitorización farmacocinética a nivel asistencial.
Sobre las ventajas del proyecto, el farmacéutico del ICO Hospitalet explica que “el primer beneficiado es el paciente, pudiendo mejorar la respuesta, la tolerancia a los tratamientos y su calidad de vida y que este es un proyecto que nace desde la farmacia hospitalaria”, indica. Es un trabajo multidisciplinar “en el que cada uno tiene su punto de vista y tiene el foco de atención en diferentes aspectos, al final todo ello se complementa y juntos avanzaremos hacia la personalización de los tratamientos orales de precisión”, concluye.