Las farmacólogas clínicas Jennifer Splawski, del Hospital MacNeal en Illinois, y Heather Minger, del Sistema Sanitario de la Universidad NorthShore, firman junto con F. Randy Vogenberg, miembro del comité editorial de la revista ‘Pharmacy and Therapeutics’, un editorial en el que subrayan la creciente importancia de la conciliación desde la aprobación en 2010 de la ley sanitaria conocida como ‘de protección del paciente y atención sostenible’ en Estados Unidos: “Dado el efecto expansivo que se produce cuando algún episodio relacionado con la medicación reduce la calidad de la atención, que obliga al sistema sanitario a pagar más en un momento de acuerdos de riesgo compartido y descenso de los ingresos para la mayor parte de las organizaciones, la conciliación se ha convertido en una prioridad máxima”.
En los centros hospitalarios, el comité de farmacia y terapéutica (P&T) desempeña un papel crucial en las decisiones médicas, ya que es garante de la seguridad del paciente y la coherencia del proceso de conciliación de la medicación. Es responsabilidad de los proveedores de atención médica apoyar las actuaciones en materia de conciliación de la medicación, tanto en el sector público como en el privado y, por tanto, la falta de competencia en este ámbito puede exponer a la organización sanitaria desde el punto de vista judicial, plantean.
Los autores indican que, como experto en medicamentos, el farmacéutico aporta valor en el proceso de conciliación “en múltiples puntos de la atención al paciente” y recomiendan que se defina con claridad la función de cada proveedor, incluido el farmacéutico, en dicho proceso, con el apoyo claro de la dirección de la organización sanitaria competente en cada caso.
Datos recabados para la elaboración del artículo indican que cada año se producen en el sistema sanitario estadounidense 1,5 millones de episodios adversos prevenibles relacionados con la medicación, con un coste de 4.000 millones de dólares anuales. Asimismo, se recuerda que bajo diversas fórmulas de acuerdos de riesgo compartido, el estado financiero de los proveedores, hospitales y planes de salud está vinculado a la calidad y los resultados reflejados en diferentes métricas. “Para los sistemas sanitarios de hoy, no es sólo el reembolso lo que está en riesgo, sino las medidas punitivas derivadas de una atención por debajo de los estándares”, advierten.
Mejores resultados, datos en mano
Optimizar los resultados en combinación con la reducción de costes es clave en el manejo de la medicación en el contexto actual, en el cual la conciliación se ha pasado por alto fuera del hospital, de ahí que la Sociedad Americana de Farmacéuticos del Sistema Sanitario (ASHP) haga hincapié en la función de los farmacéuticos en el proceso de conciliación mediante: liderazgo en el diseño y manejo de los sistemas de conciliación, educación de pacientes y profesionales sanitarios y consejo en la transición de la atención.
Cuando es un farmacéutico –y no un médico- el profesional que se hace cargo de la conciliación, se producen menos errores. Como ejemplo presentan un estudio sobre 55 pacientes en una evaluación comparativa de las historias farmacológicas según hubieran sido elaboradas por un médico o por un farmacéutico. Los farmacéuticos incluidos en el estudio identificaron 353 discrepancias, 58 de las cuales no habían sido detectadas por los facultativos. [Am J Health Syst Pharm. 2008;65(9):857–860]
Otro trabajo, realizado en el marco de los servicios de urgencias, registró un descenso de discrepancias en la conciliación de la medicación en un 33%.[BMC Health Serv Res. 2013;13:337]
Otros trabajos han documentado el hecho de que, comparados con el personal de enfermería, los farmacéuticos identifican un número significativamente mayor de medicaciones que toman los pacientes, incluidos medicamentos sin receta y fitoterapia. Además, los farmacéuticos se pusieron en contacto con pacientes externos con mayor frecuencia que el personal de enfermería, con la conclusión de que el tiempo que invierten los farmacéuticos completando las historias farmacológicas era útil tanto en términos de eficiencia como de beneficios para los pacientes.
Sin embargo, advierten los autores, se están limitando los medios de los que disponen los farmacéuticos para realizar su trabajo, cuando estos profesionales podrían aprovechar la colaboración de estudiantes debidamente formados, residentes y técnicos en esta importante labor.
Según la ASHP, los errores potenciales pueden verse reducidos hasta en un 82% cuando son técnicos en farmacia quienes obtienen la información para las historias. Entre esos errores se incluyen información incompleta, incorrecta, ilegible e interacciones serias.
La intervención de estos profesionales se ha asociado con reducción en la mortalidad (3.988 fallecimientos en el análisis de Bond y Raehl [Pharmacotherapy. 2007;27(4):481–493)], identificación de alergias y discrepancias en el alta durante la transición entre servicios de atención sanitaria.